La ovella negra
Nicojames
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Todo el mundo se fija en una Ovella Negra (Oveja Negra), normalmente para mal. Es la que destaca por ser la más fea, la que molesta más y es menos popular. ¿Por qué un vino blanco tiene un nombre así?
Hace años Toni Carbó Sr. bautizó una parte de una viña, que le dió muchos dolores de cabeza y muy poca producción, cerca del Pla del Penedès, La Ovella Negra. Un trozo de viña con 220 cepas de Garnacha Blanca de 68 años plantadas en un suelo arcilloso-calcáreo, que apenas produce 3 kilos de uva por cepa y da para llenar 300 botellas de vino. Las cepas están situadas en la punta sur de un viñedo lleno de Macabeo. Los productores de calidad, como Mas Candi, explotan un tesoro de la bodega, para ofrecer al mercado uno de los pocos ejemplos de una Garnacha Blanca Penedèsenca.
Abrí este fenomenal ejemplo del 2007 para acompañar una comida con mi mujer: Merluza a la plancha y Ensalada . Su color indicaba evolución con un amarillo profundo, casi dorado. En nariz su alta intensidad evocaba fruta madura: melocotón, pomelo, piña y flor blanca, descansando en un fondo de minerales (piedras pulverizadas). En boca su frescura y fruta nos saludaron con una melodia preciosa, ya nos lo había indicado su aroma en nariz. Su untuosidad deleitó con una mineralidad que realzaba el gusto, y su presencia intensa para dejar un final feliz, inolvidablemente largo.
Este ejemplo del 2007, sorprendió con su evolución cada vez que se probó durante los 3 días que estaba abierto: El primer día su intensidad parecía a un Riesling del Mosela: fruta madura, exótica, mineralidad pizarresca y floral a la vez. El segundo día ya había perdido esa explosividad, el perfume tenía síntomas de agotamiento que luego recuperó en el transcurso del tercer día cuando vivió un renacimiento. Estaba más tranquilo y nos enseñó lo bello que puede ser una Garnacha Blanca del Penedè: más elegante, menos alcohólico que sus primos hermanos del Priorat, Montsant y Terra Alta, lástima que sólo haya tan pocas botellas.