La no adaptación a los nuevos movimientos/corrientes/tendencias gastronómicos puede ser una de las claves de la pérdida de protagonismo de El Cenador de Salvador en el panorama gastronómico madrileño, teniendo en cuenta que a priori lo tenía todo (estrella Michelin hasta el 2011, buena ubicación, escuela incluida, hotel, zona para eventos, etc…), en la actualidad y aunque tenía bastante interés en conocer El Cenador, acudo (y se acude en su gran mayoría) a través de una “imposible” oferta de menú degustación (10 platos) a 30 euros. Acudir sin la oferta puede incrementar la cuenta de manera considerable.
En honor a la verdad, el uso de esta propuesto lejos de obtener un resultado menor o diferenciado, te permite disfrutar de una agradable velada con interesantes propuestas gastronómicas (algo clásicas) en un local que por el que no parece que pasa el tiempo, con amable y esmerado servicio. El tiempo dirá que fue de este “diferente” lugar.
La oferta incluye un maridaje que rechazamos. La carta de vinos es escasa, con propuestas varias a previos medios-altos. Nos decantamos por Solanera Viñas Viejas 2013, de Bodegas Castaño (DO Yecla), un tinto 70% Monastrell, 15% Cabernet Sauvignon y 15% Garnacha Tintorera. Muy buena propuesta, correctamente servido y que incremento la cuenta en 28€.
Respecto del menú degustación:
Como aperitivos “quiche de verduras“ (excelente); chupito de gazpacho de remolacha (muy bien de densidad y de sabor, muy bueno); y dos pequeñas piezas de croquetas de ave (mi compañera intuye ¿mostaza? ¿Nuez moscada?; buenas en todo caso).
El menú se inicia una “consomé con hortalizas y gambas”, correcto; para seguir con un clásico de la casa “huevo a baja temperatura sobre patatas cremosas y jugo de carne; con trufa blanca”, cumple con el objetivo, esta bueno; continuamos con una “brandada de bacalao” (excesivamente clásico, pero correctamente preparado; bueno), “merluza” (igualmente cumple); “pato con manzanas y setas” (muy buen plato en cuanto a sabor y preparación, pero con una presentación muy pobre”, los postres correctos.
Sensación de falta de adaptación y de cierto clasicismo (no relacionado con la decoración francesa y ambiente del local, que es muy interesante (incluido la presentación de mesa, copas, etc…), para una muy buena velada a precio de risa; sinceramente con unos pocos más riesgos no me hubiera importado que se incrementase la cuenta.