Inaugurado el 2002 ocupando el Monasterio de los Jerónimos, aspecto imponente, severo y atractivo a la vez, visto de fuera. La recepción es pequeña, perfectamente atendida por un personal amable y competente, lo que convierte los trámites de entrada y salida muy sencillas. Nada más entrar se ve el extraordinario claustro del antiguo convento, perfectamente cubierto y que constituye las zonas comunes; allí se sirve el desayuno.

Nuestra habitación estaba en el 1er piso, muy grande, techos altísimos, decorada de manera sencilla pero cómoda. El baño también es de amplias proporciones, con bañera, adminículos de aseo no muy abudantes pero de calidad, lo mismo que las toallas. Inodoro y bidé separados pero sin puerta de cierre. El chorro de agua es potente, grande y alcanza la temperatura deseada enseguida. No hay zapatillas de baño sin embargo.

Cama grande, cómoda, con un par de almohadas. Se descansa de maravilla porque la insonorización es perfecta.

La TV de pantalla plana, proporciones acorde con el resto.

Para ser un 5* eché en falta varias cosas en la habitación: pocos enchufes, sobre todo ausente en una de las mesillas: no hay mueble con cajones, a pesar de que el armario es grande y capaz, con iluminación interior, hay una especie de mueble-aparador pero es bajo e incómodo de uso. Tampoco hay caja de seguridad en el cuarto. Me llamó la atención dado en hoteles de menor categoría es frecuente que haya.  

Por contra, y creo es política de la cadena, en el mueble bar hay agua y refrescos sin cargo, buen detalle.

Las instalaciones del hotel se completan con una piscina cubierta, sala de gimnasio y sauna, servicios bien dotados con toallas, zapatillas y agua. Es sin duda un plus, disfruté bastante ahí.

El desayuno sí es de 5*, no sólo porque se sirve en el marco incomparable del claustro, sino porque la calidad de los alimentos es muy buena y su variedad también. Café de Nespresso y atención amable y profesional. Platos calientes a demanda.

No comí ni cené allí, pero entré al comedor que es precioso, con una vista estupenda del jardín y del río Pisuerga con el cual linda el hotel.

Está situado justo donde acaba la ciudad de Valladolid y empieza Arroyo de la Encomienda. No hay problema para encontrar taxi, viene enseguida en cuanto les llaman. El paseo hasta el centro es bonito, unos 50 minutos a pie. 

En resumen, un muy buen hotel -lo cual se supone en un 5*- precioso en un edifico histórico, con personal muy profesional y amable, con algunos defectos en la habitación.  

Si que merece la pena este AC.

Apartado del centro, pero lo suficientemente cerca como para despalzarse en taxi sin problemas (+- 7.-€).

Amplia zona a la entrada para aparcar, tambien hay posibilidad de parking subterraneo, asi que sin problemas.

Amplias zonas comunes, precioso el patio central, tranquilo, invita a sentarse tomando un aperitivo mientras se espera a los tardones.

Habitaciones amplias, muy bien equipadas, cuarto de baño con todos los detalles. Bien atendidas y aseadas.

Las del rango de la 130, con ventanales al rio, una gozada por la mañana.

La atención al cliente es puntual y profesional, y sobre todo joven, con ganas de ayudar ante cualquier eventualidad.