Hotel de estilo entre colonial y mediterráneo, amplio, luminoso, mucha zona verde, pocas alturas. 500 habitaciones distribuidas en 3 cuerpos.

Fuimos a pasar la Nochevieja y estaba lleno.

Mucha organización, necesaria para dar acomodo a tanta gente, aunque un poco restrictiva para los derechos del cliente.

No me gustó que no se pudiera entrar hasta las 15.00 horas y que además hubiera que salir antes de las 11.00 horas. Normas de la casa y ni una excepción, ni siquiera el día de Año Nuevo que se da por descontado que se trasnocha más de la cuenta.

Tampoco me pareció bien que te dieran un turno para el desayuno. A nosotros nos tocó a las 8.30 horas. Ya te avisan de que el turno es para tener prioridad, que si vas antes o después no es que no puedas desayunar, pero tienes que esperar a que los de ese turno dejen hueco. Lo cierto es que fuimos a las 10.00 horas y no tuvimos ningún problema.

Reservamos una habitación cuádruple… y en realidad era una doble con dos camas de matrimonio pegadas una a la otra. Si habláramos de dobles diríamos que eran desahogadas, claras, bonitas, bien cuidadas. Detalles en blanco: televisión, mandos, teléfono...

El desayuno buffet, servido en un gran restaurante ubicado en un edifico independiente, completo, variado y de buena calidad.

El precio con cena de Fin de Año y fiesta Cotillón, fue de 857€ para matrimonio con dos niños, uno considerado adulto y otro no. No lo hago constar pues no es una noche y cena normal y además incluye entradas al Parque para los cuatro, dos días, al que el hotel dispone de un acceso directo (apareces en el Área Mediterránea).

Estuvo francamente bien, con una cena buffet magnífica, con numerosas personas de servicio que recogían platos sin cesar, te llenaban las copas con agilidad, y amenizada por diferentes actuaciones que se iban sucediendo durante toda la velada y que deleitaron tanto a niños como a mayores.

Una buena opción para pasar esa noche especial con críos.