Casa Taino no destaca del resto de casas del pueblo. Se integra perfectamente en ese entramado de calles estrechas. Es un pequeño hotel rústico y tranquilo con cierto toque de clase, con unos rincones acogedores, enfocado prácticamente a parejas que buscan relax. Sin embargo, mis hijos se sintieron a gusto, y lo mejor de todo, se contagiaron de su silencio. ¡Hablábamos hasta bajito!
La pareja que regenta el negocio surte el mismo efecto. Están pero no están. Sergio y Pilar prestan un buen servicio pasando desapercibidos.
Las habitaciones tienen nombre de color. Contratamos las standard Azul y Lila. Confortables. Camas de matrimonio, cosa que pone de manifiesto el modelo de negocio comentado ya antes. Buen colchón y almohada que contribuyen al descanso. Quizá se eche en falta mayor equipamiento en los baños.
Los desayunos son completos. Desde brochetas de fruta, pasando por fiambre, tostadas, mermeladas y yogur, y acabando con bollería.
Me quedo sin duda con el patio interior de grava, el cual se presta a una cena romántica con el buen tiempo. A mi con una cerveza Sphiga me bastó esta vez.
Dos noches que nos supieron a poco. Merece la pena tanto la zona como este hotel rural.
Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.