Lo mejor el entorno, sin duda. El restaurante está ubicado en una alquería

Lo mejor el entorno, sin duda. El restaurante está ubicado en una alquería del siglo XVIII en mitad la huerta valenciana. En mi opinión la comida no es nada del otro mundo. La escalibada con mojama me pareció un plato vulgar y el crujiente de queso con membrillo aunque bueno podría haber pasado perfectamente por un postre, eso sí los medallones de solomillo ibérico estaban riquísimos y para finalizar el postre que no estuvo a la altura, el parfait de cereza me pareció demasiado dulzón.
Excelente carta de vinos y buen servicio aunque tuvimos que levantarnos a servirnos el agua ya que la botella no la dejaban en la mesa (no fuimos los únicos, en la parte de abajo observabamos como había más gente que hacía lo mismo), además de tardar demasiado tiempo en traernos la cuenta. Dos entradas, dos segundos, un postre para compartir, bebidas y cafés: 80€. No me pareció caro, pero por ese precio hay restaurantes mucho más solventes.