Tras la visita grupal teníamos una cita pendiente de amigos al día siguiente de acabar el trabajo y, tras un paseo en velero, acudimos al restaurante a reunirnos con los de secano. 

Los anfitriones habían preparado, junto al chef Luis Veira y al maítre Santiago Diéguez, un menú especial más allá de la Experiencia Raíces. Aquí hay una cocina de vanguardia pero con raíces en la cocina de producto tradicional, no en vano fueron los padres los que obligaron al chef a meterse en los fogones. El local es muy luminoso con amplios ventanales y unas vistas de A Coruña preciosas, además de una maravillosa y panorámica del Atlántico; maravillosas.

En una mesa imperial nos sentamos todos (15, creo) con mantel sencillo, vajilla de diseño, buenas copas y un servicio de sala muy académico de vieja escuela con buenas recomendaciones en vinos (sin apretar) y un servicio del mismo en un muy alto nivel. Para beber tomamos algunas cervezas (los que esperaban) y agua para todos más unos vermuts (diez en concreto) de Nordessia muy bien preparados; en vinos comenzamos con un gran albariño O Pereiro magnum (raro de encontrar en ese formato), luego un par de botellas de un extraordinario La Viña de Martín Escolma 2018 de pequeña producción y solo en añadas excepcionales, y seguimos con dos botellas del mismo elaborador, A Torna dos Pasas 2020, un Ribeiro tinto muy interesante. En los postres un espumoso de albariño que al final fueron dos botellas de Terras de Lantaño espumoso.

Para comer:

. aperitivos: mejillón en tempura, crema de fruta de la pasión y, juntas y al centro, esferificación de aceituna, crujiente de arroz, queso azul coliflor y café, mantequilla de cítricos (con pan regañá) y oreo salado. Unos bocaditos de perfecta elaboración técnica y muy agradables.

. tomate con tomate: sobre un licuado de tomate verde, un trampantojo de tomate con una emulsión interior de helado de tomate rojo. Espectacular presentación texturas temperaturas... y sobre todo de sabor. Platazo.

. jurel marinado, crema de queso y foie, palomitas, naranja y helado de fresa: de nuevo mezcla de texturas, temperaturas, sabores... Sorprendente conjunto en el que nadie destaca pero están todos ahí y con presentación espectacular.

. espuma de pan helado de pimientos asados y anchoa con esferificaciones de aceite y de vinagre. También cuidada presentación y sabores potentes sin estridencias.

. foie, trufa, palomitas y helado de las palomitas: de nuevo potentes sabores y temperaturas y texturas. Si se puede poner algún pero es a las repeticiones de palomitas y helados si bien aportan en todos sus platos, choca un poco la repetición. Poca presencia de la trufa en este caso; por contra el helado un gran acierto aunque también habrán repeticiones de helados diferentes en otros platos.

. tupinambo guisado con berberechos, algas, panceta y yema de huevo: con un aporte crujiente de tupinambo frito más unos ingredientes que son todos puro sabor intenso y ahí están cada uno con su protagonismo.

. salmonete desespinado a la plancha y angulas de monte al ajillo: un buen plato de pescado, con original compañía; aquí destaca la calidad del producto.

. cereza caída del árbol: no estaba prevista pero ante el éxito de la visita anterior, tuvieron a bien incluirla como extra. Genial creación.

. cordero guisado con navajas y bogavante: aquí sale la cocina clásica con un cambio y arriesgando en los ingredientes consiguiendo un plato de puro sabor. Muy bien.

. almejas abiertas al vapor y guiso de lentejas con bacalao: almejas abiertas simplemente la vapor pero luego van con picante café y percebes; por otra parte el guiso de lentejas con bacalao. Dos por uno como una misma entrada.

. oreja de cerdo carabineros cocochas y trufa: aquí más presente la trufa pero es que con esos ingredientes no se puede fallar. Muy bien.

. mango coco y helado de te verde: sabores tropicales pero sin sensación de excesos de azúcar, además de refrescante.

. pistacho frambuesa y helado de lima: los elementos están ahí pero no acaban de integrarse como conjunto. Se esperaba algo más dulce.

. petits fours variados: todos en buen nivel como pequeños bocados en presentación que me recuerdan tiempos pasados de La Salita. Notables.

Opción para los cafés y las infusiones más los orujos sobre demanda y por cortesía de la casa.

El precio y el menú fue lo pactado, que no será lo que haya en una situación fuera de la amistad con el chef y con uno de los dueños.

Hay que mencionar que de forma paralela al comedor hay otro local, low cost, llamado "La Taberna de 5 mares", para que, como dice el chef, todo el mundo (precio medio 20€) pueda conocer algo de su cocina. También merece una visita, pero ya será en otro viaje.

Como cena final de congreso y en amplio grupo de comensales nos reunimos en este local en la ubicación actual que es una auténtica maravilla (ver fotos) de paisaje y de local como bien describe el amigo @JOAN THOMAS en su anterior comentario.

En la terraza exterior tomamos los consabidos aperitivos varios  y bebidas, tomados de pie junto a mesas altas; entre los aperitivos destacar la esferificación de aceituna, el tartar y especialmente la llamada "cereza caída del árbol" un trampantojo de cereza madura sobre una tierra de albahaca y que no hacen nunca para estos eventos multitudinarios pero por la relación personal con la organización lo hizo como excepción y bien que merece la pena. Los más amigos pudimos repetir al final y vino con una temperatura algo más baja y aún resultó mucho mejor y más explosivo en boca; nos comentaron que llevaba en el interior mermelada de cereza. Una pena que se alargara tanto en el tiempo esta parte de la cena.

Una vez entrado al edificio por un pasillo tunel con luces leed a modo de árbol de navidad, llegas a los salones de eventos para sentarnos en amplias mesas de diez comensales donde noté a faltar un pequeño apunte con el menú. El servicio de la cena y del vino se mantuvo bien en todo momento; eficiente, buenos tiempos, temperatura de servicio, etc..; en los vinos recuerdo que el tinto fue un Fariña (¿un Toro en Galicia?, supongo que los tintos gallegos se van de precio) y en blanco Laxas 2022. El agua era Cabreiroa. tanto con o sin gas.

Para cenar nos sirvieron:

. entrante: un salpicón sabroso sin excesos de vinagre, que me pareció un muy buen plato.

. principal: cordero asado, una pierna entera de un cordero lechal tierno y muy en su punto sobre un trigo sarraceno que complementaba bien. Sobresaliente.

. postre: milhojas de vainilla de Tahití tan bueno como difícil de comer. Sobresaliente. Hay quien cambió por una ensalada de frutas bien preparada.

. petit fours: con el café e infusiones, como si se tratara de una cena individual; me pareció algo pesado en boca o es que ya andaba demasiado lleno. Notable.

Las sensaciones de la cena fueron que pese a ser evento multitudinario (unos 300) la calidad estuvo muy sobrepasando la media de estos eventos y que cualquier aperitivo o plato estaría perfectamente en carta de un estrella Michelín como es el caso. Las circunstancias del evento (el año que viene lo organizamos nosotros) no me permitieron tomar las adecuadas notas y ponerlos en valor. El precio lo desconozco pero seguro que pasa de los 100€ por persona.

La suerte es que tenemos una cita tranquila y especial para mañana.

Ultimo día en Santa Cruz de Oleiros, y visita prevista al restaurante estrellado Arbore da Veira en el parque de San Pedro en A Coruña a las 13h30. La dirección que aparece en los anteriores comentarios de Verema es la de su antigua ubicación antes del 2018, por lo que he abierto una nueva ficha del restaurante.

El nuevo local está situado en un agradable parque (Parque de San Pedro) en lo alto de una colina desde la que se divisa a 360° la ciudad de A Coruña y se puede llegar a él en coche y en teleférico.

Junto al local del restaurante se encuentra un bar de su propiedad, donde poder tomar un aperitivo antes de sentarse a la mesa del restaurante. Ahí descubrí un vermouth gallego (Petroni) que me encantó y del que me traje un par de botellas.

Al frente de los fogones se encuentra el Chef Luis Veira, antiguo patrón del desparecido restaurante estrellado Alborada (donde actualmente se encuentra Salitre). Su cocina es muy creativa, de autor, sabe combinar texturas y sabores diferentes obteniendo resultados sorprendentes y con como telón de fondo el Océano Atlántico.  Tiene una estrella Michelin y dos soles Repsol.

El restaurante es de diseño, inundado de luz exterior, sus mesas están desnudas y decoradas de manera diferente, los sillones son cómodos y las vistas son impresionantes. Pienso que también posee salones privados.  La vajilla es de autor, la cubertería es contemporánea y  la cristalería Riedel 001. El servicio de sala fue atento, muy agradable, simpático  y profesional (hasta el momento de los postres...) dirigido por el jefe de sala, que es el mismo que estaba ya en Albareda . El servicio del vino fue muy bueno, con explicaciones, consejos y buen servicio del sumiller,- presentación, primera cata, descorche, y servicio continuado durante toda la comida. Tienen una carta de vino con 250 referencias.

El restaurante propone dos menús degustación y la carta. Optamos por esta ultima que paso a detallar a continuación :

Primeramente nos propusieron dos pases de snacks, que fueron un buen augurio de lo que iba a seguir.

Entrantes

La cereza que cayó del árbol, un trompe-l'œil de cereza, un clásico de Luis Veira, que una vez abierta nos muestra su contenido, una bola de foie gras recubierta de cereza, con cereza liquida y acompañada de virutas de albahaca . Excelente

(Las fotos correspondientes a los siguientes platos, aparecerán por imperativos técnicos de Verema, en el  primer comentario)

Carpaccio de gambas y zamburiñas con pil pil de ajillo. Que intensidad, riquísimo.

Compartimos :

Cocotxas de bacalao al pil pil con guisantes, buey de mar y trufa, otro plato excelente, de esos que no quisieras que se acabasen.

Platos principales :

Vieiras a la gallega con puré de patata trufada

Rodaballo con verduritas

Ambos platos, de cocina tradicional puesta al día, estaban perfectamente preparados, tanto el primero que tomo MC, que encontró exquisito, como el mío. en su perfecto punto de cocción, con la piel crujiente y su perfecta textura interior.

Los panes que nos sirvieron estaban muy ricos.

Para beber tomamos agua Km 0 a voluntad (precio forfait) y una botella de vino blanco, que nos aconsejó el sumiller tras explicarle lo que nos apetecía, Valdesil Pezas da Portela Godello 2016 DO Valdeorras. Bodegas Valdesil (Vilamartin de Valdeorras-Ourense) Cepajes 100 % Godello. Este vino se produce exclusivamente a partir de las 11 pezas (parcelas) históricas a 500 m de altitud, que fueron plantadas a lo largo del s. XX en las laderas pizarrosas de la aldea de Portela. Son los viñedos de Godello mas viejos de España. Tiene un proceso de maceración de 12 horas a una temperatura de 8ºC. La fermentación tiene lugar durante 2 meses en barricas de roble francés donde permanece durante 6 meses mas con sus lías. Su color es amarillo brillante. Es un vino elegante, muy mineral con mucha personalidad, fresco y sabroso, con muy buena acidez y un final largo en boca. Nos gustó mucho.

Como postres tomamos :

Milhojas de vainilla de Tahiti

Soufflé caliente de almendras tiernas

El primero excelente, el segundo controvertido pues nos sirvieron un soufflé que en realidad no era un soufflé, era un coulant. Les dijimos que no nos habían traído el postre solicitado y el jefe de sala accedió a cambiárnoslo. Poco después nos volvieron a servir otro "soufflé" de las mismas características, por lo que volvimos a reclamar.

Para servirnos los petits fours y gourmandises que acompañaron a los cafés, nos enviaron a la pastelera con quien mantuvimos una entretenida conversación sobre el controvertido postre y tuvo que reconocer que efectivamente no se trataba de un soufflé sino de un coulant, se excusó y nos dijo que transmitiría esta información al Chef para que cambiase el nombre en la carta.

A partir de este momento tuvimos la sensación de que habíamos desaparecido del restaurante, ninguna palabra de nadie, ninguna sonrisa... solo la presentación, a mi demanda, del aparato para pagar la cuenta con la tarjeta, sin ningún intercambio mas. Evidentemente cuando nos levantamos de la mesa para marcharnos nadie se despidió de nosotros.

Finalizamos con dos cafés y unos buenos petits-fours

La cuenta ascendió a 66,50 €/persona. Muy buena RCP. Un restaurante que nos gustó mucho... fue una excelente experiencia gastronómica hasta el momento en que apareció la problemática del postre. A pesar de este incidente, lo recomendaría. Nosotros, desde luego no creo que volvamos cuando estemos de nuevo por A Coruña.