Vuelta en una semana lo que es inhabitual en mí pero por temas familiares de viaje hacían necesario que la visita se repitiera en tan poco tiempo. De nuevo 4 para comer con la reserva hecha en la visita anterior y por supuesto que no ha cambiado nada, situación que creo que ocurre desde hace años y que es parte de su éxito.
Para beber esta vez optamos por 2 cervezas coreanas y 3 aguas sin gas y olvidarnos del tema del vino que es lo único que debía cambiar pero es que en ese país lo del vino no tiene seguidores.
Por otra parte recordé que allí tienen costumbre de servir todos los platos a la vez, así que no es cuestión de prisas sino que tienes que adaptarte a ello olvidándote del estrés de la llegada de los platos de forma casi sin tiempo ni de hacer las fotos.
Teníamos encargado dos platos previamente, los mismos pues nos gustaron bastante, y fueron los dos primeros en llegar. El resto encargados en sala:
. Kim Bap: arroz con carne y verduras envuelto en alga nori: son de un tamaño algo mayor que la versión japo. Por supuesto hay soja para mojar.
. Jjajang Myeon: tallarines con salsa coreana. Me pareció más abundante y mucho más salseado que la vez pasada. Mejor aún.
. JJin Mandu: empanadilla coreana que esta vez pedimos hechas al vapor y con salsa de soja aparte. Parecen más auténticas y son exáctamente las mismas pero sin paso por la plancha. Muy bien.
. Ojingeo Bokkeum: salteado de calamares y verduras: no conseguí convencer de un punto picante; los calamares cortados a tiras estaban un poco faltos de cocción quedando una textura demasiado al dente.
. Daej Galbi: costilla de cerdo a la barbacoa con su salsa especial coreana. Son 4 unidades (imprescindible para compartir) que dejan un plato contundente e impensable como una ración coreana; la salsa es una mezcla de soja y barbacoa muy apropiada; la carne también más al dente de lo acostumbrado, pero mereció mucho la pena.
. postre de crema de yogur con miel y nueces x 2: esta vez no se perdió la foto. Su nombre en coreano no figura en la carta sino que la jefa te lo comenta a pie de mesa.
. un par de chupitos de soju: especie de aguardiente coreano de arroz y por tanto más cerca del sake que del orujo (demasiado alcohol puro), lo que es muy entendible. Merece la pena probarlo, incluso plantearte pedir una botella (12€) para maridar la comida; desconozco si te permiten traerte el vino a día de hoy (hace años si lo dejaban).
Escasa sobremesa porque todo el mundo sabe del tema y se levanta pronto a pesar de ser, hoy, todos españoles.
jjin mandu
kim bap
Jjajang
ojingeo
daej galbi
postre
Con las 3 referencias de los más importantes clásicos veremeros, todos en positivo en la puntuación de comida y precio, no tiene que ser casualidad. Además tiene un reciente solete Repsol como otra buena referencia, así que había que ir aunque solo sea para comprobar su autenticidad. Aquí viene lo difícil: poder reservar: porque no cogen el teléfono ni los recados del contestador. Hace más de un año conseguí reservar y me anularon la reserva por viaje inesperado del dueño y cocinero del local, así que tras posteriores intentos frustrados y dado que en agosto solo abren de 13.30 a 15.30h pues hubo que ir en ese horario para reservar para otro día porque siempre está lleno.
El local es el espacio típico de un bar de barrio, en forma alargada con 7 mesas (4 de 4 y 3 de 2 comensales) con la barra al fondo del lado izquierdo y la cocina en la trasera. El matrimonio se basta y sobra (eficiencia asiática) para dar servicio a todos (el en cocina y ella en sala), y de forma rápida porque antes de las 13.30h el dueño ya se ha ido tras un pequeño paso por las mesas para comprobar como ha ido todo; ella es amable, cercana, veloz como el viento y te avisa en cuanto has pedido lo que ella considera excesivo; ésto ya lo puede comprobar en Seúl y aquí hay que esperar a estar a mitad comida para encargar un extra porque antes no te dejan. Basta ver el morfotipo a un coreano para entender por qué están delgados.
El exterior es el típico local que pasas de largo. En el interior unos toques coreanos en la decoración del local con unas mesas y sillas tipo castellano de bastante amplitud, manteles de papel y palillos (cubiertos bajo demanda), copas muy mejorables y vajilla con toques asiáticos esperan con impaciencia la llegada de clientes que hayan encargado mesa (si no reserva, no hay mesa) y ¡¡ a saber como lo han hecho !!.
La carta de comidas tiene variedad de platos de cocina coreana, nada de cocina fusión, solo autenticidad; hay unos cuantos (muy recomendables) que requieren encargo previo con la reserva (¡¡ más difícil todavía !!). La carta de vinos tiene menos y peores vinos que hay en cualquier casa de un no bebedor de vinos pero hay cervezas inclusive una coreana y por ella empezamos: Cass bastante buena y recomendable; también una de agua sin gas grande; luego seguimos con el único blanco: Viña Mayor verdejo 2021 que para ser el único blanco es de cosecha de hace 2 años, así que mucha salida no tiene; vino bien de temperatura y con un enfriador de camisa casi congelado por lo que aguantó muy bien; su servicio fue presentación descorche y al enfriador.
Cuatro para comer pensando en 8 platos (2/persona) ya que las raciones recordábamos que no eran muy amplias. Los platos encargados fueron:
. Kimchi Kim Bap: arroz con carne y verduras con kimchi envuelto en algas nori (a modo de maki), 3 por persona; acompaña un platito con salsa de soja. Imprescindible por su tipicidad coreana.
. Jjajang Myeon: por un error nuestro no se quedó encargado pero tuvimos suerte ya que había el encargo en otra mesa y nos lo pudieron preparar. Son unos tallarines con verduras en diferentes texturas y con una salsa típica coreana casera que es una pasada de mezcla de sensaciones con lo que empiezas a creerte lo de sus 6 sabores (dulce, salado, amargo, picante, ácido y áspero) que significa su nombre: YukMi.
En el momento pedimos:
. Kun Mandu: unas empanadillas, más bien gyozas, bien preparadas y rellenas y hechas en plancha. Muy recomendables (bien éstas o bien las mismas hechas al vapor).
. Bindae Douk: a modo de tortita (2 unidades) hecha con soja y verdura que va a servir de pan para la comida aunque sin poder usarla para mojar.
. Bibim Bap: arroz suelto con verduras, con o sin picante, con un huevo frito que ella rompe en la mesa. Muy bien.
. Ojingeo: salteado de calamares y verduras de nuevo con esa salsa casera que es un potosí; lo pedimos sin picante por mayor consenso pero si se añade algo de rock and roll al plato debe ser le repera. Si o sí hay que probarlo.
Con todos los platos ya servidos aunque no comidos porque de cocina salen más aprisa de lo que eres capaz de comer, y porque no nos dejaron encargarlo en la comanda, pedimos como extra:
. Bulgogi: filetes muy finos de ternera hechos en la plancha de gas en la mesa. Nos recordó mucho los locales de barrio en Seúl donde cada mesa tenía una campana extractora que te bajaban a modo de muelle cuando te traen la pancha a la mesa, solo que aquí ella te acaba de preparar la carne a su gusto de punto (no está mal de punto); por supuesto lleva su poquito de verdura y su poquito de salsa. Muy bien.
. postre (única opción): crema de yogur con miel y nueces: 3 elementos que no pueden faltar en una dieta, así que vamos con ellos; aquí si nos dejan pedir uno para cada uno (se me olvidó hacer foto). Más que bien.
No hay cafés porque cierran enseguida y además el cocinero, tras saludar a las mesas, ya se ha ido.
Muchas cosas se quedaron por probar y por recordar del viaje a Corea del Sur, así que no hubo más remedio que encargar una nueva mesa, antes de levantarnos, porque luego pasa lo que pasa... ¡¡Ah!! Y encargar ya los dos platos que luego no están preparados.
kimchi kim vap
jjin mandu
bibim bap
jjajang
ojingeo
bulgogi
Cocina auténtica coreana (esto es solo una creencia, pues no he estado nunca en Corea) en el valenciano barrio de Patraix.
Lo regentan, cocinan y sirven -él en cocina, ella en sala- un matrimonio de surcoreanos (esto ya no es una creencia, es una evidencia). Muy peculiares ambos. También son propietarios del negocio adyacente, un centro de acupuntura y quiropráctica.
Llevan abiertos desde el 2001 y yo sin enterarme. Imperdonable.
Es de esos sitios a los que tiene que llevarte de la mano algún amigo avanzado en la materia. Porque… ¿quién si no iba a entrar en un barcillo de barrio sin ningún atractivo?... ¿quién iba a pensar que ahí se come de maravilla? Fíjense hasta donde llega la verdad de estas preguntas retóricas, que le comenté a una amiga a la que le gusta este tipo de cocina las bonanzas de Yukmi y no se lo podía creer: resultó que vive en el portal de al lado desde que abrieron, hace 15 años… y nunca ha entrado, es que ni siquiera ha pensado en entrar.
Como iba con dos expertos yukmieros, me dejé llevar. Pidieron 8 o 10 platos al centro y todos, todos, fueron agradables, sápidos, vivos, punzantes… Mmmmm. Destaco estos 5:
• KUN MANDU (Empanadilla coreana a la plancha)
• BIBIM BAP (Arroz blanco con verduras y huevo frito con salsa picante)
• OJINGHO BOKUM (Calamares con verduras con salsa picante)
• SAMKIOP SAL KUY (Panceta a la plancha acompañado de lechuga y salsas coreanas)
• ANGUILA (Anguila a la barbacoa con salsa)
Cómo no, estando en un coreano, tomamos también un poquito de kimchi de aperitivo, con ese sabor fermentativo tan característico.
Y de los 5 destacados, me quedo sin duda con el plato de la jornada: Ojingho Bokum, un guisote oriental de calamar con verduras varias, unas al dente, otras reblandecidas, en una salsa melosa picantilla, incisiva y sabrosísima, con un juego agri-aci-dulce de enloquecer, rematado con un puñadito de sésamo.
El local, como avanzaba, no tiene nada, es un barcillo con motivos asiáticos, pero qué auténtico lo que allá comimos, cómo disfruté con esa versión de la maravillosa cocina coreana. Ojo, que aquí no hay sushi, no vengan aquí buscando sushi porque se decepcionarán. Aquí se come, según parece, lo que se come en una mesa normal de Corea del Sur donde, por cierto, según nos dijeron los propietarios, no es nada habitual comer carne de perro, de hecho ellos no siquiera la habían probado.
Hay ciertos platos de la extensa carta que los tienes que pedir por encargo, 5 o 6 que además son de los mejores pero aquí no quieren tirar comida ni precocinar ni congelar, por lo que cuidan el tema del stock. Gracioso además que se preocupen por tu salud: si pides mucho, el cocinero dice que no, que no te lo hace, que te va a sentar mal tanta comida. Como ya nos lo sabíamos, insistimos muy serios y contundentes que queríamos más y... lo conseguimos. ;-)
Majo este matrimonio, me cayeron muy bien.
El tema del vino, pésimo, ahí tienen que mejorar rápido. Se preocuparon y preguntaron por buenas referencias que pudieran conseguir fácil y bien de precio. Su problema es que la gente ahí, según nos dijeron, no pide vino, y si lo pide les da bastante igual que sea uno u otro. Cagüendiez, con lo buena que estaría esta cocina con un espumo sequito…
Me da igual, me gustó tanto que por supuesto repetiré aunque me tenga que volver a beber el verdejo ese de a euro que gastan…
Con la referencias oportunas probamos este koreano de larga tradición en Valencia pero del que no había oído hablar. Local muy snecillo que podría ser el típico bar de barrio de no ser por la cartelería y los cuadros con motivos koreanos. Restaurante familiar, trabajan en el una pareja, en sala ella y en cocina él. Hay que tener en cuenta que algunos de los platos más interesantes han de ser previo encargo. Pedimos permiso para llevar vinos y nos lo dieron (no nos cobraron descorche) y aunque las copas son para olvidar con buena materia prima y la enorme calidad de la cocina disfrutamos mucho. Pedimos NENG MYON (Tallarines especiales en caldo fresco) este es uno de los platos que hay que encargar y sólo lo sirven en verano. Salen literalmente con hielo y me parecieron excelentes. CHACHANG MYON (Tallarines con salsa típica coreana), buenísimos, de nuevo hay que encargarlos. 2 KIM BAP (Makki) pues eso 2 makis de Arroz con carne y verduras envuelto en algas nori, también para encargar. Brutal. DEJI BULGOGUI (Cerdo a la plancha con o sin salsa picante, lo pedimos sin, estaba rico). BIBIM BAP (Arroz blanco con diferentes verduras y huevo frito con o sin salsa picante, este lo pedimos picante pero el picante era comedido) una pasada. Acabé con un te koreano. Repetiré seguro.
Apartado del circuito habitual este restaurante coreano ofrece una cocina interesante, original y algo complicada si no se conocen bien algunos de los platos coreanos que aquí ofrecen.
Regentado por un matrimonio coreano que llegó hace unos 20 años a nuestro país, el local mantiene ese punto decadente que le da una atmósfera más auténtica. En la cocina se encuentra el marido y en sala la mujer, una persona atenta que entiende y habla el castellano aceptablemente, por lo que la comunicación es fácil y el servicio muy eficiente. Da la sensación de estar comiendo en casa de estos señores, lo que para mí es un aliciente, pues te hacen sentir cómodo sin invadir tu intimidad.
Merece la pena probar el kimchi casero que hacen aquí, así como algunos platos difíciles de encontrar como el naengmyeon, elaborado con fideos nabo, huevo duro y pera, un plato que se sirve frío, con hielos. Es un sabor curioso con un ligero punto picante y dulce.
Deji bulgogui es otros de los platos que solemos pedir, cerdo a la plancha con verduras, un plato lleno de sabor y picante, con un punto ahumado muy rico.
Para sabores más suaves, el chapche coreano es una buena opción. En esto caso los fideos son de boniato, con cerdo y verduras, otro de los platos típicos coreanos para aquellos a los que no les va mucho el picante.
El bibim bap es tal vez la forma más popular de servir el arroz coreano, por eso suelo pedirlo cuando visito un restaurante con esta cocina. Es una mezcla de verduras con arroz blanco algo apelmazado y un huevo. En otros sitios lo he visto presentado en un recipiente de piedra y huevo se echa delante del comensal, que es quien se encarga de remover la mezcla.
En definitiva, me parece una acertada alternativa al Jalasán, que es otro de los restaurantes de cocina coreana imprescindible de la ciudad, aunque con menor riesgo en los platos.
El tema del vino pasa a segundo plano en este restaurante y ya las últimas veces no hemos pedido. No tienen cultura del vino ni interés en él, así que no hay que buscarle los tres pies al gato. No es un buen sitio para beber vino.
Muchos de los platos se preparan previo encargo, como el naengmyeon, así que es recomendable reservar y pedir algunos de estas preparaciones que resultan verdaderamente interesantes.
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