Tranquilidad y calidad
Buen hotel ubicado en pleno casco histórico de Olite ocupando una casa palacio del siglo XVIII.
Zonas comunes interiores limitadas al hall de entrada y al salón restaurante, decoración mezcla de modernismo y rustico, iluminación baja, relajante. No se si tuvimos suerte pero el caso es que se respiraba tranquilidad, ni un ruido.
Habitaciones amplias, limpias, con mobiliario suficiente sin agobiar. Cuartos de baño muy amplios, bien equipados. Insonorización perfecta, aunque repito, el poco tiempo que estuvimos en el hotel se respiraba tranquilidad.
Servicio suficiente, entrada, salida y desayuno, poco más.
Desayuno correcto, sin grandes volúmenes ni variedad, pero calidad y alguna preparación casera como la tarta de queso de rechupete. Pena que el zumo de naranja estuviese aguado.
Aparcamiento con algo de dificultad en el acceso pero amplio en el interior, 10.-€ día, se agradece y mucho.
Un magnifico hotel en el centro de Olite, tranquilo y acogedor.