Un clásico de la restauración desde más de 40 años en una bodega de hace 115 años no debe hacerlo mal para sobrevivir todo lo pasado. El local situado en zona Patrimonio de la Humanidad, ya bien descrito por el amigo @JOSERUIZ no cambia ni falta que le hace; dispone de amplios salones capaces de albergar también eventos como el nuestro con una sala con demasiadas columnas pero que crea pequeños espacios con cierto asilamiento.
Aquí el servicio también está bien preparado aunque se nota inexperiencia que se suple con voluntad y trabajo; no en vano la bodega alberga la Escuela de Hostelería de la ciudad. Todo ello ha llevado a la consecución de numerosos premios de todo tipo y a la visita de cualquier personaje ilustre que pase por la ciudad convirtiéndose en un "imperdible" de la gastronomía española.
Para nuestro caso y como evento de grupo dispone de varios salones y el patio, hoy imposible por estar lloviendo, por lo que nos ubicamos en la bodega permitiendo una buena comodidad. Evento cerrado por lo que no vi carta de comidas o de vinos, siendo éstos últimos todos los propios de Bodegas Campos: Fino, blanco y tinto; hubo además los consabidos refrescos y cervezas durante los aperitivos que se sirvieron en el interior por la lluvia.
Lo que nos sirvieron:
. aperitivos: tosta de bacalao al AOVE, bombón de salmón, paté en croute y gel de Oporto, cazuelita de salmorejo y chupito de ajo blanco siendo estos dos últimos muy destacados dentro de un buen nivel.
. ravioli de marisco y viera: predomina la calidad del producto y el buen hacer en cocina para conseguir un buen sabor en el plato. Notable.
. rabo de toro trufado: un plato emblema de la casa y que se justifica por su sabor textura; siempre de difícil visualización en el emplatado pero aquí también manda el sabor. Recomendable.
. helado de naranja con aceite de arbequina: postre cítrico que siempre agradezco y más si hay calidad.
Algún PX se pidió en las mesas aparte de los cafés e infusiones. Fue una muy digna cena de final de fiesta a pesar de ser grupal.
Al hotel que la lluvia sigue y mañana se madruga para viaje.
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Fuimos por una recomendación para comer rabo de toro. Un restaurante popular y muy concurrido. Los patios y los barriles dedicados tienen una buena presencia. La carta de vinos está bien y sobre todo vinos de Montilla moriles. El servicio muy bueno y con buenos consejos. El Salmorejo y las Berenjena muy buenos, los flamenquínes muy sabroso. Aunque en otros restaurantes tambien encontramos muy buenos salmorejos.....pero a precios más bajos. Ahora el Rabo de toro, expléndido. Muy rico. Es un restaurante para ir por su comida y su entorno.
Un patio del rte.
cubas dedicadas
Recomendación de Antonio Gala
Berenjenas con miel de caña
Salmorejo
No siempre un restaurante popular y concurrido suele ser una buena opción, pero todos los consejos me llevaron a él y después de la experiencia pienso no iban desencaminados. Hoy en día un emblemático de la ciudad y podría decir de visita obligada, no es frecuente tener 35 años de éxito azaroso, vamos un imperdible.
Bodegas Campos fue fundada a principios de siglo XX inicialmente como bodega de vinos de Montilla-Moriles, para a principios de los ’80 dedicarse plenamente a la restauración.
Ubicado en plena centro de la ciudad, dispone de parking propio, circunstancia poco frecuente pero muy necesaria en estas estrechas calles tan faltas de aparcamiento como laberínticas. Decorado con motivos flamencos, taurinos y propios de una bodega. Rústico pero muy cuidado, lleno de recuerdos, encanto y tipismo. Dispone de una bulliciosa y concurrida barra apta para el tapeo y de numerosos comedores en los que comer de manera más formal. Mesas convenientemente vestidas y separadas entre sí. El servicio en sala atento, dispuesto y con conocimiento, ese tipo de camareros que encuentras en los establecimientos en los que hay continuidad, es decir, profesional.
La oferta culinaria se basa en el recetario tradicional de la zona. No falta el Salmorejo, Las Berenjenas Fritas, Rabo de Toro… Perfectamente ejecutada y elaborada con materias primas de calidad.
La oferta de vinos es reducida, básicamente puedes encontrar algunos de la zona y los omnipresentes de Rioja y Ribera del Duero. No obstante la cristalería es adecuada y el servicio de vino sigue los pasos básicos e inciales de la liturgia del mismo.
Compartimos entrantes y cada uno su principal
Ensaladilla con gambas y ventresca. Armonía de buenos y naturales ingredientes vegetales y generosa en gambas y ventresca. Lástima que las gambas no estuvieran limpias del todo, olvidaron quitar los intestinos. Un buen comienzo, acompañada de los famosos picos jerezanos.
Calamares a la andaluza. Sin más, ni menos, misterio que utilizar un producto de calidad y una fritura perfecta. Al ser a la andaluza no llevan huevo en el rebozado, tan sólo harina, resultan más ligeros y se aprecia mejor el sabor del calamar. Tiernos y suaves.
Berenjenas fritas a la miel de caña. Las mejores de todas las que probamos durante nuestra instancia en Córdoba y eso que en nuestro periplo cordobés las pedimos en todos los sitios a los que fuimos. Cortadas en forma de gruesos bastones o medias lunas, sin ápice de amargor, sin restos de aceite, crujientes por fuera y tiernas por dentro. Al preguntar por “su secreto” nos dijeron que previamente las salan para que pierdan agua y posteriormente las maceran con leche. Obligado pedirlas.
De principal yo comí Arroz de Rabo de Toro. Meloso, potente, muy sápido. Una vez cocinado de manera sosegada y paciente, como debe ser, el rabo de toro se incorpora a la cocción final del arroz. También se añade parte del caldo de la cocción del rabo al caldo del arroz. Tanto nos gustó que Ana me ha hecho varias veces su propia versión con carrilleras de ternera y con un resultado más que satisfactorio.
De postre un mejorable Helado de Naranja, al igual que el resto de postres que no pasaron de correctos.
Para beber tras las iniciales cañas de cerveza, empezamos con un Fino Eléctrico en Rama de Bodegas Toro Albalá para los aperitivos compartidos. Un fino que me gustó mucho, contundente, pero con clase y con un precio de auténtico chollo, alta RCP incluso entre los generosos andaluces. Para acompañar el arroz de Rabo de Toro nos decidimos por Orben, un riojano moderno, potente y con estructura que acompañó perfectamente el arroz de Rabo de Toro.
Restaurante sumamente recomendable en el que puedes disfrutar de una cocina tradicional cordobesa bien ejecutada y con buenas materias primas. Cuando pase por Córdoba es más que probable que repita, como muestra representativa de la cocina de aquella tierra.
Post completo ilustrado con fotos en: http://www.vinowine.es/restaurantes/bodegas-campos-de-cordoba.html
Tras una jornada de paseo por Córdoba con los patios como protagonistas y previa escala en el Bar Santos para probar su afamada tortilla de patatas dimos tregua a nuestros maltrechos pies en este local.
A tope se encontraba la sala pero nos hicimos hueco en el palo corto de la L que conformaba la barra. Cuánto me gustan esas comidas de estilo informal apoyado en una buena barra y sentado en taburete, soy de manías así.
No detallaré el aspecto del local pues ya está hecho en comentarios previos. Ambiente tradicional autóctono con solera a más no poder.
La admirable visión periférica del camarero hizo que rápidamente tuviéramos dos dobles de cerveza con unas aceitunas delante para ayudar a la elección. Posibilidad de medias raciones… no tenía sentido otra cosa, a pedir y compartir:
Dados de Bacalao Fritos con Ajo Asado. Sin misterios. Buen punto de la fritura, crujiente y sin rastro aceitoso. Dominio.
Patatas Cortijera con Picadillo de Chorizo. Bien tiernas, con su choricito deshecho por encima y su correspondiente aceite que empapa las patatas conforme va deslizándose por las mismas, unas tiras de pimiento y un huevo frito coronando que rompes sin piedad para conformar un bocado que, acompañado de un pellizco de tierno pan, te sube a las nubes en un visto y no visto. Acieeeeerto!
Rabo de Toro Deshuesado con Cremoso de Patatas. Desmigado correcto de sabor, potenciado por la salsita que acompañaba y un puré de patatas algo anodino. Usanza.
Hojaldre de Crema Ligera de Queso con Helado de Frutos Rojos. Qué mala es la envidia… ¿o no? pues lo pedimos cuando vimos servirlo a la pareja de al lado tras recomendación del camarero. Fino y bien conjuntado gracias a la crema cuya consistencia ayudaba en gran medida. Bueno también el helado que contrastaba intencionadamente con el actor principal del postre. Medido.
Dos dobles de cerveza más para completar la bebida.
El servicio resultó fundamentalmente eficiente, no se le escapaba una, en la tónica general del recibido en todos los sitios visitados durante el fin de semana.
En resumen, empresa clásica donde creo resulta imprescindible pararse a picar algo si te pilla por la zona con escasas posibilidades de salir defraudado.
Hojaldre de Crema Ligera de Queso con Helado de Frutos Rojos
Rabo de Toro Deshuesado con Cremoso de Patatas
Patatas Cortijera con Picadillo de Chorizo
Elegimos este clásico de Córdoba para comer el domingo, en plena fiesta de Patios, llevados por la tradición y el saber hacer que ostenta. Fuimos un grupo de 11 y concertamos un menú consistente en los siguientes:
- Aperitivos varios y paté de perdiz.
- Berenjenas con salmorejo/miel de caña.
- Rabo de toro ó chipirones encebollados.
- Helado y leche frita.
- Vinos.
Los aperitivos fueron servidos y amontonados en un plato grande, donde no puedo más que enmarcar los caramelos de morcilla que estaban deliciosos. Respecto del paté de perdiz sólo comentar que tenía demasiada grasa y el ave brillaba por su ausencia.
Las berenjenas –creo que fruto de la improvisación- estaban sosísimas y el rebozado –típico cordobés- era un poco de maicena no muy bien frita. Después de comerlas el día anterior en El Churrasco, el listón estaba alto. En Córdoba es difícil de conseguir un acabado tan poco agradecido para esta especialidad.
El rabo de toro fue servido en molde, deshuesado en la salsa estofada típica de esta ciudad. Para mi gusto hubiese preferido la forma tradicional, ya que esta parece obedecer a ahorro de costes de todo tipo. Estaba bien, digno, nada más.
Escogí los chipirones por no repetir con el día anterior. Cuatro ejemplares pequeños sobre un manto de cebolla ¿caramelizada?. Para mi asombro, estaban sin eviscerar. Me ahorro entrar en más detalles y me permito no opinar sobre los vinos. Un blanco sulfuroso y un tinto.
No creo que vuelva a este restaurante. Para finalizar, el servicio joven, lento e inexperto. ¿Debido a la política de costes?. La relación calidad/precio en la media/baja.
Bodegas Campos. Tradición desde 1908, y enclave. Desde un punto de vista de negocio, cuando una “casa” lleva operando más de 100 años, tiene que ser por algo. Hay que respetar estos negocios de restauración centenarios.
Parte de la estancia está decorada con barricas donde los “famosos” han firmado dejando su dedicatoria. La tiza eterna como recuerdo de experiencias culinarias. Entre las que me han llamado la atención, la del torero Juan José Padilla por la siguiente cita “El sufrimiento es parte de la Gloria, y gracias a esta reunión en Bodegas Campos la he revivido” (8-5-2012).
Como no, salmorejo, pura cremosidad con un mayor sabor a tomate que en otros degustados.
Seguimos con unas habitas baby con huevo frito, jamón y cebolla. Finura, y jugosidad provocada por la cebolla bien pochadita.
Procedemos con unas albóndigas de ibérico, salsa muy sabrosa, pero la carne estaba aderezada con ajo en especia que no es lo mío, ya que deja un fuerte sabor en boca.
Pero encontraríamos a continuación, un plato que nos ha encantado, que estaba directamente para hacerle una reverencia, un señor arroz de rabo de toro. Textura, suavidad, punto, sabor, de verdad para no parar; en definitiva uno de los bocados de estas vacaciones.
En el apartado dulce, un rico hojaldre con crema y frutas del bosque y un flojo helado de naranja con aceite de oliva, más que helado era granizado por su cantidad de hielo.
Decidimos volver a Bodegas Campos haciendo una segunda visita. Repetiríamos con el afamado salmorejo
Además degustaríamos; para acabar con la cata una berenjena fritas, esta vez cortadas en la forma de la verdura y algo apaisadas.
Realmente espectaculares. Una ensalada de tomate raf de verdadera categoría, que subiría de nivel si se sirviera menos frío.
Por otra parte, entre los integrantes de la mesa, se compartirían ciertos platos principales . En primer lugar un flamenquín de presa ibérico y jamón; correcto y jugoso, pero creo que ganaría con un jamón de mayor calidad que no aportara un regusto final algo ahumado. Solomillo del Valle de los Pedroches con patata panadera gustoso, con un punto rosáceo adecuado; puro producto sin más. Finalmente unas manitas de cerdo rellenas de foie, servidas deshuesadas, el relleno algo irregular, y les faltaba algo de potencia de su propia gelatina. No alcanzamos con estos platos, el nivel del arroz del primer día.
Destacan tanto el entorno como la RCP; sin duda un sitio a visitar en Córdoba. Carta de vinos tremendamente escueta.
Puedes ver el post que repasa tres tabernas de Córdoba...
http://www.complicidadgastronomica.es/2013/04/cordoba-tradicion-tabernaria/
Bueno pues el restaurante ha pasado a ser una taberna, quizá la crisis, quizá el cambio de concepto a la hora de salir a comer fuera de casa, el caso es que todo va a base de raciones servidas rápidamente ( por eso de doblar mesas ) sillas incomodas y con un poco de suerte pasa " la tuna " cantando y vendiendo discos. Sinceramente prefería " lo anterior".
Uno de los restaurantes mas bellos de España. Merece la pena visitaron solo por una visita a sus incomparables instalaciones. Lo de la comida y el servicio es otra cosa. Una carta escasísima y propia de un bar pero no de un restaurante. El precio baratísimo, quizás sea esa una estrategia de esta época de crisis. No puedo destacar plato alguno. Pedimos una ensalada de pimientos, otra de productos que se imaginaban (una extraña "rusa"), solo había tres pescados y el que pedimos no había, chipirones es a la brasa. Al final repetimos un plato de queso y jamón, lo único realmente aceptable. De los otros platos ni me acuerdo.
El sitio ya lo han descrito con anterioridad , , al entrar hay una barra y tres mesitas para picar y tomar una copa , en el interior esta el restaurante con muchas mesas . Fuimos a cenar y estaba lleno , y con gente esperando en la puerta .
El servicio , un poco atolondrado, eran muchos camareros en la sala ,pero nos atendieron adecuadamente
Salmorejo , cremoso , sabroso, en su punto . Pedimos media racion y la cantidad fue correcta
Berenjenas fritas, nos pusieron al lado una reduccion de px , por si las queriamos con la miel
Flamenquin estaba relleno de pringa, por lo que resulto un poco pesado .
Torrijas con miel
De beber cervezas
De visita obligada si vas por cordoba .
Antigua vivienda familiar, consta de dos salones (nosotras comimos en la Sala Célebres), varios comedores privados y multitud de zonas comunes. Todas las zonas decoradas con el encanto de una antigua casa cordobesa: vigas de madera en techos de los que cuelgan lámparas antiguas, obras de arte, fotografías y cuadros de personalidades colgados de sus paredes, baldosas antiguas en el suelo y mobiliario propio de otra época. Todo esto hacer del restaurante un lugar singular con muchísimo encanto.
Su carta es propia de una cocina totalmente tradicional cordobesa, siempre con toques innovadores.
Nos reunimos 3 personas y pedimos unos entrantes: Paté de Perdiz Casero y aceite de Trufa y Berenjenas fritas; Platos principales: Rabo de Toro Deshuesado con Cremoso de Patata, delicioso; Manitas de cerdo rellenas de foie, muy buenas; Solomillo de Ternera con Migas al Vino Tinto, contundente sabor.
Por desgracia, no tengo fotos de los platos en esta ocasión.
En resumen, un buen lugar para cenar en Códoba.
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