Hace unos días nos juntamos algunos amigos en Olmedillo de Roa para disfrutar de una sesión, en mi caso reconfortante y reconciliadora, doblete, o triplete, según se vea. Nuestros anfitriones Ángel y José Luís. A mi, su forma de trabajar y de compartir me llamó mucho la atención, por eso quiero exponer aquí algunas impresiones, este es un sitio donde se habla de vinos y de alegrías. Empiezo por el final, decisiones importantes, cosas serias, un menú para futuros miércoles con pollo de corral guisado. Es cierto aquel día el ave fue indultada, pero escuchando a Ángel y José Luís hablar de que los mejores almuerzos y meriendas son siempre con tenedor, nos emplazamos todos para averiguarlo pronto. En cualquier caso, hay que ver lo que fueron capaces de transmitir las brasas de sarmiento, a chuletillas de lechal, a lonchas de panceta y a ruedas de morcilla, esta sabiamente especiada, de esas que se hacen por el sur de la provincia; por cierto, la morcilla en Burgos daría para escribir un ensayo, "Geografía de la Morcilla de Burgos”, que distintas son las de Villarcayo, de las de Sotopalacios, de las de Lerma o de las de Aranda, por citar algunas, todas deliciosas. Mucho descorchamos, catamos y bebimos. Un refrán: “Por San Andrés, el mosto, vino es”, algunos días quedaban aún para el 30 de noviembre pero nosotros ya pudimos probar algunos 2009 recién fermentados de varios depósitos y también algunas otras añadas ya criadas. ¡Qué delicia de vinos! todo fruta y potencial. Ribera del Duero fiel a sus orígenes, este es el trabajo de José Luís y Angel en el campo, son buscadores de acidez, pero verán, hay algún buscador más de este “oro” enológico, “El Mann”, le apodan así por el camión que conduce. Estos son los viticultores que aportan fruta a Matanegra. Mientras se hacían las brasas y el rescoldo, nos acercamos a una cueva cercana, bajamos los 3 metros de rigor y encontramos un 2003 hecho solo con algo de sulfito por una cuñada de Ángel, rico, rico, muy rico, seis años ya, prueba patente de que no se necesita mucho envoltorio ni aditivo. Pero llegarían propuestas aún mas serias, durante todo el homenaje de aquella sesión, los vinos de Tabaneras, que elabora Ángel, y que personalmente me están haciendo cambiar mis esquemas sobre la Ribera y lo que se cuece en los "cubillos" donde se hacen. Tabaneras es una finca con viñedo viejo sin conducción, en una ladera con cierta pendiente y privilegiada orientación sur/sur-este, no suelen afectarle las heladas, además está bien ventilado y las enfermedades no se ceban aquí con las plantas, ya octogenarias. En Tabaneras hay Tinta fina, y algunas cepas blancas con Albillo y también otras con Jaén, al parecer antes siempre se intercalaba alguna planta con castas blancas. Ángel Pérez Rojo heredó este viñedo de su padre, se encarga de todo, de cuidarlo, de seguir conociéndolo y de tomar la decisión del momento en que hay que cortar los racimos cuando llega la vendimia, es una decisión clave para el vino que luego sale de Tabaneras. Algunos racimos, ya casi negros, y otros dorados pudimos probar, ricos. Ángel se conoce cada cepa en Tabaneras, y en otras parcelas que trabaja..."estas plantas de aquí dan más acidez que estas otras", nos decía. Suele vendimiar sus parcelas antes que lo hagan otros, en otras parcelas de la zona. A la hora de hacer vino busca sobre todo fruta que le aporte acidez al vino, lo que lo permite evitar mucha artificialidad enológica y sigue diciendo: “Esto hace que los vinos puedan vivir por si mismos mucho tiempo”. Tampoco quiere grados altos, prefiere que no pasen de los 13º si lo permite el momento, ...”los mostos fermentan más cómodos”. Maceraciones muy cortas, Tinta Fina y las blancas Albillo y Jaén que según que añadas llegan a porcentajes de hasta el 30% en el vino final, fermenta sin subir mucho la temperatura, en sus vinos por tanto muy poca capa, parecen claretes subidos de color, vinos nada pastosos, y con una acidez, que a un aficionado como es mi caso, motivan la reconciliación que me viene aconteciendo con la zona. Esos “cubillos” que hace en barricas de tercer y cuarto año, dan un vino brillante que te hace tocar el cielo bajo tierra, en esas cuevas, donde se llega a ver a Dios, que al parecer también baja a merendar cuando hace calor en las viñas, “Bodegas Pequeñas-Olmedillo" rezaba el tapón de lo que se descorchó allá abajo. Yo ya me vengo recomendando estos vinos desde hace un tiempo, y también ando jaleando a los amigos para repetir esa merienda con tenedor, guiso de gallo y escuchando hablar de los recuerdos, que les llevan a elaborar como lo hacen. Tremendo homenaje. Gracias Ángel, gracias José Luís, y también a los demás, con los que nos compartimos ese día, hay mucho que recordar, es un bonito empeño en el que andáis metidos, y que algunos os agradecemos. Tabaneras Angel y José Luís Para merendar