Dorado intenso brillante.
En nariz es intenso y complejo, yendo claramente a más con el aire. Aparecen un poco los clásicos hidrocarburos que poco a poco se disipan dando lugar a notas de flor seca, frutas blancas bien maduras, membrillo, albaricoque, un ligero punto especiado, canela, azafrán, un marcado fondo mineral, trazas de cera de panal y fruta escarchada. Muy complejo.
En boca es donde los vinos del maestro Haag se destacan por su enorme elegancia y finura. Buena acidez, una ligereza engañosa, redondez, es un vino esférico y en plena forma en estos momentos. Final largo y persistente dejando sensaciones de cítricos en confitura y frutas escarchadas, con un dulzor muy bien integrado. Persistente.
Ya hemos comentado en otras ocasiones que los vinos dulces de Fritz Haag son una debilidad personal porque resultan los más finos y elegantes del Mosela, finura que incluso se percibe más cuando tienen unos años como es el caso. Añada de auslese con botrytis y un vino que está en plena forma. Un grande.