Tienen autenticidad.

Llevo muchos años visitando este restaurante. Es mi lugar preferido para celebraciones y reuniones familiares. mi última visita, con motivo de las IV Jornadas Gastronómicas de la cocina de los helados. Este año, Rubén Ruiz está que se sale, técnica y creativamente. A destacar el martini blanco con helado de boquerón en vinagre o la papada ibérica confitada en aceite de la Sierra de Espadán, con su piel crujiente y helado de peras. La nueva generación, representada en Rubén y Helena viene dando caña. Pero María Dolores y Rafa siguen allí, cuidando de la casa y su entorno. Cuando empezaron eran dos aficionados en un mundo de profesionales. Ahora que son profesionales, se lleva lo amateur. Gente contracorriente que crea tendencias. Hace diecinueve años, era imposible comer una paella de pato, pollo y conejo en la zona. Ellos la incorporaron. Era imposible encontrar postres caseros fuera del socorrido flan con naranja o sin ella, y de las natillas. Ellos instituyeron el pastelón de la abuela como referente. Sin embargo, no aparecen en ninguna guia, ningún crítico habla de ellos, como si el silencio de unos fuera indiferencia, y de otros muchos como yo, una forma de preservar su esencia y personalidad. Merece la pena conocerlos. Mi última visita fue el 18 de agosto.

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