Restaurantes en vacaciones.

Llegan las vacaciones y los que amamos la gastronomía, solemos salir con alguna que otra ruta gastronómica empujados por las guías, las recomendaciones de amigos o como no, los comentarios de Verema.
Lo más seguro es que por la noche habremos reservado mesa en algún restaurante gastronómico y si es necesario nos desplazaremos unos kilómetros.
Pero, ¿y a la hora de comer?
A la hora de comer solemos meternos en el primer local que encontramos. Lo importante es pillar sombra.
Nos sentamos, nos traen la carta y somos atendidos por un camarero que no sabe ni donde tiene la mano izquierda y que seguramente, si aguanta, al final de la temporada habrá trabajado 120 días consecutivos.
Como aperitivo, una cervecita bien fresquita. Mal tirada por supuesto. Nos clavarán mínimo 2,50.-€.
Como entrantes: unos mejillones pasados de cocción, unos calamares a la romana (congelados)y una ensalada verde en el centro de la mesa para compartir. El ingrediente estrella será la lechuga iceberg y seguro que habrá espacio sufiente para albergar un espárrago blanco.
En este apartado es muy importante no pedir nunca gazpacho, ya que nos acompañará todo lo que quede del día.
El vino, a temperatura. Pero la que toque ese día. Si son 30º C, pues eso, a 30º C. Te verás obligado a pedir una cubitera que seguramente nunca llegará.
Los segundos: la misma recomendación del gazpacho sirve para la paella.
Lo más sensato será pedirse unos calamares (patagónicos) plancha con ajo y perejil y un pescadito (piscifactoría) con guarnición (verdura congelada), los dos cocinados por un cocinero distinto al de la temporada pasada en una plancha sospechosa y pasados de cocción una vez más.
A esas alturas tendrás que pedir otra servilleta, ya que la primera está hecha añicos.
A continuación se presenta el camarero con la carta de postres de una conocida marca de helados, le echas un vistazo y optas por un helado crocante que acabarán de decorar en la barra con un poco de nata de spray.
¿Cafés?, preguntará el camarero. Sí. Un café corto y la cuenta por favor.
Al final: 30.-€ por persona.
El restraurante al que acudiremos a cenar seguramente nos costará 10 ó 15 euros más pero la RCP no tendrá ni punto de comparación.
La diferencia entre ambos es que unos tienen que ganar el dinero en 3 ó 4 meses a base de estafar a sus clientes, y los otros apuestan por ganarse una clientela a lo largo de todo el año. Los primeros los encontrarás simpre en la primera linea y los segundos quizás necesites el GPS para encontrarlos.
¿Que os parece?

P.D. No siempre es así. Sé que hay excepciones, pero no me alejo mucho de la realidad.
Saludos.