Esta bonita historia comienza con una errática búsqueda sobre dónde comer un lunes a mediodía en una ciudad en la que todo el mundo decide cerrar. Pero al suerte nos acompañaba en mi cabeza se enciende una luz y se acuerda de Elsa y Quique Barella. ¿Y no abrirán hoy?
Y así nos plantamos en este local que me encanta, tanto la decoración, el mobiliario, la distribución de mesas y esa sonriente y eficiente jefa de sala que es Elsa. Y como íbamos entregados y con ganas de dejarnos hacer, nos fuimos a por el menú XL pero más completo, lo que se denomina XXL. Que nadie me mire mal que no es un menú de obesos, es un menú muy equilibrado, aunque tal vez lo más razonable sea quedarse en el XL ;-)
El menú empieza tímido, cálido, con el sabor de casa pero con cierta sensación inquietante, como de ir a medio gas: crema de hervido valenciano con capellanes a la brasa. Rica pero… ¿no se nos habrá venido Quique abajo después de un tiempo sin visitarlo? Bueno, estamos empezando así que relax. Nos acabamos la manzanilla La Guita y pedimos cava Antigva para seguir.
Ostra aliñada: producto y un aliño muy rico.
Atún marinado y papada de cerdo: ¡atención! Uno de los mejores platos que he probado en 2015, a sólo tres días de que acabe el año. La soja ahumada se mezcla con la papada, que se funde contra el pescado. No sé si inspiró en el corte japonés de la ventresca del atún, pero lo cierto es que aquello parecía oh-toro. Me sigo relamiendo…
Cresta de gallo con vieira: al parecer no hace de normal con sepionet, pero en estas épocas navideñas el flujo de pescado varía y nos preparó el plato con vieira. Plato redondo, otro mar y montaña de perfecta ejecución, con el punto de la mostaza refrescando.
Cangrejo de concha blanda con estofado de manitas y curry rojo: ahora jugamos con la textura blanda del cangrejo, melosa de la papada y crujiente de la tempura. Sabor potente del estofado con el punto ligeramente picante y el sabor suave del cangrejo.
Mollete con crema de patata, papada, trufa negra y huevas de pez volador: Juego de sabores y texturas, un mollete perfecto y ese sensación de fusión de sabores a cada bocado. Aquí hay mar, montaña y tierra que le aporta la trufa y la patata.
Allipebre de anguila con garrofó y lenguas de pato: y seguimos con la proteína animal mezclada con al del pescado. Sabor intenso y una especie del plato valenciano de la espardenyà.
El pescado llegó en forma de rodaballo, muy rico, perfecto de textura, un pequeño alto en el camino en el que se le da valor al producto, sin triple salto mortal.
Costillas glaseadas con remolacha, alcachofas y trufa: las costillas fuera de concurso, una maravilla ese glaseado tan perfecto, bien el juego con la remolacha, nada fácil porque ese dulzor hay que saberlo equilibrar. La trufa y la alcachofas quedan relegadas a un segundo plano, más para comer de forma independiente que con la carne, tan potente de sabor.
Aguacate, edamame, limón y coco: presentación preciosa, me encanta ese juego de colores las formas redondeadas del edamame y las aristas del coco, pero… no me acabó de gustar en boca, donde el aguacate mete demasiada grasa al conjunto y no brilla ningún sabor, tan sólo el punto cítrico que lo hace más ligero. Me gusta como juego de culturas, desde Asia hasta América, pero me falla en boca.
Acabamos con la celebérrima torrija con helado de horchata de la que no puedo decir nada más de lo que ya se ha dicho. Postre 10 sin recurrir a los manidos chocolates.
Además de cava tomamos un Jean-Paul Deville Carte Noire, champagne todo terrero que aguantó hasta el final.
La carta de vinos es sencilla pero bien seleccionada, se percibe que está acorde a la cocina que aquí se elabora, lo que se agradece. Copas de calidad y buen servicio.
Quique Barella está pletórico, no deja de luchar con dientes y uñas en una plaza complicada como lo es Valencia y fuera de zona, pero es que la zona la hace Quique y su Q, hay que ir ex profeso porque bien merece la pena.
Lo pasamos genial, comimos como capitanes de barco y pudimos charlar un rato con Elsa y Quique todo un derroche de profesionalidad y sensatez.