Satisface ver que lo que se va abriendo en la ciudad respecto a gastronomía, mejora la oferta media de la misma. Independientemente que no es lo de menos, de la espectacularidad del local y de su increible situación y vistas, el interior del restaurante lo tiene todo para ..mejorando un poco eso si, llegar a un nivel alto. Bonita entrada con la cocina a la vista y la bodega-cava
El jefe de sala exhibe un trato correcto, elegancia y amabilidad, así como un buen manejo del vino en su función de sumillería.
Nos decantamos los 4 comensales por el Menu Degustación Rivel Hall. 49,5 € (iva included).
Consistio en:
- Aperitivos de entrada
- Timbal de anchoas de La Escala y tomate confitado sobre carpaccio de vieira y granizado de vinagre de Jerez con provenzal de romero oliva y raff (un poco largo este título, no?)
- Bonito a la brasa con esparragos blancos, salsa teriyaki y cebolla osmotizada.
- Cochinillo crujiente con chutney de tropicales, crujiente de zanahoria y gelatina de rosas.
- Sopita de frutas con espuma de coco y crema de limón
- Cremoso de yogurt griego con cerzas al Kirsch y tierra de fresas.
Surtido de panes durante la comida
petit fours al acabar
Bebimos una botella que abrimos por un motivo personal de los 4 comensales previo permiso al restaurante, por lo que no expresare cual. No cobraron descorche
Bebimos tb un Finca Sandoval 07 y un Taberner06. esperaba una carta con menos variedad y me sorprendio la presencia de vinos de bastantes DO, cosa poco frecuente en nuestra ciudad. Quizás algunas añadas algo retrasadas.
En conjunto, un local agradable, para mi gusto y coincido con Bilbis en que la iluminación nocturna debería de revalorarse, manteniendo el ambiente intimista que si que tiene. Volveremos. En el precio por persona incluyo lios dos vinos que pedimos y cafes. La compañia de mis amigos tengo tb que decir que incrementa siempre las percepciones y valoraciones de los restaurantes que compartimos
Gratamente sorprendido por este restaurante, de magníficas vistas, buen servicio( había pocas mesas eso sí), ambiente moderno y aparente apuesta por la alta cocina. El lugar a mí , me impresionó, con el handicap a la noche, de una iluminación agradable e íntima pero muy poco clara para valorar visualmente el vino y cada plato. Buen servicio. Un buen director de sala, adecuado y a la distancia perfecta en cada momento, atendiendo con exquisitez al comensal y facilitando con elegancia su disfrute. Buena carta de vinos , sin excesos cuantitativos, pero con referencias más que suficientes a precios no excesivos. Tomamos un menú de aperitivo, entrante, dos segundos y dos postres por 50 euros. Se ven maneras e ideas, pero falta consolidación, aires asiáticos, quizás algo caro, pero parece prometer, aq insisto y en mi opinión, todavía no alcanza un gran nivel gastronómico. Esperemos que lo haga, a Zaragoza le conviene
Unos 200 participantes en una cena concertada, en un lugar especialmente bonito a orillas del Ebro y con buenas vistas hacia la zona de la catedral y que permite ver anochecer en la terraza superior donde sirvieron un escaso cocctel y unos vinos de aperitivo: Aura verdejo 2012 muy básico, un mejor macabeo que no recuerdo el nombre (algo así como Moiren), pero que lo importante eran las vistas. Luego bajamos a la planta baja al comedor con buen equipamiento, buen servicio y notable mejora en los vinos con Enate dependencia que fué bien aceptada: Chardonnay 2012 en blancos y Cabernet Sauvignon-Merlot 2010 en ¡magnums!; buenos ambos.
En la parte sólida empezamos con una cazuelita de migas de Ontinar con jamon de pato y trufa francamente buenas.
Papa brava arrugá bien conseguida.
Air-baguette de papada ibérica "Joselito" con caviar de aceite de oliva muy buena combinación y realización.
Risotto de Boletus Edulis con parmesano bien resuelto teniendo en cuenta la cantidad de gente a cenar.
Sabroso crujiente de careta de cerdo.
De plato principal: paletilla de ternasco DO asada con romero y patatas panaderas: muy en su punto (pese al número de comensales) y con una carne muy tierna y sabrosa.
De postre semifrio de queso fresco con coulis de frutos rojos: más que bien.
Agua, cafés y un cava que no probé porque preferí seguir con un poquito más de magnum que es algo que siempre me da un pequeño plus de sensaciones.
Una buena cocina con extraordinario servicio que merecerá la pena de una nueva oportunidad a la carta.