Cerca de la ópera, en el distrito francés de Hanoi se emplaza este bello hotel, sin duda el más emblemático de la ciudad.
Sus gruesos muros de piedra blanca, los forjados de hierro, las contraventanas verdes y la frondosa vegetación nos indican que estamos frente a una verdadera muestra de arte colonial francés de principios del siglo XX.
La recepción y los espacios comunes son amplios y señoriales, decorados con mármol, maderas exóticas, mobiliario de diferentes estilos y flores. La oferta en habitaciones es variada, dependiendo de la orientación y la categoría; nosotros reservamos una Premium con vistas al patio, que aunque es la más sencilla, proporciona calidad y suficientes servicios, con unas dimensiones de unos 30m2. Dispone de una confortable cama de matrimonio, televisión de pantalla plana, internet gratuito y moderno cuarto de baño, con abundante presión de agua y ducha con hidromasaje.
Atención especial merecen la piscina y el spa, la primera por su estética "Belle Epoque", por su vegetación y por lo animado de su ambiente, y el segundo por el nivel de sus tratamientos en unas estancias refinadas que invitan a la relajación y al descanso. Si nuestra agenda nos lo permite, aprovechar dichas instalaciones nos dejará con un buen sabor de boca.
Geniales igualmente sus restaurantes; nosotros visitamos "Le Beaulieu", de inspiración francesa, con gran materia prima y preparaciones sabrosas, y el italiano "Angelina", que sirve una comida sencilla pero bien ejecutada. Ambos comparten una completa carta de vinos, con representación internacional de marcas de reconocido prestigio a precios pagables. Las copas del final, como en casi todos los países, bastante flojillas.
Nuestra tarifa incluía el desayuno, compuesto por un magnífico buffet donde las frutas tropicales y los dulces son los verdaderos protagonistas. Como curiosidad comentaré que ante la escueta oferta de quesos, preguntamos a uno de los camareros el porqué, y éste nos explicó que en la gastronomía Vietnamita dicho alimento no es un producto arraigado, pero que debido a la creciente demanda han comenzado a elaborarlo siendo todavía caro y escaso, el pueblo llano de momento ni lo huele.
Nada de lo escrito hubiera sido tan reseñable si el establecimiento no contara con un personal tan amable, educado, servicial y profesional. Pese a lo que esta gente ha sufrido, de norte a sur te reciben con una sonrisa de oreja a oreja.
Una cadena que cada vez me gusta más, y un hotel delicioso. De los que más he disfrutado, y eso que la ciudad no alberga demasiados atractivos turísticos.