Hotel ubicado en el centro de Arriondas, en lo que era una antigua casa de indianos.
Lo primero que llama la atencion al entrar, es un olor a viejo o antiguo.
En la recepcion esta una señora mayor con su hijo, que dispensan un trato un tanto peculiar.
La habitacion no es muy grande, con decoracion entre rustica y antigua, baño correcto,televisor pequeño y antiguo y con los canales sin sintonizar. Sin duda lo mejor son sus vistas al rio Sella.
Desayuno incluido que consistio en zumo de naranja de brick y cafe con leche, no quisimos mas, pues no habia hambre.
Dudo que vuelva.
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