Málaga Connection

Esta mañana, tuve la suerte de conocer personalmente al amigo Podolski. La excusa fue una visita relámpago a las Bodegas Almijara de Cómpeta, elaboradores del magnífico vino Jarel, en sus variedades seco y dulce, y más conocidos como los guardianes de Molino Real y MR, los vinos del la Axarquía malagueña que elabora Telmo Rodríguez.

Como nos cuenta Pepe Ávila, propietario de las bodegas, estos vinos elaborados con la uva moscatel tratan de recuperar y mantener una tradición de vinos malagueños, llamados antaño ‘mountain wine’, que hasta ahora estaba francamente condenada a la desaparición, tanto por la poca proliferación de estos vinos como por la paulatina desaparición de los viñedos de la zona, fruto de la especulación de las constructoras.

Estos viñedos se hayan casi sin excepción en dramáticas pendientes prácticamente impracticables, sin ningún tipo de terrazas u otras facilidades para la vendimia en la mayoría de los casos. Las elevadas temperaturas hacen que prácticamente haya que dormir junto a la cepa para que no se pase el momento óptimo de la recolecta, momento clave que se persigue para la elaboración de vino de la categoría de los Jarel y Molino Real. Cualquiera que los haya probado sabe de lo que le hablo: complejidad e intensidad aromática acompañado de un equilibradísimo dulzor y ligereza en boca que los hace enormemente adictivos. En el caso de los vinos secos, estamos hablando de un meritorio moscatel que, junto a una exuberante nariz muy varietal, presenta una boca fresca, fruto de una concienzuda observación diaria de la viña que permita conseguir un punto de acidez que no haga pesado a un vino elaborado en una zona donde el sol ataca con justicia durante la época de maduración de la uva.

Enorme es el mérito de Pepe que, poseedor de un pedazo de historia de elaboración y viticultura en la zona, conserva el tesoro, la receta mágica de estos vinos.

Tras nuestra visita, volvimos al pueblo de Nerja, centro de operaciones de nuestro insigne forero Podolski, donde me presentó a Casa Luque, un precioso restaurante con una situación privilegiada sobre una de las majestuosas calas del pueblo de Verano Azul. Allí pude disfrutar de la deliciosa comida elaborada con practicidad e ingenio, recetas identificables muy bien hechas. También pudimos ver la magníficamente surtida bodega, fruto de un enópata de tomo y lomo sin duda.

Hablamos durante horas, del mundo del vino en particular y del trabajo que cuesta ganarse las cosas en general. Un día para recordar sin duda, que le agradezco enormemente.

Jose Ángel.