Dorado pálido brillante.
Nariz de media intensidad que destaca por su carácter sutil y delicado y que va ganando en complejidad con el aire. Notas florales, fruta delgada pero presente, un marcado fondo mineral y cítrico, algún atisbo especiado y unas mínimas sensaciones balsámicas. Agradece el aire.
En boca es un vino absolutamente delicioso como siempre, una caricia de seda. Paso limpio y ligero, siempre encantador, vertebrado por una magnífica acidez y con un final amable y lleno de finuras tras el que nos queda un recuerdo cítrico y mineral, con un moderado dulzor. Persistencia media.
Cada vez que abrimos un vino de Fritz Haag nos deleitamos por su portentosa elegancia, por su fina mineralidad, por su soberbio equilibrio aun en su juventud. Es el auténtico Mozart del Mosela, sus vinos son música celestial, seda en el paladar. Unos 25 euros, gran RCP. Mejorará con más guarda.