Sorprendido gratamente por la atención y la oferta gastronómica de este restaurante. Son varias las posibilidades que parecen variar con frecuencia, según producto obtenido y estación . Probamos muchos platos a compartir, la mayoría sorprendentes, gustosos , intensos y fundamentados en buen producto , buena ejecución y coherencia con algo de riesgo. Todos los platos tienen una personalidad propia, cuesta encontrar su denominador común. Desde el bacalao rebozado con mahonesa Teriyaki a la impresionante tortilla de txangurro. Una ensaladilla rusa con textura de puré de patata sin atún pero con jamón. Los chopitos sedosos, no crujientes. Las alcachofas con parmesano que no tienen que envidiar a ninguna otra. Una cocina de altura. De esas que tratan de poner hoy día en pinchos pero que por calidad y cantidad no se pueden concentrar en un pincho porque se te cae o te mancha..pues de esas , pero en la mesa y con cubiertos. Nos perdimos el tuétano con tartar de gamba y el mollete de almadraba, cambia la carta...Buen servicio , amable y dispuesto , rápido. Estuvimos fuera , muy cómodo , entre calles, curioso...La carta de vinos creo que precisa mejora , sobre todo sabiendo lo que tienen en Málaga...apostar por los vinos de la tierra en un restaurante así , casi es una obligación...
Comida para cuatro en el interior del local, pues el calor malagueño nos hizo descartar la terraza.
Un trío de buenas ostras Guillardeau del número 2 para comenzar, tras las que compartimos un rica ensaladilla rusa y un sublime tuétano gamba ya descrito en comentarios anteriores.
Como platos principales, unas maravillosas albóndigas de rabo de toro para dos, bonito del norte con huevo frito, y steak tartar.
De postre, tocino de cielo para dos comensales y tarta de queso payoyo para los otros dos, una tarta de queso de verdad.
Lo acompañamos todo con una botella de Manzanilla Origen Callejuela (18 €), una copa de Palo Cortado Península Lustau (4 €) para las albóndigas y tres copas del moscatel Zumbral (2.5 € cada una) para el postre.
Estupendo servicio.
Viernes noche en Málaga y La Cosmopolita está a rebosar. La ajetreada barra se convierte en un espacio deseado a conquistar, mientras que en la sala se reparten los precavidos con reserva. Sorprende la diversidad de edades y de perfiles que llenan el espacio, fiel reflejo que la propuesta de Dani Carnero está abierta a todo tipo de clientes. En la barra, lo mismo se despacha raciones de jamón y queso o unas magníficas albóndigas de rabo de toro que un tartar de atún con trufa.
Dani Carnero ha sabido combinar una carta ecléctica que satisface tanto al que busca un tapeo clásico como aquellos que andan a la caza de un punto más de libertad y riesgo. La cocina de La Cosmopolita es muy directa, en momentos podríamos calificarla como hedonista con un gran producto y un tratamiento cuasi mínimo, pero en otros se sale de ese camino para ponerte delante de la mesa un guiso de legumbres o unas espinacas a la crema. Inequívocamente se trata de una cocina abierta a las estaciones, al día a día y al deseo de llevar adelante su propia inquietud. La recomendación era ponerse en manos de Dani Carnero y así se hizo.
La Cosmopolita es una gran taberna, con platos de amplio espectro y esa generación de una sensación de potencial asombro porque se siente que pueden acontecer platos que verdaderamente lleguen al paladar. Pareciera que Dani Carnero a veces improvisa en la añadidura de ciertos ingredientes y a veces el riesgo de cocinar a puerta gayola, aunque sea en base a cierto sibaritismo, lleva consigo olés o cogidas.
Son imprescindibles la ensaladilla, el tartar de gamba y tuétano, esa mantequilla con anchoas y caviar y el elegante tocino de cielo. Cabe remarcar el gusto del cocinero por esos puntos salobres que impulsan el sabor de los platos y mantienen el paladar despierto y también por un tratamiento mínimo de buenos ingredientes como en el apreciable tartar de atún, el notable tataki de salmonete y en esa presa ibérica tan bien escoltada. En cambio la tortilla de txangurro pecó en esta ocasión de voluptuosidad y las legumbres pueden mejorar su textura.
Dani Carnero está en el proceso de apertura de un nuevo establecimiento en la capital malagueña de nombre Kaleja. Un espacio en principio menos bullicioso enfocado a vivir momentos más relajados y gastronómicos que en su Cosmopolita, que seguirá en la brecha tabernaria. Si volviera a Málaga, retornaría a La Cosmopolita a ponerme en las manos de Dani Carnero y de su equipo porque en esta casa pueden acaecer muchas cosas buenas.
Post completo en http://www.complicidadgastronomica.es/2019/04/la-cosmopolita/
Comida 7,5
Servicio 8
Entorno 6,5
RCP 7,5
Otro que no puede faltar en una visita en Málaga, que además cogimos con ganas porque fue nuestra primera parada. El AVE llegaba el viernes a las 14.20 y a las 15.15 ya estábamos sentados ahí (está a un paso del hotel en que nos quedamos) en pleno centro.
Local pequeño e informal pero con decoración agradable. Nosotros comimos en la terraza, una lástima que la tuvieran todavía con la configuración el invierno, porque con el buen día que hacía era una pena estar separados de la calle.
Carta no muy amplia, pero de las que te pedirías todo. Yo tenía muy claro que iba a acompañar toda la comida con generosos, que es lo que pide la carta y el local (tienen una selección variada y muy interesante). En vinos tranquilos por copas andan más justos en alternativas, pero lo que sirvieron cumplieron adecuadamente.
Caña de cerveza y manzanilla “Micaela” (2,50 €) con unas aceitunas para empezar, mientras ojeamos la carta. Manzanilla agradable y muy apetecible. Todo para compartir entre 2:
*1/2 de ensaladilla (5 €). Curiosa, pero muy rica. Llevaba tacos de jamón y la patata muy machacada y con mucha mayonesa, lo que le daba un punto de cremosidad. Si le añades el pan artesano que sirven para acompañar la comida…..pues para comer toneladas
* ”Tartar de ventresca de atún” (20 €) lo presentan con huevo roto y algas. Lo mejor de la comida (y eso es mucho decir).
Ambos platos cayeron con un Fino “Perdido” (5 €)….ni me molesto en decir nada de la combinación. Espectacular.
* “Sashimi de Salmonete” (16 €) que acompañan con una salsa preparan a base de Aceite, Siracha, Ajo, Perejil y los interiores del Salmonete. Pedazo de producto con el acompañamiento adecuado
* “Calamar plancha” (18 €). Si un calamar lo puedes partir con el tenedor, no hace falta decir nada más sobre la calidad del producto y lo bien cocinado que está.
Estos me los bajé con una manzanilla “La Sacristía A/B saca primera 2017” (6 €). No la conocía y me ha dejado impactado. Pedazo de vino.
*”Albondigas de rabo de toro” (15 €). Se deshacían en la boca. Y acompañado de unas patatas fritas ricas ricas. Fue de la mano de un Amontillado “NPU Sanchez Romate” (4 €) que fue perfecto, aunque como vino me pareció un escalón por debajo que los 2 anteriores.
De postre, nos recomendaron la tarta de queso (6 €). Caímos. Y en buena la hora. Hecha con queso payoyo, que se notaba. Excelente broche
Todo lo anterior por 114 €, que no es barato, pero es un precio muy razonable dado lo bien que comimos.
Mención aparte el excelente servicio. Amable, profesional, muy agradable y cercano en el trato. Comimos muy cómodos.
Pues otro al que habrá que volver…. Y es que se me quedaron platos en el tintero que vi en otras mesas como la tortilla de txangurro al oloroso o el tuétano de vaca con tartar de gamba…..cómo debían de estar!!
Siguiendo los consejos de alguien que entiende mucho de esto y que siempre está a la última, nos procuramos una reserva para poder cenar una noche allí en nuestras pasadas vacaciones en Málaga. En el momento de hacerla nos consultaron que dónde preferíamos cenar: terraza o dentro. Les dije que donde ellos estimasen que mejor íbamos a estar y nos colocaron en la terraza. Aunque ésta se sitúa entre las muchas otras que hay en todas las calles del centro de la ciudad, la de La Cosmopolita se distingue perfectamente de las demás por la elegancia del mobiliario que la conforma (perfectamente podría tratarse de mobiliario de salón interior) y por una acertada separación de la zona de tránsito de viandantes hecha con maceteros y plantas que aportan cierta calma e intimidad. Buenas sensaciones nada más tomar asiento.
En la cosmopolita se ofrece una carta más bien corta con platos que resultan altamente atractivos y alguna que otra propuesta fuera de la misma que esa noche se limitó únicamente a dos. Dani Carnero, cocinero y propietario, cuenta con una dilatada formación de la mano de Martín Berasategui o Ferrán Adrià entre otros y con una carrera empresarial destacable que le llevó no hace mucho a poseer varios restaurantes. Sin embargo, ahora ha decidido limitarse a este espacio y hacer aquello que más le gusta: ponerse el delantal y cocinar.
La cocina de Dani Carnero gira en torno al producto el cual se presenta y condimenta con otros ingredientes más o menos sorprendentes y con un mayor o menor riesgo en unos u otros platos. Nosotros degustamos:
- La rusa: ensaladilla con daditos de jamón. Visualmente solo se distingue la patata en la base del plato, una mahonesa muy fluida y los daditos de jamón asado como cúspide del mismo. Tampoco se despliega una amplia amalgama de sabores al degustarla, pero ello no es motivo suficiente para que no nos resulte deliciosa. Al contrario: bajo esa aparente sencillez se esconde un plato prodigioso que sorprende, además, al servirse templada y no fría como suele ser costumbre.
- Caballa en escabeche, los inicios del ceviche: Dados de caballa de una perfecta tersura cortados con extrema precisión acompañados de un escabeche muy suave en el que destacan las notas punzantes del vinagre de Jerez. El plato se corona con un poco de cebolleta.
- Tuétano gamba: Se sirve en dos platos distintos. En el primero encontramos medio hueso de cañada asado y en el segundo un tartar de gambas que se revuelve con el aliño una vez en la mesa y en presencia del comensal. Se invita a degustar ambas degustaciones combinándolas sobre unas finas tostas que acompañan al conjunto. Así lo hacemos y quedamos maravillados.
- Tortilla encebollada de txangurro y oloroso: La tortilla está muy poco cuajada y sin una forma definida, a modo de revuelto. Perfecta la conjunción entre los cuatro elementos principales de la elaboración: el huevo, la cebolla, el crustáceo y el vino de la cocción.
- Ventresca de atún con verduras: En contadas ocasiones encontramos este corte excepcional en la carta de los restaurantes sí que lo pedimos nada más descubrirlo. No defraudó para nada. Si bien no tenía mucha grasa infiltrada como en otras ocasiones, la pieza resultó muy melosa y con una cocción magistral.
- Albóndigas de rabo de toro: Perfectas en cuanto a ejecución, tamaño y sabor, destacando sobre manera el jugo reducido que las acompañó de una concentración y sabor extremadamente delicioso.
- Chocolate: Acabamos la cena compartiendo un delicioso postre que combinaba diferentes tipos de chocolate, toffee y frutos secos. Una delicia para los muy fans del cacao.
Durante la cena bebimos unas cervezas al principio, una botella de Botani, un delicioso moscatel malagueño que ya conocíamos y un Aalto 2014 (la idea inicial era un Ferrer Bobet, pero no les quedaba). Tras el primer servicio hicimos el característico brindis por las vacaciones y nos percatamos que una de las copas (Riedel) tenía una pequeña muesca en su canto. Advertimos al servicio ante la posibilidad que algún comensal pudiese cortarse al acercar su copa a la boca. Rápidamente procedieron a cambiárnosla, pero por una de muchísima menos calidad, así como las que sacaron cuando se sirvió el vino tinto (muy normales). Debieron interpretar que habíamos roto la copa al brindar y, ante la posibilidad de que rompiésemos algo más, optaron por sacarnos copas menos buenas. Un feo detalle. No les dije nada. Al fin y al cabo ello son los profesionales de esto y nosotros unos simples aficionados. Destacable el número de propuestas en carta, algunas de ellas a muy buen precio.
El precio final se incrementó con los vinos elegidos. Se puede cenar por bastante menos dinero.
Oficio y oficio. ¿Bar? ¿Restaurante? ¿Casa de comidas? No sé, pero se come del copón de Avignon.
Cocina y servicio de oficio. Camareros y cocinero te recomiendan y reconvienen en la comanda; te sugieren. Cercanos e impecables. Carta con un montón de cosas apetecibles. Cuesta decidirse. Te bienrecomiendan.
La carta de vinos es un pelín confusa, si bien se puede encontrar algo apetecible y vino por copas. Me abarloé en manzanilla Callejula madura.
Amos al lío. La ensaladilla rusa más rara que he comido. Templada. Cremosa. Con jamón. Rara y riquísima. Rebañando pan.
Boquerones en vinagre ricos y solventes. Tapa de bar cuidada. Sashimi de urta con una especie de pisto de sabor intenso y concentrado; riquérrima. Ortiguillas intensas y cremosas. Tórtola como para comerte una docena. Y el tocino de cielo más delicioso que he comido nunca.
Dicho más en corto: Salí más contento que un perro con dos colas.
¿Lo peor? Que me quedé con ganas de probar el despiece de corvina y cuando me iba salía un puchero de berza que inundó el salón de un aroma delicioso.
Nota: Pan de Alcahucín. Creo que el mejor pan que he comido en un restaurante.
Local pequeño y céntrico con terraza, en una calle peatonal muy cerquita de la catedral de Málaga.
Carta corta de cocina disfrutona, ideal para compartir, de esas que te apetece pedir todos los platos.
Para abrir boca unos ricos boquerones en vinagre con patatas chips y unas sabrosas ortiguillas rebozadas.
Continuamos con un plato compuesto: tuétano asado con carpaccio de quisquillas. Se coge una oblea, se pone encima una cucharadita de tuétano y otra de carpacio y para dentro. El toque graso de la médula combina de maravilla con el frescor de la quisquilla. Para repetir.
Terminamos con una tortilla de txangurro, que consiste en una tortilla poco cuajada con cebolla, y el interior del crustáceo preparado a la donostiarra por encima. Una brutalidad.
No hubo hueco para el postre. Para beber un Botani, moscatel seco fresquito de la Serranía malagueña.
Ojo que se llena, mejor reservar. Precio muy correcto, unos 40 euros por barba. Un imprescindible en Málaga, la cocina nos recordó mucho a Sacha. Sin duda, volveremos.
No se nos ocurrió otra cosa en nuestras vacaciones en la Costa del Sol, que elegir la semana en la que Dom Vinos hacía el traslado a su local del centro de Málaga, así nos lo explicó amablemente Antonio cuando intentábamos reservar en su restaurante, por lo tanto, una de nuestras “actividades” fijas del verano, cancelada.
De todas formas, Antonio, ya me sugirió en otro chat un par de sitios en Málaga, uno de ellos, La Cosmopolita, fue el que visitamos.
Tiene terraza, que ese dia estaba “impracticable” debido al calor que reinaba, mucho mejor dentro, con su aire acondicionado y su ambiente de taberna andaluza puesta al dia.
El sitio no es muy grande, pero las mesas están muy bien dispuestas para no interferir en las conversaciones de otros comensales, las sillas son muy cómodas.
Lo lidera el cocinero Dani Carnero, que ha trabajado con alguno de los grandes, ahora, por lo que he leído, trabaja para poner al dia algunas recetas tradicionales.
Nos atendió el que parecía el jefe de sala, un servicio excepcional, profesional pero cercano, buena guía y sugerencias, de echo, nos puso el freno cuando vio que pedíamos demasiado, y acertó, para seguir pidiendo, siempre hay tiempo.
Las raciones son generosas, pedimos varias raciones para compartir, éramos cuatro, estas fueron:
- Ensaladilla rusa, la carta dice, pruébala y luego me cuentas, buen marketing, no pudimos resistirnos y la probamos. Muy buena, recordando a las de antes.
- Albóndigas de rabo de toro, buenas, tiernas y una forma original de comer el rabo de toro, para variar.
- Tartar de gambas y tuétano asado, el hueso, por un lado, el tartar, por otro, y tu lo mezclas y lo pones en una lámina de pan, previa explicación del ritual, que esto no se te ocurre a ti solo.
A mi me pareció demasiado suave, especialmente el tuétano, lo encontré flojo, quizá el plato es así, por ejemplo, a mi mujer le encantó....
- Huevos rotos con gambas, pimentón… soberbio, textura, sabor, intensidad… nivel, lo mejor de la comida.
- Pluma ibérica con verduras, correcta y con una salsa para sucar pan.
- Presa ibérica strogonoff, correcta.
Las carnes estaban bien, buena materia prima, pero quizá precisamente por eso, porque es buena materia prima y no hace falta tocarla mucho, la mano de Dani Carnero, no se hace tan patente, yo recomendaría, en mi modesta opinión, los otros platos donde la mano del cocinero si tiene más protagonismo.
Compartimos un tocinillo de cielo, buen tamaño para compartir, muy bueno, duró tres segundos, no era cuestión de encantarse…
La carta de vinos la recuerdo atractiva, variada, no muy extensa, el calor apretaba, así que el cuerpo nos pedía un cava fresquito, nos preguntaron qué tipo de copa queríamos, el cava, estando frio, necesitó unos minutos en la cubitera para alcanzar la temperatura adecuada, al menos adecuada para nosotros, que esto es muy relativo.
Un par de refrescos y un par de cafés.
Sin duda, fue una buena recomendación, y eso es muy valioso, porque en una zona repleta de restaurantes a la caza del turista, encontrar un sitio como este, a veces no es nada fácil.
Gracias Antonio.
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