Shakespeare, el jerez y el whisky
Una parte importante del whisky de malta envejece en botas de jerez. De hecho a través de esta maduración el destilado adquiere unos matices muy apreciados, con lo que existe un gran demanda de los llamados Sherry Casks, tal y como ya se ha hecho patente en ocasiones en los foros de Verema.
Puede parecer sorprendente que el whisky madure en botas jerezanas, especialmente teniendo en cuenta la distancia geográfica entre Andalucía y Escocia. Este hecho se debe a motivos históricos. Hace ya muchos siglos este vino goza de gran prestigio en toda Europa.
El jerez se exportaba - y hoy en día aún se exporta – en importantes cantidades a la Gran Bretaña (tradicionalmente este país ha sido el mayor consumidor de sherry o sack). Varias bodegas fueron fundadas por familias británicas que querían invertir en el preciado líquido - marcas como Garvey, Humbert, Sandeman o Terry son testigo de esta influencia anglosajona.
Era, por tanto, fácil y barato para los escoceses encontrar botas vacías de jerez; por esta razón los productores de whisky guardaban el destilado en las botas usadas de sherry. Fue una feliz coincidencia con excelentes resultados.
Volviendo al jerez, en el siglo XVI tenía la reputación de ser el mejor vino del mundo y por lo tanto era muy popular. El mismo Shakespeare pone estas palabras en boca de John Falstaff: "A mí, un buen vino de jerez me hace un doble efecto: me sube hasta el cerebro, y allí me reseca todos los humores estúpidos, opacos y turbios que me la rodean ; me hace ingenioso, rápido, inventivo, lleno de figuras rápidas, ardientes y deliciosas, que, cuando pasan a la voz, la lengua, que la engendra, se hace llena de gracia ... "(Enrique IV, Parte II, Acto IV Escena III).
El genial dramaturgo concluye este monólogo con esta sentencia: "Si yo tuviera mil hijos, el primer principio humano que les enseñaría, sería el de abjurar de los brebajes insípidos para hacerlos adictos al jerez"