Fieles a la cita otoñal en Castellón y fieles a la misma peregrinación anual con necesario paso por esta arrocería dado que hay gente de fuera y una necesaria cercanía al hotel de trabajo, volvemos una vez más.

Hay importantes cambios en el local con una ampliación de la planta baja vecina que ha permitido habría una nueva (muy nueva) sala muy luminosa, formato tubo capaz de albergar grupos en mesas alargadas y que ha ampliado las posibilidades de clientes quedando ahora constituido por 3 salas: la entrada, el salón privado (altillo) y la ampliación. Nos ubican a los 8 comensales en la nueva con mesas bien vestidas buenas copas, vajilla y cubertería básica.

El servicio de sala también se ha ampliado pero nos sigue atendiendo el dueño, Sergio, lo que es de agradecer. El servicio fue a mal ritmo en parte por culpa nuestra con el retraso en la llegada del personal porque no todos los trenes y coches llegan a la vez lo que perjudicó el ritmo de la comida en base a parón, aceleración y salida precipitada: habrá que organizarse mejor para la próxima.

En la carta de vinos también algunas novedades y me parece más variada de lo que recordaba; elegí para todo Las Rocas de San Alejandro 2019 un tinto aragonés de garnacha que gustó y que ya conocía como ganador en una cata ciega familiar; previamente y durante hizo falta aguas con y sin gas, algún refresco y alguna cerveza de presión. El servicio del vino descorche prueba y primer llenado de copas para pasar a autoservicio pues el llenado del aforo y la estrechez de paso de camareros no permite muchas alegrías.

Para comer ya se habían encargado los arroces y elegimos los entrantes de la carta. Lo que comimos:

. detalle de la casa: ensaladilla rusa: bien integrada y cortada. Bien

. plato de jamón ibérico de Guijuelo (20€) x 3: un clásico de la carta, muy buen jamón recién cortado a mano sabroso y en su punto de grasa. Muy bien.

. sepia con alioli negro y picada de avellanas (15€) x 2: buena materia prima y buen punto de aliño. Más que bien.

. quisquilla frita (18€) x 2: curiosa forma de preparación, muy crujiente la fritura y buena quisquilla. Sorprende para bien.

. arroz con rodaballo y gamba roja (22€): unos ingredientes de alto nivel pero que no consiguieron integrarse en un arroz (creo que se añadieron muy al final) algo pasado de cocción y con un fondo algo requemado. Fallido para un especialista en arroces; quizás nuestro parón inicial contribuyó a ello.

. arroz con costillas setas y foie (20€): aquí creo que nuestra prisa hizo sacarlo antes de tiempo quedando zonas de arroz muy entero; se salvaron las costillas y el foie, algo que por su sabor no puede fallar.

. postre: fruta pelada y helado: refrescante final muy necesario. Más que bien.

No dió tiempo para el postre para todos porque tuvimos que salir precipitados para iniciar ya la sesión de trabajo. Solo unos pocos nos permitimos unos buenos cafés y a correr. Una pena alternar cosas buenas y menos buenas.

Pues eso, estamos en 2022 y hay cita anual de amigos en Castellón para un par de días. Hay otras opciones de restauración en la ciudad, y que igual alguno quisiera explorar, pero eso es solo para la primera noche; las otras 3 comidas van a tiro hecho, desde hace algunos años, por seguridad de acierto, al menos mientras no haya tropiezos.

No hay cambios en el lugar y si algo más de puntualidad en las llegadas de los comensales; incluso me adelanté y me permitió hablar y disfrutar de los comentarios de Sergio en cuanto a vinos, apreciando más su buen conocimiento, lo que me confirma que además de los buenos arroces de Susana, con él hay buen servicio en sala y buen aporte en el tema de vinos.

Esta vez fue solo una mesa, larga mesa, con unas cervezas y aguas a la llegada. Un par de nosotros tuvimos la suerte de que nos abriera un Regente palo cortado que podía haber seguido en toda la comida pero nos limitamos a un par de copas de aperitivo con unas buenas aceitunas y frutos secos de entretenimiento. Para la comida y en vinos según pacto previo, dispusimos sin ningún recorte de cantidad de vino ni en el blanco que no recuerdo ni en el tinto Casa Castillo monastrell 2020  que acompañó bien el segundo arroz y podía haber sido también vino de los entrantes. El servicio, por estar el local lleno más la alta velocidad de ritmo de platos por necesidades horarias de salida, se limitó a descorchar y dar primer servicio en buena copa, siguiendo luego en plan autoservicio.

En el apartado de comidas y tras un irresistible de probar AOVE Aires y un buen pan, nos prepararon:

. plato de jamón ibérico De Castro González (20€): muy amplia ración de un muy buen jamón recién cortado a mano y con diferentes niveles de grasa añadida. Más que bien.

. tomate valenciano con salazón y piparra: un poco de antioxidantes de un tomate bien de sabor y madurez, bien el resto de ingredientes.

. croqueta de cecina D.O. Leon con foie (14€): las croquetas son un valor seguro aquí y ésta fue muy aplaudida; la cecina la ahuman aquí. Muy bien.

. arroz de galeras con sepia (17€): media ración por persona y con una excelente presentación desde cocina; buen punto del arroz, buena ración, bien de tropezones. Recomendable.

. arroz de costilla ibérica con setas, foie y trufa (20€): media ración por persona; con estos ingredientes hay sabor para dos platos. De los mejores de la casa (y aquí no se falla en arroces).

. postres varios 85-6€): varias peticiones diferentes en el grupo como la tarta de queso con helado de vainilla que estuvo bien, fruta natural preparada, torrija, tarta de manzana y alguno más que no recuerdo. Todos bien.

Unos rápidos cafés / infusiones por limitaciones horarias porque aquí la sobremesa se hará en la cena; una pena no tener tiempo para tomar otra copa del vino generoso...

¿Hasta el año que viene? Ojalá.

Fieles a la cita anual de la sede castellonense con amigos de diferentes provincias (salvo el año pasado) hace que parezca que recuperamos normalidad, aunque la verdad es que estamos en otro mundo.

El local ya está descrito y no hay cambios, pero esta vez hubo necesidad de colocar dos mesas, una abajo donde siempre y otra en el piso de arriba y repartirnos según las horas de llegada. Ya nos juntariamos todos en la cena de despedida a la que nadie quiere faltar. El menú pactado por el organizador local y que aquí es arroz, o mejor dicho, arroces ya que siempre prepara un par de ellos para un mejor disfrute sobre todo de los de allende de la comunidad. Sergio y Susana siguen en forma y lidiaron con las diferentes horas de llegada y de salida haciendo gala de su buen carácter.

El vino fue un verdejo de Javier Sanz que sigue en forma, colocado en la mesa y sin restricciones de cantidad en correctas copas y a buena temperatura; previamente unas cervezas de presión y unas patatas chip de aperitivo calmaron el hambre de los más madrugadores. En la parte sólida tomamos:

. sepionet plancha con alioli negro y avellana: un buen aliño, bien preparado, esta vez sin tinta. Bueno.

. croqueta de carabineros: muy buena, crujiente por fuera y melosa por dentro. Muy recomendable.

. arroz de rodaballo y gamba roja: media ración generosa, buena cocción, buen fondo y sabor. Bien.

. arroz de verduras y setas: nos sorprendió y ganó en votos al anterior. Buena sorpresa.

. sorbete de fruta y otros optaron por la fruta cortada y pelada: cumple como toca.

Unos rápidos cafés porque había que empezar el trabajo conjunto. Dejaremos el tiempo de relax para la noche.

Ha pasado un año y hay nueva cita para disfrutar del arroz. No hay cambios en el local ni en los planteamientos. LLeno hasta la bandera. Una mesa de 10 asistentes que ocupa la zona central del comedor con llegada escalonada de ciudades diferentes pero arrancamos poco a poco ya que a las 16 horas hay que salir sí o sí para comenzar el trabajo.

Buen pan y rosquilletas algo troceadas. Cervezas de inicio. La carta de vinos no ha cambiado aunque hay algún añadido que aceptamos con gusto por lo poco frecuente: Tajinaste blanco 2018 de una interesante uva: listán blanco. Gustó bastante y tomamos 2 botellas. También agua de Benasal grande.

Para comer y de forma pactada (los horarios diferentes obligan):

. buñuelos de bacalao: quedaron algo quemados en su exterior y con poca intensidad de sabor

. anchoas del Cantábrico: con aguacate y tomate. Notable tamaño y muy bien de sabor.

. sepias con su tinta: hechas enteras con almendra y ajo negro. Muy buenas.

. croquetas de gamba roja: tamaño correcto, bien de sabor. Interesantes.

. paella de alcachofas sepia y galeras (media ración): espectacular en su presentación, magnífico fondo y perfecto de punto de arroz, un par de galeras por persona, bien de tropezones. Hay que conocerla.

. paella de costillas de ibérico, setas y foie: buen fondo, costillas estaban conservadas (¿en orza?), buena presencia de foie. Muy recomendable.

No hubo postres (el reloj aprieta), sino solo cafés y se acompañaron de unas trufas de chocolate de alta calidad que no dió tiempo a disfrutar como se merecían.

Local tipo tubo con pocas mesas posibles y una barra pequeña al fondo que sirve más para los cafés y cervezas que para otra cosa. Planteado como un local de cocina mediterránea en el que los arroces son el punto central pero que, fideuás aparte, no descuida ni las entradas ni los vinos.

Bastante lleno, mesa alargada pegada a la barra, con poco espacio para servir. El vino se dió a catar y muy escaso servicio adicional, teniendo que esperar para enfriar la segunda botella de cava.

En la espera de la llegada de todos los comensales, unas cervezas previas y el ofrecimiento (hacía años que lo oía) de generosos como aperitivo. Acepto la oferta de un palo cortado de Romate que cunde ejemplo y se piden otros dos.

Como entrantes:

. tomate raff con ventresca, cebolla y piparras

. tartar de atun rojo con pistachos

Principales en media ración, bien servidos con buena ración y buen punto de cocción y sabor:

. paella de galeras, sepia y alcachofas

. paella de costilla ibérica, setas y foie

Postre:

(no recuerdo lo que compartimos)

La carta de vinos con curiosa presentación contiene tanto blancos, tintos como (pocos) cavas con opciones interesantes a precios habituales y detallando las uvas de su composición. Es una pena que no hay más escalones de precios ya que la oferta se ecentra exclusivamente en vinos de 15-25€ sin alternativa en carta de alguna opción de más calidad. Nosotros arrancamos con un par de botellas del cava Privat Laietá Gran Reserva (24 €) y al final un tinto Almirez 2015 (25€) para los arroces. Ambos recomendables y que gustaron.

Unos cafés con prisas porque el horario apretaba. Un sitio recomendable para tomar arroces con hasta 11 referencias diferentes.