Para perderse....

Hotel muy retirado de cualquier punto habitado. Situado en lo alto de un valle tiene unas vistas fabulosas. Las habitaciones muy bien equipadas y comodas aunque no habia nada de alcohol en el minibar y habia que salir al bar . El bar como tal no existe y es una sala y una terraza estupendas. Servicio muy personalizado y familiar . al llegar tuvimos que elegir la cena ya que no es un buffet. Ponen unas entradas comunes que fueron una ensalada de salmon y luego tomamos un nasigoreng y un curry variado todo muy bueno. Solo un vino sauvignon blanc y un merlot franceses a 60 euros botella olvidables pero no habia otra cosa. Merece la pena por las vistas pero solo si se pretende pasar un par de dias por la naturaleza. Y ese no era nuestro caso.

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