Restaurante Sacha en Madrid
Restaurante Sacha
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
50,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
Domingos y del 1 al 10 de agosto.
Nota de cata PRECIO MEDIO:
67 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
7.1
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.9
Comida COMIDA
8.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.4
RCP CALIDAD-PRECIO
7.1
Tortilla de boquerones con piparras
Jurel con escalivada
Tuétano asado
Tortilla Vaga de Criadillas de Tierra
Cecina de Caballo
Falsa Lasagna de Erizo
Opiniones de Sacha
OPINIONES
33

La cocina de Sacha es tradicional, con algunos toques de sofisticación y está basada en unas muy buenas materias primas. La carta tiene una parte prácticamente inamovible, en la que se encuentran los platos de toda la vida, los que la madre de Sacha Hormaechea cocinaba cuando abrió el restaurante, como la famosa (y muy buena) brocheta de rape y langostinos. El resto de la carta varía con mucha frecuencia, según mercado. Ofrece un apartado de platos “contundentes” donde siempre ofrece tres o cuatro propuestas muy atractivas: ventresca ibérica, bullabesa, merluza de auténtico pincho, etc. Además una amplia lista de sugerencias del día: empanadas de xoubas, las famosísimas y extraordinarias ostras (escabechas o fritas), unos berberechos a lo simple gruesos y sabrosos, etc.
Los precios de los entrantes están en el entorno de los 12-15 E. y los principales entre 18 y 25 E. Postres, sobre 5,50E.

La atención en sala suele ser uno de los puntos más criticados de este restaurante. Con nosotros siempre han sido de lo más correctos y el jefe de sala suele ser muy agradable (desde luego, nunca se ha mostrado prepotente, como hemos leído en más de una ocasión). Es cierto que Sacha solo saluda y habla con los conocidos, algo que queda muy poco elegante. A nosotros, la primera vez nos llamó la atención. Ahora pasamos y disfrutamos de lo importante.

El comedor es un lugar pequeño con aires de bistró, bastante agradable, a pesar de que haya quien le achaque que se nota el paso de los años.

Pero lo que es un verdadero placer (un “must”, como dicen ahora) es su terraza ajardinada de verano, situada en la trasera de la calle Juan Hurtado de Mendoza. Fresca, rodeada de árboles y con mucho encanto.

En nuestra última visita tomamos como entrantes:

Salpicón Xeitoso de rape y langostinos, con el pescado templado y los langostinos laminados, con un ligero toque de plancha, acompañado por una pincelada de guacamole que le iba estupendamente. Estaba buenísimo (nada que ver con la idea común que se suele tener de un salpicón).

Falsa Lasaña de Txangurro: uno de los platos que no nos cansamos de pedir. Delicadas láminas de pasta rellenas de un txangurro bien guisado. Hay otra versión, con erizos en vez de txangurro, igual de buena (cada cual tiene su preferida).

Como segundos

Ventresca de atún ibérico: uno de los platos estrella de toda la vida. Se trata de una ventresca a la plancha, con una loncha de tocino ibérico por encima, acompañada de una potente salsa, en la que las últimas veces ha sobrado un poco de aceite balsámico. Buena materia prima y, buen punto del pescado. El único problema es que algunas veces falla la temperatura de servicio, ya que es un plato que se enfría enseguida.

Lubina al hinojo: un buen lomo de lubina salvaje-salvaje, perfecta de punto y sabor.

Postre.

Filloas: muy buenas. Rellenas de crema y piña.

Con un Arzuaga 2005 (21,50 E.), agua mineral, 2 cafés (2,50 c/u), y un gin tonic de Tankeray (no hay muchas marcas de ginebra donde elegir y sólo me ofrecieron Schweppes como tónica) (7,50 E.), un total de 135, 81 E.

Sin duda uno de nuestros favoritos de Madrid, y, posiblemente, la terraza que más nos gusta.

Después de varias visitas, éstas quedan de sobra justificadas con excelentes platos que resultan insignes en el panorama gastronómico. Hablamos de una cocina de corte tradicional con notas personales de Sacha.
Ese salpicón de mariscos (qué rape, qué langostinos, qué aceite...),la milhojas de xoubas (qué sardinas, qué cebolla y pimientos caramelizados), la ventresca de atún (qué ternura), el steak tartar, la brocheta de rape y langostinos ...
Es cierto que la carta no se renueva, que los postres flojean, que aunque se hayan esforzado en actualizar la carta de vinos, todavía resulta insuficiente; pero este sitio tiene encanto (no sé si alma) y a mí no me defrauda.
Además, ahora en verano, su terraza es un aliciente más.

Un clásico de la capital, con más de treinta años de en la ciudad, que presenta cocina de base tradicional con algún toque innovador. Calidad en su materia prima y buenos puntos de elaboración, consolidan una propuesta más que correcta, pero que no llega a entusiasmar.

El lugar, de ambiente clásico, tiene aires de antiguo bistrot francés, con un encanto especial. Aunque el excesivo número de mesas le hacen perder en comodidad. Su servicio es extremadamente clásico; mucho protocolo y también demasiada distancia con el cliente.

De entre lo que probé, me gustó mucho la falsa lasaña de txangurro y erizos de mar y también bastante bueno el steak tartar. Los postres, algo flojillos.

La carta de vinos es interesante, con una base clásica pero también con referencias de corte más moderno; eso sí, algo pasada de precio. Su servicio, la verdad, bastante bueno.

En definitiva, un restaurante de calidad; aunque tanto a su servicio, como a su propuesta gastronómica les falta pasión para lograr ser una de mis referencias importantes.

No quisiera extenderme demasiado, pero si quereis una opinión más detallada podeis verla en http://gastronomodesaparecido.wordpress.com/

Al local se accede por una zona ajardinada que esta enfrente del restaurante “El Olivo”. Es muy complicado aparcar en la zona , por lo menos los fines de semana, es mejor dejar el coche al aparcacoches del restaurante.
Teníamos muchas ganas de conocer este gran clásico de Madrid, había oído maravillas de sus platos, y además siempre que llamábamos para reservar nos decían que estaba completo. Bien, pues el primer gancho fue directo a los ojos, el maitre es una persona que roza lo desagradable y marca bien su territorio si no eres de los de los “suyos”. Con aires de superioridad e indiferencia, nos tomó nota de los aperitivos antes de que nuestras posaderas dieran con las viejas, incómodas y maltrechas sillas del local.
Una carta corta con producto, y algunas sugerencias, nos decidimos por unos berberechos, unos magníficos ejemplares pero no muy bien ejecutados, los hemos comido bastante mejores y con mucha menos publicidad. Después una falsa lasaña de txangurro, que estaba muy buena pero algo escasa en cantidad. Como platos principales, un mero en alboronía buen producto también y bien trabajado, y una pluma de buey al ajo, muy buena, pero escasa. Para finalizar un postre de chocolate que nos resulto simple.
La carta de vinos es corta, con mucho rioja y ribera, alguna estrella brillaba pero con unos precios altos, encontramos un Regajal 2006 a 20€. Bien conservado, pero las copas no nos gustaron mucho.
Copa no tomamos, el ambiente al menos para nosotros “los extraños”, no estaba para tomar una copa. Pero pudimos observa en la mesa de al lado como ingerían sin problemas un gin tonic de Bombay con una rodaja de pepino. Oyen tiros pero…
Francamente la experiencia en este restaurante fue negativa, nos llevamos una gran decepción, un servicio estresado por culpa del maitre, mucho ruido e incomodo. Es un clásico en Madrid, que creo que esta hecho para los clásicos de Madrid.

Inmensa alegría.
La comida excepcional, el lugar bonito, la relación calidad precio magnífica y, en definitiva, la experiencia maravillosa. Longueirones con manojo de mar, zamburiñas con lima, falsa lasaña de erizos, ventresca con ibérico, alcachofas fritas, steak tartar. Ninguno de los platos destacaba por encima de los otros, porque todos ellos estaban sublimes: producto de primera, punto de cocción óptimo... Sacha pendiente de nosotros toda la cena, servicio de vino cuidado, amabilidad a raudales... ¿Qué más se puede pedir? Pues para mi, nada, rozando la perfección. Sin duda, al menos para mi, una experiencia gastrónomica única y emocionante.

Gran decepción.
La comida aceptable, el lugar bonito, la cuenta abultada y la experiencia muy decepcionante.
El servicio extremadamente distante. Fuimos ignorados tanto por el maitre como por el resto del servicio durante la mayor parte de la cena.
Llegamos de los primeros y tomaron nota antes a cuatro mesas que llegaron más tarde que nosotros.
Reservamos por nuestro aniversario con díez días de antelación, llegamos de los primeros y sin embargo nos dieron la peor mesa, porque el resto fueron ocupadas por amiguetes suyos.
El cocinero (creo que también el propietario) pasó toda la noche repartiendo saludos y risas en todas las mesas, menos en la nuestra. Me asalta una duda, si el cocinero estuvo en la sala toda la noche, ¿significa eso que no solo no participó en la elaboración, sino que ni tan siquiera supervisó ninguno de los platos que tomamos?
Teníamos grandes expectativas y grande fue la decepción.
No se en que apartado indicar la experiencia así que lo indico en "entorno".

Segunda vez que acudo y nuevamente, muy buenas sensaciones. Esta vez en la terraza (luces íntimas y muy agradable). Carta reducida e invariable, pero con platos atractivos. Buena calidad. Para 4 personas: Entrantes: pequeñas navajas de Finisterre (buenas), milhojas de xouvas (para mí de lo mejor del sitio), salpicón de marisco (impresionante). Segundos: Ventresca de atún (de las mejores sino fuera pq abusan del romero), Higaditos con arroz, Buey lomo en tacos (según se opinó en ambos platos, muy buenos), Sopa de cebolla en verano???(lo + flojo). Postres: Filloas (éstas, no terminan de convencerme). Regado con dos botellas Rueda de Nieva Pie Franco, en hielo. Carta de vinos excesivamente corta. Precio por persona: 55 €. . Muy correcto.

Restaurante,con aire de "bistrot francces",pequeño y mesas bastante juntas (IMPRESCINBLE RESERVAR).Cocina basada en el producto,con una carta casi invariable desde hace años-lo cual me parece perfecto,sí los platos estrella p.e. ostras fritas o escabechadas resulta que se han acabado al mediodia y no se repone para la noche,siendo un producto de facil localización-.Cena:berberechos al vapor,ensalada de queso de cabra gratinado y canonigos con aceto balsamico,arroz con setas y perdiz,falsa lasaña de oricios y postre de chocolate,infusión y cafe irlandes,vino Blanco Nieva Pie Franco 2005;todo correcto.Carta de vinos,copas y servicio también correctos-aunque estando de maitre y sommelier Laureano Lopez catador habitual de la guía gourmet,esperaba más en los tres aspectos-.Precio orientativo 40 EUR+VINO+IVA

Quizá fui un mal día: servicio atropellado, temperatura del vino abominable y cocina discreta. Cuatro sentados en una mesa minúscula. Si quiere ser un bistró debería tener precios de tal.

Lo primero, me desagradó el ambiente tan rancio, algo que no me esperaba. Los camareros también tienen aspecto de otra época, la decoración me parece horrorosa, bueno, al menos, no es mi estilo. Pero en cuanto a la comida, irreprochable, y eso es lo que cuenta. La ensalada Sacha está muy rica, la compartimos; luego, como es otoño, pedí el arroz con setas y perdiz, sencillamente sabroso, todo en su punto, un manjar absoluto. El bacalao de otoño lleva trompetas de la muerte encima, encontré éstas un poco arenosas, pero bueno, el bacalao en su punto, muy bueno. En los postres, genial de nuevo: me recomendó el camarero "mel y mató", una receta de Girona, deliciosa! (viene a ser requesón con miel, pura delicadeza). Las filloas, que tomó mi compañera, en cambio no me gustaron, pero ella decía que estaban de miedo.

La carta de vinos es breve, presentada en dos hojitas, no es propio de un sitio en donde se come tan bien. Pedimos un Lan 99, y nos traen un 2000, pero bueno..., tampoco era para matarlo... Buenas copas y servicio impecable.

Sólo una queja, algo que no entiendo: que los entrantes y sugerencias del día (medias raciones) se tarifen casi como los platos contundentes (también contundentes de precio), es algo que tendrían que revisar. Pero en fin, un sitio así ya hace lo que quiere.

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