Descubrimiento de Islay

Compré la botella en la propia destilería, en Islay, en agosto de 2012. Después de la minuciosa visita lo probé en la sala de cata y me enamoró al instante. La he ido disfrutando poco a poco y ahora que se ha acabado no dudo en buscar otra. Es de una profundidad y complejidad fantástica. Es largo con un postgusto que yo lo envasaría para hacer perfume. Son los ahumados de Islay, es el mar, y es el recuerdo muy sutil que dejan las barricas de PX. Es una auténtica maravilla de whisky, y fue un lujo descubrirlo allí donde nace.

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