La gran esperanza blanca

No, no me refiero a la última perla de la cantera madridista –por desgracia últimamente no andamos sobrados de ellas- sino a la uva Albariño, en la que hemos depositado nuestras esperanzas para poder obtener vinos profundamente aromáticos, complejos, que transpiren la mineralidad de su terruño y sobre todo que sen capaces de envejecer y desarrollar un bouquet terciario y una finura con el tiempo en botella sin necesidad de emplear madera en su elaboración un poco a imagen y semejanza de esos míticos rieslings centroeuropeos que son quizá los tipos estilísticos ideales de lo que debe ser un vino blanco al menos para quién suscribe.

Pero, lo hemos conseguido? ¿Se está intentando? ¿Se conseguirá en un futuro?

Ayer miércoles participé en una cata organizada por la UEC y dirigida por una gran experta en vinos gallegos como es Ana Isabel Sandoval en la cual se pusieron en liza una serie de vinos de la DO Rías Baixas con representantes de ni más ni menos que siete añadas.

Como veremos posteriormente los representantes no fueron quizá los mejores y más prestigiosos vinos de la DO, pero sí que eran significativos. Además hay que tener en cuenta la dificultad de conseguir añadas tan antiguas que no todas la bodegas tienen o pueden enviar para catas. Sin más dilación voy a comentar los vinos catados. Siento no haber podido este vez introducir las correspondientes fichas en la sección “;Vinos catados”;, pero es que últimamente ando un poco pillado de tiempo.

- Valdamor Selección Especial 2004: un vino correcto, varietal y ortodoxo, con las notas de fruta predominando sobre las florales y una boca viva y todavía muy fresca. En forma.

- Adegas d´Altamira Brandal 2004: una buena sorpresa de esta joven bodega. Gran trabajo con las lías y la madera que aporta notas de vainillas y coco. Buen equilibrio en boca. Mantuvo muy bien el tipo con el tiempo en copa.

- Lagar de Cervera 2003: quizá el Albariño mas ortodoxo de la cata en todos los sentidos. Buenas notas frutales y herbáceas y boca con viveza y frescura con un final algo punzante.

- Fillaboa 2003: complejo en nariz con miel, herbáceos, frutos secos, orejones y notas minerales y una boca sabrosa y viva, afinada y algo secante en el final. Interesante evolución, aunque se oxida pronto en la copa y pierde fuelle.

- Albariño de Fefiñanes III Año 2002: cerrado en nariz, humedades, manzana madura. Boca de cuerpo y acidez medios, final algo secante. Se nota mucho el sulfuroso en nariz y boca. Decepción por su prestigio y su precio. ¿Quizá la añada?

- Bodega do Rei 2001: sorprendió por su poco color y sus notas primarias y jóvenes en nariz con muchos cítricos. Boca ya algo caída con poca persistencia y final cálido aunque mantiene la acidez.

- Don Pedro de Sotomaior Tempo 1999: mucha madera, tostados, torrefactos, lácteos, notas de pegamento. Boca punzante, serie empireumática, tostados, algo agresivo. Pasó ya por su mejor momento.

- Granbazán Ambar 1996: de un precioso color cobrizo y una fantástica y compleja nariz de frutos secos, miel, membrillo y regaliz. Hasta aquí me recuerda a algunos vinos alsacianos. Que pena la boca que ya ofrece notas de goma quemada. Muy cansado.

- Albariño “;La Val”; 1995: dos botellas diferentes, una con más membrillo y miel y la otra con más tostados, torrefactos y laurel seco. En boca están correctos para sus años, algo caídos pero todavía con acidez y amargor final. Persistencia media.

Con sinceridad debo decir que la cata me decepcionó por la calidad media de los vinos. Es cierto que ninguno de ellos estaba en malas condiciones o había envejecido mostrando aromas o notas extrañas, pero también es cierto que ninguno de ellos me resultó un vino plenamente redondo y satisfactorio. Quizá no eran, como he dicho más arriba, los mejores representantes pero sí que me valieron para confirmar que hay materia, que hay uva y que hay terruño, pero que todavía falta algo para que nuestra Albariño, nuestra gran esperanza blanca, nos de ese gran vino que todos esperamos.

De momento, mis mejores experiencias con estos vinos han sido un Lusco del 2000 tomado hace poco tiempo y que envejeció con mucha elegancia, un Pazo de Señorans Selección de Añada del 2000 que quizá es el mejor Albariño del mercado y el Do Ferreiro Cepas Vellas que añada tras añada se confirma como un blanco de referencia a nivel nacional.

Seguiremos esperando y por supuesto catando, Galicia tiene todavía muchas sorpresas y alegrías vinícolas que darnos. Eso seguro.

Un saludo,
© Eugenio