Conocí la Casa al visitar el Restaurante del mismo nombre y propietarios, que se encuentra en Puzol. Tuvimos oportunidad de hacer una escapada, y fue un auténtico acierto. La casa cuenta con 400 años de historia, muros de piedra desnudos, combinados con elegantes estancias, iluninación, tejidos... decorado con un gusto impecable. Cada habitación cuenta con baño, y la Suite, además, con bañera de hidromasaje, es más amplia que el resto, pero cualquiera de las otras cinco cumple con creces las expectativas. El ambiente es relajado, tranquilo. El personal se esmera en cuidar al cliente, todo perfectamente limpio, siempre encuentras una sonrisa, y buena disposición ante cualquier comentario. De la cocina, puedo hablar mucho, y bien, pero si tenéis oportunidad de probarla, no os perdáis el "Arroz meloso de pato, conejo y caracoles", o el de nécoras... ( la verdad es que Pepa tiene un don especial para la cocina, y cualquier cosa que hace está exquisita). Otro plato imprescindible: el solomillo de buey, con cebolla caramelizada, salsa de foie y queso Emmental... sin comentarios, es algo que hay que probar. Los platos son básicamente los mismos que en el Restaurante de Puzol, pero allí todo sabe diferente..., casi me atrevería a decir que mejor, aunque es bastante difícil... ¿ será porque todo tiene un toque de serenidad ?