Restaurante Siddhârtha Chill (CERRADO) en Gandia
Restaurante Siddhârtha Chill (CERRADO)
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
37,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
51 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
5.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
5.6
Precio medio entorno ENTORNO
6.7
RCP CALIDAD-PRECIO
4.7
Opiniones de Siddhârtha Chill (CERRADO)
OPINIONES
7

El local tiene encanto, y mucho, pero sólo en su decoración y ambientes.
La carta, de comida y vinos, pobre, a pesar de la carta de sushi que han añadido.
Y el servicio, lento y despistado (a pesar de que el local estaba casi vacío). Su concepto del buen servicio era preguntar ¿qué tal? al final de cada plato.
Pedimos un entrante de sushi que no sabía absolutamente a nada, a pesar de que era de atún fresco, y una ensalada que para colmo de males venía con salsa equivocada. Ni un "disculpe" y por supuesto ni un triste aperitivo para suavizar la espera.
Los platos principales, chuletitas y salmon, estaban ricos, aunque la presentación pobretona.
Y lo peor viene en los postres, cuando al pedir una selección de postres, nos traen cuatro trozitos de tartas más industriales que las de mercadona. Pa llorar. Y un chupito o algún detalle pa terminar la cena? Por supuesto que no.

Y todo eso, junto con una botella de vino blanco normalito, nos salió por algo más de 40 euros por barba.
Por supuesto, nada recomendable
Por supuesto, nada recomendable.

El entorno una zona de pubs para quinceañeros (evitar los sábados),el restaurante no estaba lleno, 10 minutos para traernos la carta, los entrantes fueron servidos con premura,pero hasta que trajeron los platos principales tardaron más de 35 minutos (ya no teniamos ni hambre)el diseño del plato tan moderno permitió que se derramara parte de la salsa sobre uno de los comensales y parte del mantel, la camarera esbozó una sonrisa y esa fue la unica disculpa que hubo.150 € 4 personas; sin postre, sin cafe; solo 2 ensaladas y un plato para cada uno. El pescado estaba frío, .....

Restaurante espectacular, tres zonas claramente diferenciadas y amplísimas, una central, repleta de atrezzos que juegan con la temática del lugar, dedicada principalmente a la barra gigante y los sillones barrocos un tanto estravagantes. Perfecta esta zona para coctelería y conversación. Otra zona exterior Chill Out muy veraniega. Y la zona más elevada situada a la derecha del salón central, comedor. La carta promete bastante, fui por primera vez cuando empezaron y la presentación de la misma era demasiado simple para lo que intentan ofrecerte, ahora se han puesto las pilas y la cosa está mucho más aseada. Los entrantes intentan pero no consiguen, típica ensalada con queso de cabra y bacon. Tempura de marisco,,, buena presentación pero nada del otro mundo. Los segundos los trabajan muy bien, carnes de buena calidad a la piedra, pescados muy bien eleborados (rodaballo y atún laminado muy buenos). La cubertería, manteles y mobiliario son muy correctos. La carta de vino está muy lograda, con tanto local sería absudo desperdiciar el espacio. Al postre siempre he llegado justito y me he decantado por una selección de frutas de temporada excelentemente presentadas. El trato por parte de la gerencia es amable y dedicado. La RCP patina, siempre me ha paracido algo pretenciosa, de todos modos hay que tener en cuenta lo costoso del local y la cantidad de horas que puedes pasar en el sin que te molesten.

Una original trattoria, con muchísimos budhas, sillones, sofás y música pseduotecno a toda pastilla. Carta de batalla, pésima presentación de los platos, excesivamente caro, demasiado ruido, servicio de batalla (aunque al parecer un camarero debía de ser bastante mono porque era reclamado insistentemente por todas las féminas de la vecina mesa), lo de dejar colgada a una mesa nadie mejor que ellos para poder enseñarles a generaciones futuras...,. De la corta carta de vinos originalmente pedimos hasta tres, no tenían ninguno ese día, optamos por pedir refrescos. Y de postres únicamente nos ofrecieron fruta (muchísimo hielo poca fruta), y un variado de tartas (por supuesto de pastelería) entre las que se incluía una porción de tarta de manzana casera (fría y evidentemente recalentada al microondas).

Es un restaurante que tiene muy buena atencion con los clientes y los ambientes que abarca son geniales, puedes entrar a cenar a las 10 de la noche y salir sin problemas a las 3 de la mñana y el tiempo te pasa volando la musica es genial, los coktails estan riquisimos, la comida fantastica, el vino estupendo y los postres de la muerte a mi en particular me encanta y este verano he ido todas las semanas ademas si no cenas alli no pasa nada puedes acudir a tomas copas y sentarte y es genial

Sin lugar a dudas, este restaurante sabe cómo capatar la atención del cliente. Su aspecto, tanto exterior como interior, es espectacular. Basado como su razón social inica en oriente, en figuras de Buda, iluminación y espíritu feng-shui, todo ello dando un halo de tranquilidad y elegancia que ya le hacía falta a esta playa.
El trato es correcto y amable, y el servicio suele ser rápido y eficiente, aunque no muy esmerado en recomendarte o explicarte los platos. Respecto al vino, lo sirven como "cualquier hijo de vecino"; es decir, copas decentes, temperatura según el calor que haga ese día (pedimos un Ceremonia, si no recuerdo mal) y punto pelota.
La comida, eso sí, es exquisita y toda ella elaborada de forma casera. Las raciones son grandes, los sabores muy logrados (en especial en las carnes y los entrantes) y la presentación invita a disfrutar a todos los niveles. Os recomiendo el foie casero acompañado de confituras varias, las habitas baby con jamón y ajos tiernos, el solomillo con salsa de oporto, y el plato estrella por toda la parafernalia que lo acompaña: los espaghetti frutti di mare.
La cocina es, pues, mediterránea, con algunos toques que pretenden innovar y aduras penas lo consiguen, pero eso sí, no defrauda pues todo está realmente rico. Postres más que aceptables, agradeciéndose una invitación de la casa a una botella de Fragolino para que la sobremesa se prolongue. Sé que muchos haréis una mueca de agonía, y me señalaréis exclamando "es un hereje!!", pero a mi me gustó el detalle (obviamente hubira preferido champagne o cava en su defecto, pero dado que luego me iba de fiesta...).
Para rematar, si tenéis suerte, puede que a mitad cena una bailarina os deleite con danza del vientre y otras florituras. Así pues, parece que la mjor baza del local es el local mismo, y un entorno cuanto menos especial.
No es indispensable, pero permite una velada más que divertida (otra parte del restaurante tiene amplios butacones para disfrutar de la coctelería) y por supuesto bien alimentada. Recomendable.

En el corazón de la zona de pubs más conocida de la playa de Gandía se enclava este restaurante-resto pub, sorprendente tanto por su decoración como por su extraordinaria cocina, su interesante y compensada carta de vinos y espumosos y lo que proponen. Se trata de un local dividido en una vasta zona repleta de sillones, mesas bajas y hamacas, dedicada a las copas y los cocktails; y otra dedicada al comedor, dividida a su vez en la zona de la terraza, sin duda más tranquila, y en la zona interior donde disfrutar de contínuos espectáculo nada estridentes y que hacen de la cena algo entretenido y para nada estridente. Destaca la carta de vinos por contener referencias australianas, argentinas, europeas y, cómo no, de lo mejor de España, así como una cristaleria aceptable. Deben tener algo más de ojo con la temperatura de algunos vinos, pero en general bien. La comida es de mercado, con algunos guiños orientales (todo el local se decora con muy buen gusto a base de motivos budistas y de los Imperios orientales) en especial en los pescados. Las pastas y la carne deliciosas todas ellas, y en su punto salvo orden en contrario. Y los postres, caseros sin excepción, de matrícula de honor. En definitiva, una sorpresa que acaba de nacer. Enhorabuena al simpatiquísimo propietario, ¡seguid sorprendiendo!

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