Restaurante muy comentado en esta página. Sigue siendo en mi modesta opinión uno de los mejores de la capital. Un elegante espacio donde te atienden de maravilla y donde se come estupendamente.
Como llegamos tarde no podemos optar a su menú degustación así que tiramos de carta. Nos deleitan con un par de aperitivos en forma de crema de lentejas y tomate con su “tierra”.
El pan es punto y aparte. Varias opciones, a cada cual más apetecible pero en mi caso tengo que darle al de maíz. No siempre tengo la oportunidad de catarlo. Maravillosamente rico.
Como entrantes yo me decanto por unos tallarines de begihaundi. Presentados en una preciosa cazuela de metal. Acompañados de una yema de huevo cocinada a baja temperatura. Están de muerte. Finísimos con muchísimo sabor. El huevo es un acompañante perfecto. Buena sintonía entre ambos productos. Platazo.
Mi prima ha preferido algo más “clásico” pero uno de los platos que deberían ser obligatorios en la carta de un restaurante. Yo he tenido la ocasión de probarlo en numerosas ocasiones y creo que siempre con buenos resultados. Hongos salteados, huevo a baja temperatura y royal de foie en dos tiempos. Un plato regado por un caldo que se come en dos partes. Primero los hongos con el huevo, posteriormente, caen a la parte baja del recipiente los restos de la yema de huevo y el caldo que se mezclan con el foie. Exquisito.
Como segundos ella elige la lubina plancha con puerros asados y emulsión de romescu. Todo perfecto. Incluso esa salsa que no suele ser demasiado de mi agrado está un tanto distinta a la que he degustado en ocasiones, más a mi gusto. Buen producto y excelente calidad del pescado.
Yo “ataco” un rape asado con carbón de txipis y crema de apio-nabo. Nuevamente alto nivel. Calidad y perfecta la mezcla. Más esponja que carbón así que facilísimo de degustar. Mucho sabor a txipis. La crema suave y agradable. Otro plato destacable.
En el asunto vinícola y muy bien aconsejado por mis compis de catas, me decido por un Organza Sierra Cantabria 2012. Viura. Malvasís y Garnacha blanca. Crianza en barricas de roble francés. Al abrir la botella la nariz es suave y en boca se muestra casi hasta “facilón” pero a medida que respira tanto sus aromas como su cuerpo ganan y mucho. En breve disfrutamos de un vino con presencia de madera pero muy a mi gusto. Incluso mi “difícil” compañera de viaje me comenta que está muy rico. Buena señal. Un postgusto largo, un vino con mucho cuerpo. Gracias majetes, habéis acertado.
Dejo que la “sana” elija un postre y tengo suerte. Se decide por una espuma de arroz con leche con helado de maracuyá. Un postre fresquísimo. La espuma finísima, el helado sorprendente, potente. Dos sabores contrapuestos pensados para “casarse”. Matrimonio perfecto. No podemos estar juntos pero mucho menos separados. Genial idea. Refrescante cien por cien pero a la vez te hace “tiritar”. Bien, muy bien.
Como no podía ser de otro modo, Mi acompañante pide la carta de infusiones y se decide por un “agua pintada”. Una de Rooibos con naranja. Yo lo siento pero no puedo con esos olores y menos aún con esos sabores. Será “muy sano” pero lo sano y lo rico muchas veces no coinciden precisamente con mis gustos.
Mi “cortao” clásico me satisface muchísimo más. Además nos los acompañan por su ya clásicos detalles “fin de fiesta” en forma de crema de chocolate, madalena y teja. No fallan nunca. Creo que sería una pena que cambiasen.
Pues una cena de altísimo nivel. Sigo pensando que este local se merece esa estrella que fue un tanto “fugaz”. Esos entendidos sabrán el porqué pero en mi modesta opinión no han sido justos.
Para ver alguna foto: http://gastiondo.blogspot.com.es/2016/12/restaurante-aizian-bilbao-tuchelin-dira.html