En plena Judería, la ubicación no puede ser mejor, es imposible, podrá ser igual, pero no mejor.
Sales del hotel y te topas con la Mezquita, con la esquina que une a las dos calles más bonitas de las cuatro que la rodean. Una gozada.
El hotel en sí es agradable, luminoso, con un amplio hall, todo decorado con inspiración árabe, muy a juego con el entorno.
Tiene un patio cordobés muy bonito.
Las habitaciones no están mal, correctamente dotadas.
Dispone de parking, un lujo "intra-muros".
P.D.: el precio es sin desayuno,
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