Elegimos este hotel, pese a tener menos categoría que otros , por su inmejorable situación en la ciudad de Zaragoza. Desde las habitaciones se ve el Ebro o el Pilar, según a que lado te toque, pero en ambos casos se trata de una vista que vale la pena. La plaza del Pilar está sólo a una calle, cruzando un semáforo.
Las habitaciones son pequeñas pero no agobiantes, y los baños son de un tamaño medio.
El personal, en general es muy amable y atento.
Tanto las habitaciones como las zonas comunes están muy limpias.
Las habitaciones están muy bien insonorizadas, por lo que no "molestan" los vecinos de planta.
El parking, es propio del hotel y requiere de alguna maniobra tanto para su acceso como para la circulación en el interior del mismo, aunque las plazas propiamente dichas son grandes. Un pelín caro 18€.

Se echa de menos una cafetería y un salón algo más grande en en hall, ya que a veces llegas al hotel y te apetece tomar algo y en este caso no puedes.

El buffet del desayuno bastante completo y de buena calidad. Los huevos los hacen a demanda.

Solo un pero, los artículos de aseo no son repuestos a diario por el servicio de limpieza, así que hay que molestarse en pedirlos casi cada día.

Muy recomendable, siempre que no seolvide que es un tres estrellas, y que no ofrece ningún lujo.