Restaurante que destaca sobre todo por su ubicación. Una antigua alquería valenciana, restaurada con cierto encanto. La carta de vinos bastante justa y con referencias muy clásicas. La comida se puede mejorar, el queso con membrillo no enamora; el pastel de berenjenas, correcto, pero sin más. El esgarraet con una presentación bastante clásica. De lo mejor las cocas de verdura. Pedí rodaballo y estaba pasado de cocción. Demasiado tiempo en la salamandra. A destacar en lo negativo el pan. Pan hecho en el restaurante, pero para mi gusto impresentable. Cobrar 45 euros por persona, sin postre, merece un pan bastante mejor.

Nombre muy apropiado para un local lleno de encanto en el que se puede disfrutar de esta, nuestra luna. En el medio de la huerta se ubica esta alquería reformada en la que se puede disfrutar de una magnífica velada.
La cocina es sencilla, básicamente arroces y algún entrante sencillo. Recomendable el "arròs a banda" y el de langosta.
La bodega es correcta, poco arriesgada pero con grandes referencias que nos aseguran el éxito.
Muy recomendable para enamorados, o para enamorar...

Lo mejor el entorno, sin duda. El restaurante está ubicado en una alquería del siglo XVIII en mitad la huerta valenciana. En mi opinión la comida no es nada del otro mundo. La escalibada con mojama me pareció un plato vulgar y el crujiente de queso con membrillo aunque bueno podría haber pasado perfectamente por un postre, eso sí los medallones de solomillo ibérico estaban riquísimos y para finalizar el postre que no estuvo a la altura, el parfait de cereza me pareció demasiado dulzón.
Excelente carta de vinos y buen servicio aunque tuvimos que levantarnos a servirnos el agua ya que la botella no la dejaban en la mesa (no fuimos los únicos, en la parte de abajo observabamos como había más gente que hacía lo mismo), además de tardar demasiado tiempo en traernos la cuenta. Dos entradas, dos segundos, un postre para compartir, bebidas y cafés: 80€. No me pareció caro, pero por ese precio hay restaurantes mucho más solventes.

Otro clásico de los que faltaba en una relación completa!
En plena huerta valenciana, a mitad de camino entre Alboraia y Almassera...
Preciosa, antiquísima alquería del siglo XVI, pertinentemente rehabilitada, en la que se han respetado tanto la estructura como decoración, tapices antiguos, bonitas lámparas colgantes y cuadros que conforman un ambiente sumamente distinguido y muy acogedor.
Buena y cuidada cocina tradicional mediterránea y de mercado, excelentes arroces y algunos guiños de cocina de autor en una carta completa con buenas y sugerentes propuestas de todo tipo.
Paella de langostas, paella de verduras, arroz a banda, buenos pescados y carnes. Buen criterio a la hora de escoger las materias primas.
Bodega completa de interesante y esmerada selección, excelente mantelería, cristalería, presentación y atención de un equipo muy atento y profesional.
Es una lastima que ya no este el pianista que amenizaba con excelente gusto las bonitas veladas de este precioso restaur