Muy bonitas vistas, incluso se podria decir que unas magnificas vistas. Y desgraciadamente poco mas,muy poco mas. Servicio voluntarioso pero bastante deficiente. Tardaron 35 minutos en dignarse acercarse a nosotros. Los cubiertos los tiraban mas que los colocaban en la mesa. En cuanto a la comida nos dieron virutas de iberico, mi cuit, lubina (desde luego no salvaje) y cochinillo todos ellos insipidos y con fallos evidentes en su punto de coccion. Sólo se salvó de la quema el huevo escalfado con setas y patatas (muy bueno y sabroso). Postres muy normalitos. Carta de vinos nada emocionante, pocas referencias innovadoras y en la mayoria de los casos muy caros.Tomamos una botella del Rincon y otra de San Roman para cuatro personas. Coste por persona 100€. Por ese precio hay infinidad de restaurantes mucho mejores tanto en materia prima, cocina ,como , indudablemente, en servicio. Esta claro que esos otros restaurantes no tienen esas vistas.....pero no creo que merezca la pena pagar 100 euros por simplemente eso. No entro a valorar la decoracion del restaurante porque eso va a gustos pero las sillas son , como ya se dice en otro comentario , poco comodas.

Lo dicho por los demas anteriormente, las vistas y el local muy buenos, una comida buena y un buen servicio de vino.
El precio algo elevado 2 menus y un Matarromera del 2004 175€.
Volvere cuando haya una carta para elegir

Restaurante con espléndidas vistas, un atardecer de ensueño. Menú muy equilibrado, exquisito de principio a fin, nos dejamos aconsejar y fue un verdadero placer, espectacular el arroz de bogavante. Más que correctas las raciones y un Jefe de Sala sumamente cualificado. Repetiremos.

Supongo que lo unico que le falta a este nuevo restaurante dirigido por el equipo de La Sucursal es tiempo, tiempo para poder cambiar la sillas tan incomodas, por muy de diseño Warhol que sean, tiempo para dar a elegir entre un unico menu degustacion, que es lo que ofrecen o una pequeña carta en la que optes a comer lo que tu elijas, tiempo para darle personalidad propia a un Restaurante que aparentemente promete llegar mas lejos que el espacio que ocupa en la novena planta del Confortel Aqua 4 estrellas.
La maestria de su jefe de sala, su buen hacer y su gran profesionalidad no son suficientes si debes cobrar casi 100€ pax con vino, si quieres destacar sobre los demas, los camarareros deben serlo tambien.
En cualquier caso y en honor a la verdad, el conjunto es sorprendente, el menu degustacion es generoso, muy bien compuesto y presentado, una carta de vinos con autenticas joyas de la corona pese a no tener excesivas referencias, los vinos convenientemente tratados, conservados y servidos ademas de recomendados por su experto jefe de sala que hace las veces de somellier, cambio de copas, no envinado, ni decantado si no lo solicitas, postres muy ricos e interesantes a la vez.
El lugar es hermoso, tiene algo eclectico, buena musica fondo chill out, vistas magnificas a la Ciudad de las Artes, atmosfera agradable para un excelente punto de encuentro, mejorando solo unos pequeños detalles puede ser que estemos frente a una grata sorpresa.

Una vez más se cumple la regla de que las buenas vistas son inversamente proporcionales a la calidad gastronómica. En este restaurante las vistas son excepcionales, la comida nada del otro mundo. Para empezar no hay carta, te "proponen" su menu de degustación que consiste en cuatro aperitivos, media ración de pescado y media de carne, con pre-postre y postre. Para hacer esta "propuesta" se debería estar seguro de que las raciones no son raquiticas y que las presentaciones y sabores no son vulgares con nula creatividad y un servicio regular (excepto el sommelier-maitre que es un excelente profesional). El servicio de vino fue correcto.
Por cierto, tan cerrada es la "propuesta" que no disponían de ningún queso para acabar con el vino que quedaba en la botella. Lo más parecido a un menú de boda donde todo está ya predeterminado.
Lo dicho para ir a mediodía a ver el paisaje y llevar turistas pero para comer no