Anoche tuve una pesadilla horrible...

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Un genio malévolo me despojó de todas las memorias que tenía de experiencias con vino, todos los ripios de conocimiento, todos los prejuicios útiles, toda la habilidad para resistir los embates del pernicioso marketing... Y entonces, el mismo genio me dijo: ";Debes ir y aprender sobre vino, que es un tema muy interesante...";

Fuí a tiendas de vino, me busqué revistas y libros... Fuí bombardeado desde múltiples direcciones con informaciones y, lo más importante, con etiquetas coloridas y listas de sabores que eran todas tutti-fruti mágicamente delicioso y sugerencias de que la botella que adornaban era referencia obligada para cualquiera con un deseo de apreciar la bebida que se respetase.

Había vinos de una infinidad de regiones, con infinidad de criaturas (y palabras en latín) en sus etiquetas. Yo, recién hecho un inocente, sentía un incontrolable deseo de desprenderme de mi muy bien habido pecunio. Nada, sin importar de donde viniese, debía ser despreciado por mí, pues estaba claro que la posibilidad de encontrar grandezas me esperaba en cada rincón del planeta, siempre y cuando brille el sol y la madera sea nueva. Compré botellas por montones y me las bebí. Todo me sabía igual.

Y el $#%$%#*&@# genio se había desaparecido, para colmo, o sea que de obtener una explicación, nada...

Anoche, en los confines de mi cabeza, fuí un novato del vino en el 2004. La experiencia fue terrible. Hoy me levanté lleno de empatía y compasión para quienes tienen que pasar por esto en el mundo en que bebemos y vivimos actualmente.