Nuevo documental: http://www.todovino.com/blog.jsp?idblog=459 El cine se interesa por el vino y sus "catedrales" Amaya Cervera, martes 27 de abril de 2010 17:52:02 “Lo más emocionante del vino –cuenta el elaborador riojano Telmo Rodriguez en la película documental Las Catedrales del Vino– es que vendes una botella de una pequeña parcela de un pequeño pueblo y alguien, en cualquier rincón del mundo, está bebiendo un cacho de ese sitio”. Enólgo reconvertido temporalmente a actor, es uno de los personajes del último trabajo de Eterio Ortega tras Noticias de una guerra, Asesinato en febrero o Perseguido y el primero que se interesa por el mundo del vino. Coproducido por Cedecom e Idem y con la colaboración de las televisiones autonómicas ETB y Canal Sur, el documental ahonda en la parte más emotiva y creativa del vino a través de la particular visión de distintas bodegas de sus dos grandes zonas históricas: Jerez y Rioja. Ortega, que asegura haber disfrutado enormemente de este trabajo durante el año y medio que duró la preparación y el rodaje de la película, tenía claro que quería partir de dos vinos muy diferentes y con un hondo poso histórico, y retratar a los personajes que se ocultan tras ellos. La tradición, las raíces, la cultura transmitida de generación en generación, el compromiso del hombre con la tierra y su obsesión por hacer vinos que hagan vibrar y pensar son algunos de los temas que toca, reforzados por poéticas imágenes de paisajes, viñas y bodegas. Paco Hurtado de Amézaga, de la centenaria Riscal, muestra la colección histórica de la casa, la mayor del mundo: 140.000 botellas desde 1862 hasta la actualidad. “Esto es un cultivo noble”, remarca refiriéndose a la vid. “Nosotros estamos obligados a buscar en la uva las cualidades necesarias para que luego el vino que se vaya a elaborar tenga la altura que tiene que tener. Es complicado”. Otro riojano, Florentino Martínez Monje, autor del tinto joven Luberri, trabaja a pie de viña: “Mi padre me decía: ‘No te dediques al campo’. Si tú te lo fabricas y te lo vendes, pues vas bien. Pero lo mismo estás podando aquí que vendiendo en Carolina del Norte”. Enseña un viejo viñedo de cepas que surgen de la roca y que plantó su abuelo y reta a la cámara entrando en su sala de barricas mientas se enciende un cigarrillo. Los López de Heredia, en Haro, miran los planos que dejo el fundador de la bodega “Menuda faena que nos hizo el abuelo”, exclama Pedro López de Heredia. “Todos sus proyectos están inconclusos. Puso los cimientos en todo y además dejó planos para que se pudiera seguir construyendo. Eso te envenena un poco. Si me han dejado esto, dices, tengo que continuarlo y hacerlo realidad”. Por el camino, la película también muestra cómo se catan las uvas antes de vendimia, cómo se hace un rociado en Jerez y un trasiego en Rioja o cómo se fabrica una barrica. En Sanlúcar, Javier Hidalgo, de Bodega Hidalgo La Gitana, descubre la magia del clima y los suelos, habla de la influencia británica y del tiempo, la paciencia y la dedicación que se necesita para hacer un gran vino de Jerez: “Yo soy la séptima generación de mi familia que se ocupa de este negocio”. Pilar Plá, de Maestro Sierra, recomienda una copa de oloroso en una tarde lluviosa con música de Mozart o Beethoven: “Te hace soñar y te hace pensar (…) estimula el cerebro, el pensamiento, la creación”. El hecho de que alguien no involucrado en el vino se interese por reflejar este mundo y lo quiera llevar al cine ya es noticia. Si además capta su belleza y, con sensibilidad, transmite cultura, hay que darle la enhorabuena. Tanto como a los autores de los vinos, que derrochan naturalidad y pasión en la pantalla.