Que nadie toque la decadente fachada. El cartel de "restaurante" es de película.
Su interior está remozado, pero respetando al máximo la esencia del original. El revestido está patinado en gris y las mesas visten a juego, vasos para el agua incluidos. Atención a esas lámparas, sólo al alcance de amantes de la antiguedad o simplemente, antiguos.
Ansia viva de ver lo que cuece Alfonso. Una extensión más de su brazo ejecutor. Mr. Preocupación esconde cierta voracidad empresarial. Está y se siente fuerte.
Presenta carta, menú degustación y menú del día. Siendo este último su recomendación. Parece que quiere controlar el resto antes.
Un menú de 17 €. muy ajustado que en nuestro caso sufrió alteración:
- Parmentier de pimientos del piquillo de Lodosa con tartar de langostino, huevo de codorniz y mayonesa de aguacate.
- Capelleti de pasta Wantun rellenos de morcilla de Burgos, confitura de pimiento rojo y salsa de maracuyá y miel.
Soberbios estos dos entrantes, para mi, lo mejor. Aquí hay entrenamiento del Malke. No todas las tarrinas, en referencia al primero, las ha bordado como tal.
Respecto al segundo, menudo contrapunto con la salsa dulce, por no decir del perfecto crujir de la pasta.
- Arroz de atún rojo con setas, ajetes, brécol y langostinos.
Generosidad en cuanto ingredientes, cosa que garantizaba su sabor. Taco de atún en perfecto punto de cocción como protagonista. Poco impregnado de color el grano y con un caldo en el que se hubiese agradecido algo de traba.
El principal era a elegir entre Bacalao a la llanda con fondo de caldo Dashi y alga de wakame y Secreto de cerdo ibérico confitado con polvo de torrezno y cremoso de orejones.
Buenos pues... "divide y vencerás". Dos medias raciones para no tener que contárnoslo el uno al otro. Por cierto, qué otro.
Concepto más minimalista del bacalao al que nos tiene acostumbrado Alfonsomalke. Producto.
Y un secreto al que le faltaba un poco de jugosidad por tratarse de confitado, pero al que no le faltaba lo más importante, el sabor, y es que se ve favorecido por ese "polvo" que le mete el torrezno, pero que puede lo sale un pelín. A mejorar.
Surtido de quesos a continuación marca de la casa:
- Fresco de cabra A.O.C. l'Escure. Cremossssura y profundidad.
- Comte 24 meses de curación. El habitual, no falla.
- Azul de Latxa curado. Brutal, animal...
- Mimolette vieus 36 meses de curación. Pastilla de queso, sabor parafinado.
- Gorgonzola. Pero no uno cualquiera. El olor a cuadra lo decía todo.
Postre, o postres más bien:
- Coulant de chocolate con helado de mandarina.
- Arnadi con almíbar de romero y tomillo.
- Némesis de chocolate con helado de mandarina.
Yo sólo sé que El Grifo Canari volaba. Buenísimos postres, algo que también caracteriza el trabajo de este equipo.
El resto de bebidas transcurrió así:
Cerveza Estrella de Galicia de barril previa a la llegada de mi querida Aure, el cual se retrasó 20 imperdonables segundos.
Dos copas de Esporao blanco reserva 2012. Tanto nos gustó que decidimos pedir una botella para acometer la comida.
Una botella de Signo Garnacha 2009. Ver la sonrisa de Garnachaman no tiene precio.
Continuamos con el dulce comentado antes y unas copas finales de ron Clément VSOP que casi quedaron intactas ¿o no?. Tampoco recuerdo si hubo agua, la verdad.
Hay que volver para ver esa evolución, pues aunque tienen mucho terreno ganado, un sitio nuevo necesita al fin y al cabo su rodaje. Ardo en deseos de provar su menú degustación, cuya literatura me abrió el culo, literalmente hablando, claro.
El servicio y la atención es de diez. Razón fundamental para sentirse a gusto y volver ¿Qué básico dicho así, verdad?
Gracias a Alfonso y a todo su equipo. Y por supuesto, gracias a mi querido amigo Aurelio Gomez-Miranda.