Restaurante La Matandeta en Alfafar
Restaurante La Matandeta
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
25,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
36 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.4
Comida COMIDA
7.5
Precio medio entorno ENTORNO
7.9
RCP CALIDAD-PRECIO
6.8
Paella de marisco
Canutillos tibios de crema
Helados de chocolate y caramelo con brownie y sorbete de mandarina
Puding con helado
Arroz del Senyoret
Calamar con Blanquet
Arroz a Banda
Pulpo a la brasa
Surtido de postres
Croquetas de cocido con curri y queso de cabra
Coca de morcilla y cebolla
Arròs del senyoret
Arròs negre
"pasteló" de la abuela
gazpacho de pescado de roca
carpaccio de sepia "bruta"
Opiniones de La Matandeta
OPINIONES
23

Vuelta a este local, donde las paellas a la lecha tienen su fama.

De entrantes:

* Calamar con blanquet (excelente combinación tierra y mar).
* Coca de hojaldre de cebolla y morcilla (un clásico muy bueno).

De plato fuerte: paella de marisco (muy buena).

Postre: Torrija de horchata con coco.

El servicio de vinos malo. Pedí tres tintos de la carta y no tenían ninguno (la excusa es que era mala época del año para pedir vinos a las bodegas...????...no entendí nada).

Al final dije que trajesen un Ribera de Duero que tuviesen a mano, ya me daba igual.
Una pena la falta de profesionalidad, en general, con el tema de los vinos, en la mayoría de los restaurantes.

  • Paella de marisco

    Paella de marisco

Una quedada, de esas semestrales, con amigos de la carrera fue la excusa para visitar este local. Motivados también por su espacio perimetral donde los vástagos de diferentes edades pueden saciar sus inquietudes sin molestar a unos u otros.

El enclave es muy chulo, en el epicentro de esa Albufera que a algunos nos cautiva y que sentimos tan nuestra. La sala es amplia con un ambiente tradicional valenciano, propio de la zona, que con alguna revisión podría alcanzar cotas de mayor prestancia y elegancia si es que se deseara.

Seis adultos y cuatro niñas, una de ellas entronizada. Sobre la mesa ya teníamos unos morteros pequeños con un paté especiado que entraba de maravilla junto a la primera ronda de cervezas siempre necesarias para aclimatarse. Los arroces fueron encargados con anterioridad a los que añadimos unos entrantes quedando así la cosa:

Croquetón de Puchero con Queso de Cabra y Curry. Tamaño descomunal con un interior equilibrado de sabores tradicionales reconocibles y una cobertura tostadita que aguantaba sobradamente la densidad de la masa. Reposaban sobre una fina salsa que hacen con la base de la patata, chirivía y nabo del puchero. Sincero.

Pulpo a la Brasa. Buen género y buen punto con lógico buen resultado. Asentado sobre un puré de patatas y su pimentón. Difícil me resulta no pedirlo cuando lo veo en carta por más que lo haya probado. Ni más ni menos.

Calamar con Blanquet. Me encantan estos guisos cuando pilla la salsita ese fondo logrado a base de "chupchup". Combinado y congeniado, en esta ocasión, con el embutido que le daba más empaque sin molestar al cefalópodo y con un toque subidito de canela que redondeaba las sensaciones. Completo.

Para las niñas Arroz a Banda. Como uno también se siente niño... lo probé. Impresionante fondo con un punto muy de mi agrado aunque para otros degustantes un pelín falto de cocción. Raciones más que generosas como certificaron los tuppers que nos llevamos con el sobrante. Cuadrado.

Para los adultos Arroz del Senyoret. Rico de nuevo el fondo pero patinando el grano en su punto pues estaba pasado. En ese momento intenté recordar quién me dijo que el arroz seco es el más fácil de hacer... no lo tengo nada claro. No obstante, material de primera, raciones espléndidas y abundante "socarraet" por lo cual no hubo que pelear por él. Reojo.

Llegó la hora de los postres que nos hizo disfrutar a grandes y pequeños por igual, compartimos unos Canutillos tibios de crema, una especie de pastel tipo Puding con helado de chocolate blanco y unos Helados de chocolate y caramelo con brownie y sorbete de mandarina. A cada cual más rico. Goce.

Para beber continuamos con jarras de cerveza además de una botella del verdejo José Pariente 2014 D.O Rueda y otra de Innato, un tinto a base fundamentalmente de bobal con D.O. Utiel Requena. Las copas son fácilmente mejorables. Su servicio no va más allá de abrirlo y dejarlo en mesa.

Algunos nos tomamos un GT para completar la satisfactoria experiencia que vivimos en el corazón de la Albufera donde estoy seguro que volveremos a buscar ese punto idóneo del arroz que estoy convencido consiguen.

Nota: El precio reflejado es aproximado dado el sesgo que provocan en su cálculo las niñas.

  • Canutillos tibios de crema

    Canutillos tibios de crema

  • Helados de chocolate y caramelo con brownie y sorbete de mandarina

    Helados de chocolate y caramelo con brownie y sorbete de mandarina

  • Puding con helado

    Puding con helado

  • Arroz del Senyoret

    Arroz del Senyoret

  • Calamar con Blanquet

    Calamar con Blanquet

  • Arroz a Banda

    Arroz a Banda

Con los años a uno le entra mucha pereza de coger el coche para salir de la ciudad a comer.... y le debía una visita a La Matandeta. Así que Ikea ha sido la excusa en uno más de esos radiantes días que nos está regalando este anómalo invierno. Paseito por la Marjal y excelente comida, que ha comenzado con un aperitivo a base de un fiambre de campaña y aceitunas con un curioso toques de finas hierbas y curry.... Hemos pedido tres entrantes: Coca de Hojaldre con morcilla y cebolla (una ración a compartir), croqueta de puchero con queso de cabra y curry (una) y un Torraet de verduras con mojama y queso blanco. Muy rica la coca, espectacular el croquetón (del tamaño de un puño) y bueno el torraet. De plato fuerte un arroz del senyoret. El local es una preciosidad, por el enclave y por su estética tradicional, amplio y confortable. La presentación de las mesa sencilla. El servicio simpático y atento, eficiente y cercano. La carta de vinos es cortita pero con cositas interesantes. Las copas buenas. el servicio sencillo, te traen el vino, te lo dan a probar y te ofrecen una cubitera (era un vino blanco).
El precio que pongo es sin vino (habría que añadirle 16€ a la factura total).
La vibraciones muy buenas, sitios como este mantienen la esencia de la cocina tradicional valenciana.

Hemos ido a comer toda la familia el día de Navidad. La verdad es que la comida de menú no estaba mal, aunque los entrantes fueron bastante ordinarios, unos patés industriales y los conocidos "entremeses", es decir, fiambres y quesos. Después cocido, sopa con arroz y verduras y carnes, que la verdad es que estaba bueno.
Pero el servicio, decir que ha sido pésimo es ser benévolo, hemos llegado a las 14h30 y hemos salido a las 17h30, y no por gusto, sino porque no nos servían, Además, al final han apagado la calefacción, para que nos fuéramos, cuando no nos habían servido todavía el postre !!!
En cuanto al vino, incluido en el menú, una autentica estafa. El vino blanco que nos incluían ara un vino de mesa de lo mas peleón, parecía agua con un poco de colorante, Lo peor es que cuando hemos reclamado, el dueño del restaurante ha salido a compararnos dicho vino de 1 Euro la botella (no debe haberle costado mas) con el Mauro, que dice que es también vino de mesa porque está fuera de la denominación de origen. En fin, un insulto para la inteligencia de cualquiera que no sea un ignorante total, pero supongo que es el tipo de clientela a la que nuestro amigo Rafael está acostumbrado.
Además, el costo por persona ha sido de 42 Euros, sin incluir ni siquiera un cava "peleón", como el resto de los vinos. Por cierto, cuando nos han traído los dulces de Navidad varios de mis hermanos han comentado que parecían ser las sobras de otras mesas, y así era. Además, ni nos han traído la mistela incluida en el menú.
No volveremos.

Es todo un clásico, un restaurante de esos que siempre oyes hablar pero que aún no había visitado. Para empezar porque no me gusta comer paella fuera de casa. Pero por aquello de que te pica el gusanillo de ver qué tal lo hacen, algunas valoraciones leídas aquí y allí y la recomendación de unos amigos que habían estado hacía poco, nos decidimos a visitar La Mantandeta.

El escenario desde luego bien merece la pena. Ya sólo la carretera que te lleva hasta el restaurante, rodeada por los campos de arroz anegados de agua, merecen la visita. El restaurante en sí es una casa de huerta separada en amplios salones. El entorno es correcto, con buena separación de mesas, aunque para mi gusto tiene un punto de "banquete de bodas" que no me acaba. Supongo que comer en la terraza debe ser otro tema totalmente distinto, pues las vistas son preciosas.

Pedimos de entrantes una coca con morcilla muy rica, recién sacada del horno estaba realmente buena. Las croquetas de cocido no las probé (no como pollo), pero mis acompañantes dijeron que estaban muy buenas, y desde luego el calibre es algo fuera de lo común, las más grandes que he visto nunca. Siempre que veo pulpo a la brasa no puedo evitarlo, es un plato que me encanta. En esta ocasión esta muy bueno, pero algo seco, cosa que se paliaba con el puré de patatas que lo acompañaba. El carpaccio de sepia es de 10, sin duda el mejor plato que comimos. La sepia sucia (con su tinta) mantiene todo el sabor, incluso se ve potenciado por ese corte fino del carpaccio, y la textura es excelente.

Pedimos dos arroces para compartir, un arròs negre bastante bueno, con el punto del arroz un poco por encima de cocción de lo que me a mí me gusta, aunque tengo que reconocer que soy de arroz más bien poco hecho. El sabor era bueno y el allioli casero que trajeron exquisito, así que lo disfrutamos. El segundo arroz del senyoret, también bastante bueno y algo mejor el punto del arroz.

Pantagruélica fue la selección de postres caseros, donde destacaría el arnadí y la tarta de queso.

La carta de vinos es bastante extensa, con algunas faltas en vinos blancos y espumosos, pero nada grave. Las copas son correctas y el servicio es bastante atento, no demasiado profesional en el tema del vino, pero siempre amable.

Interesante restaurante para tomar un buen arroz en un buen entorno.

Visité con mi pareja el restaurante "La Matandeta" un sábado para comer. Lo habíamos visto al pasar con el coche varias veces y las referencias de otros veremeros nos animaron a ir: decisión excelente.

Uno de los entrantes fue las "Croquetas de puchero con queso de cabra y curry". La camarera nos recomendó sabiamente que pidiéramos una por persona. Buen consejo: ¡no he visto croquetas más grandes en mi vida! Pero en esta ocasión la cantidad no estuvo reñida con la calidad. Las croquetas hacían el sabor auténtico del puchero, de ese que hace la madre o la abuela y que intentamos repetir todos en casa (algún día lo conseguiré)

El segundo entrante fue el "Mullador de caballa y tomate de huerta". También riquísimo y de ingredientes de calidad.

Como plato principal tomamos una arroz que no veo ahora por la carta: "Arroz de pulpito y alcachofas". Nos encantó su sabor y además muy distinto a lo habitual (al menos en mi regimen).

El vino no recuerdo cual fue. Fue un blanco valenciano que no conocía y que no me dejó ninguna impresión en especial. El servicio fue correcto (copas incluidas)

No tomamos postre pero sí café. Es lo que más caro me pareció en comparación al resto de la carta: 3 euros.

Queremos volver y probar a comer en el exterior que tiene pinta de ser una experiencia.

Gracias al Facebook y un concurso que organiza Mª Dolors (y a mi hijo mayor) descubrimos este restaurante invitados por su dueña, dentro de la celebración de las Jornadas Gastronómicas del Aceite de la Comunitat Valenciana, al menú degustación de las Jornadas. Un menú degustación centrado en los diferentes aceites que se producen en esta Comunitat, equilibrado, original, maravillosamente presentado que ha supuesto un grandísimo descubrimiento por el local y por algunos platos y preparacíones. No puedo hablar mucho de sus vinos porque ni siquiera vimos la carta. La carta de platos es amplia y original. Con concesiones a la tradición más clásica de la cocina valenciana (ante todo de La Marjal) y recursos actuales o platos "modernizados" que poco a poco intentaremos degustar.
Para repetir y aconsejar.

Teniamos muchas ganas de probar este restaurante por el que habíamos pasado cientos de veces al estar tan orillado a la carretera de la marjal. Resultado: comida cara para el servicio y la calidad ofrecida. Arroz del senyoret pasado. El vino tres cuartos de lo mismo, carta escasa y cara. El postre nada del otro jueves. El local muy agradable aunque imagino que en verano mejorará, con vistas a la marjal y al aire libre. Los wc muy acogedores y limpios. El trato agradable, sin más.
No creo que repita.

Ayer comida en La Matandeta con toda la familia. Día de Navidad y el tradicional puchero que sigue preparando María Dolores. Ese día se vuelve a meter en la cocina y nos prepara el puchero que cocinaban su abuela y su madre. A mí se me saltaron las lágrimas entre cucharada y cucharada de ese caldo, regalo de los dioses, y me acordé de mi iaia, y de tantas navidades pasadas en familia, esta vez con la familia de La Matandeta. ¡Qué lástima que María Dolores solo quiera preparlo el día de Navidad!. A ver si entre todos la convencemos para que haga como en las Fiestas de Moros y Cristianos, el medio año y nos regale otro dentro de unos meses. De los entrantes, que precedieron al suculento puchero y que preparó Rubén Ruiz jefe de cocina y yerno, destaco la ensalada, un abanico de colores en pleno invierno en el que no faltaban tres clases de coles, las alcachofas de invierno, las frutas de los bosques, los primeros tirabeques que traerá la primavera.... Para llorar de emoción.
Bebimos Olivastro, un vino de autor, variedad bobal, Utiel-Requena.

Llevo muchos años visitando este restaurante. Es mi lugar preferido para celebraciones y reuniones familiares. mi última visita, con motivo de las IV Jornadas Gastronómicas de la cocina de los helados. Este año, Rubén Ruiz está que se sale, técnica y creativamente. A destacar el martini blanco con helado de boquerón en vinagre o la papada ibérica confitada en aceite de la Sierra de Espadán, con su piel crujiente y helado de peras. La nueva generación, representada en Rubén y Helena viene dando caña. Pero María Dolores y Rafa siguen allí, cuidando de la casa y su entorno. Cuando empezaron eran dos aficionados en un mundo de profesionales. Ahora que son profesionales, se lleva lo amateur. Gente contracorriente que crea tendencias. Hace diecinueve años, era imposible comer una paella de pato, pollo y conejo en la zona. Ellos la incorporaron. Era imposible encontrar postres caseros fuera del socorrido flan con naranja o sin ella, y de las natillas. Ellos instituyeron el pastelón de la abuela como referente. Sin embargo, no aparecen en ninguna guia, ningún crítico habla de ellos, como si el silencio de unos fuera indiferencia, y de otros muchos como yo, una forma de preservar su esencia y personalidad. Merece la pena conocerlos. Mi última visita fue el 18 de agosto.

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