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Diario de un sumiller #14 (final de la primera saga)

13:45 Polvo Polvo, pedazos de cristal y un ambiente de muertos paseaba por la sala. Ahora el restaurante parecía un bar descubierto, en obras, con los trabajadores haciendo la siesta. Dentro, el BMW estaba hecho una ruina. No se veía nada por tanto polvo suspendido en el aire. Me empecé a levantar lentamente, sacándome trozos de ladrillo y cristal de mi traje negro de Zara. Busqué a los pistoleros por todos lados, pero no los encontré. Estaban desparecidos.  La puerta del conductor del BMW se abrió. Un hombre con pelo moreno, aspecto serio y bastante conmocionado, salió. Estudié a su cara y me dí cuenta que era el jefe. ¡Menos mal! La responsabilidad de esta atrocidad sería de él y no  mía. Parecía un poco perdido, él no sabía bien que acababa de hacer. “¿Jefe? ¿Está todo bien? “Mario. ¿Eres tu? “Si. Jefe, soy yo” “Mario. ¿Dónde están estos señores que comían aquí?" “No lo sé. ¿Quién son? “No hay tiempo para explicartelo. Vienen a matarnos” susurró con cara de susto “¿A todos nosotros?” pregunté yo con miedo entrando en los huesos. El jefe asintió con la cabeza “Pero yo no he hecho nada” le dije “Formas parte del restaurante. Les dije que eras mi hijo” empecé a tragar saliva que me había aparecido en la boca. “¿Qué?” “Mario, no hay tiempo para explicar todo. Los tenemos que encontrar y salvar a los secuestrados antes de que sea demasiado tarde” 14:03 Vecinos Mientras buscábamos cuerpos por debajo de pedazos y trozos , escuchábamos algunas voces de fuera. Eran vecinos curiosos. Les calmamos, diciendo que era un accidente y que ya habíamos llamado la policía, cosa que era mentira. No nos interesó la visita de la pasma, sólo nos traería más problemas. O por lo menos ahora. Buscamos en todos los rincones y no encontramos a los hombres pero sí a los invitados, el crítico con su mujer y el amigo. Estaban conscientes cubiertos de ladrillos, polvo y demás en estado de choque. El jefe estaba tranquilizándolos asegurando y los llevé a una sala para que estuvieran a salvo. De momento ninguna señal de los pistoleros 14:11 La Ensalada salada del Chef Fuimos el jefe y yo a la cocina. Los mozos salieron fuera para vigilar la sala que estaba abierta. Cualquiera podría entrar. Allí estaban los miembros de la familia de Atena, todavía sedados. Entramos al laberinto y entramos en el cuarto de los secuestrados. Todos estaban bien. El jefe se tranquilizó durante unos minutos. Después le llevé al cuarto donde estaba el Chef y Hanna. Entramos, el olor desagradable, un animal muerto, algo de cuero con notas del perfume de una prostituta barata, no me creía que Hanna me traicionara de esta forma. Los dos estaban bien atados y en este preciso momento estaban en modo descanso total. Los ronquidos del Chef muy altos como si estuviera cortando un trozo de metal. Hanna estaba quieta. El jefe no me dijo nada, sólo miraba con cara de asco sin creer lo que veía. El Chef y él eran amigos de infancia, ahora ya era la última persona que quería ver. 14:19 Bandidos a la puerta Entramos de nuevo en la cocina para pasar a la sala cuando escuchamos que alguien se estaba acercando. Pasos fuertes y rápidos y precisamente de amigos. “Jefe, quédate aquí” le dije mientras me pasaron muchas cosas por la cabeza. Quería tomar las riendas de esta situación. Me fui corriendo hacia la puerta. Los pasos de fuera acercándose aún como una estampida de animales. La puerta se abrió y aparecieron dos hombres. Antes de que pudieran dar ni un solo paso, llegué a la puerta que cerré forzosamente con los dos brazos y la pierna izquierda, sacando toda la rabia que llevaba dentro.  Las dos personas cayeron de forma estrepitosa hacía atrás, el golpe de la puerta sorprendiéndoles. Les hizo soltar las armas que llevaban en mano. Volví a coger la puerta y al otro lado ví que los dos hombres eran los pistoleros. No sé dónde se habían escondido pero ahora no iban a dañar a nadie, ya les estaba atando las manos con la cuerda que había cogido del laberinto. 14:25 Mateo El jefe estaba temblando. Todavía estaba dudando si llamar a la policía o no. Los pistoleros estaban mudos, descansando a las puertas de la cocina. Entramos en la sala, los mozos no estaban. Como un golpe de magia, de la nada, aparecieron cuatro hombres armados. Mientras estudiaba sus caras que me resultaban familiar, uno de ellos me puso la pipa por debajo del ojo. Ya entendí quienes eran- los mafiosos, liderado por el Sr. Mateo. No estaban para bromas. “Sois listos, pero no tanto” dijo Mateo sonriendo y luego sacó una carcajada. Nos ataron a los las manos y los pies y por si acaso nos taparon las bocas también. Estábamos atrapados, pero qué querían hacer con nosotros? Antes de que alguien me respondiera,  Mateo se fue, mientras los demás esperaban con sus ametralladoras, buscando cualquier excusa para usarlas. 14:45 El vino nos salva Los soldados de fortuna estaban aburridos ya. Tenían sed y querían acción. El jefe y yo ni podíamos mirarnos, pero yo podía sentir el miedo que tenía. Un poco más y yo también me iba a mear encima. Escuché como uno de ellos se fue abajo a la bodega para coger algunas botellas de vino. Los otros tocaban a sus juguetes  para crear más miedo a sus presos, es decir a nosotros. Uno de los chicos subió con 3 o 4 botellas de vino. Los abrió y empezaron a beber los 3. En 7 minutos se habían pulido 2 botellas estos hombres y me imagino que no habían desayunado porque ya mostraban síntomas de borrachos. Me giré lo máximo posible y vi que 2 botellas de Mas Doix 2006 ya estaban acabados. Entendí porque estaban borrachos. 14:59 La venganza del vino “Eh Fernando” “¿Qué?” “¿Tenemos que matar a estos dos ahora o más tarde?” “No sé pero tengo ganas de quitármelos encima ahora mismo. ¡Ja,ja,ja!” “Oye. ¿Y el chico si el hijo es el chico y el padre está aquí, ¿dónde está la madre? ¿La madre esa que tiene un tipo para comérselo, la que se llama Atena?” Los soldados estaban empezando a molestarme y cuando pronunció el nombre de Atena, aún más. Es cuando me pregunté dónde estaba Atena, que quería venir hace tiempo y todavía no había aparecido. Sólo era cuestión de minutos para que sucediera algo peligroso con las ametralladoras. El jefe estaba descansando y yo con la cabeza en el suelo cuando escuché forcejeos. Alguien les estaba dando una buena paliza a los 3 hombres. Uno tras uno cayó al suelo a mi lado. Todavía no podía ver quién era el autor que hizo que chillaran los hombres por miedo y dolor de los golpes. Antes de que pudiera pensar más, noté como los tres hombres  estaban inconscientes. 15:07 Atena “Mario, quédate quieto, ahora vengo” me dijo la voz que me sonaba pero no sé de qué. ¡Ostras, era Atena! No sabía que Atena era una luchadora, una experta en artes marciales. Aún me enamoré más de ella. Se fue hacía la cocina en busca de su familia. Allí estuvo un buen rato 15:15 Vuelta de Mateo Mientras Atena estaba mirando a los suyos, Mateo volvió con 2 hombres más, aquellos sin arma. Miró a sus hombres y vió que algo no estaba bien. Ordenó a los suyos buscar a alguien. Él intentaba despertar a sus soldados que habían bebido y recibido una buena paliza. Pero no hubo forma. Cuando Mateo levantó la cabeza, Atena estaba con dos ametralladoras apuntándole a la cara. “¿Qué pasa Mateo?” “¿Qué estás haciendo zorra?” “Eso no es forma de hablar a una dama como yo” dijo Atena disfrutando el momento. Avanzó dos pasos adelante y le dio una patada donde más le duele al hombre. Mateo cayó al suelo, el dolor era evidente por la cara y un grito interminable. “Mateo. Tu montaje está finiquitado. Tu plan de hacerte con el restaurante para distribuir vinos falsificados y drogas no se llevará al cabo.” "¿Y tu crees que trabajo sólo? Formo parte de un grupo. Si no soy yo, será otro.No hay nada que puede parar el plan" su agonía evidente. "Tu jefe está con la policia. Tus hermanos en prisión. Y esta mañana he sacado el dinero de todas tus cuentas en el mundo. ¡Estás muerto!" "Eso es un farol" dijo Mateo preocupado "¿Un farol? He sacado mas de cuatro millones de Euros de tus cuentas" Mateo pareció cagado. "Eres una zorra" no podía decir otra cosa, Mateo no tenía escapatoria, estaba en las últimas. Pero Atena no le perdonaba el comentario hecho y le dió una patada feroz a la cara. Escuché un crac, como si le hubiera roto la nariz. Mateo cayó al suelo. Atena era mí idolo en este momento y quería estar con ella más que otra cosa en el mundo. 16:36 Coches Llegaron coches. Muchos coches. Atena nos estaba liberando. Se abrieron las puertas y salieron varios hombres. Le miraban a Atena y pareciá que ya había hablado con ellos. Se conocían. Sabían exactamente lo que ellos tenían que hacer, donde estaba la familia de ella y quien era malo y quien era bueno. "Atena. Gracias. Has sido estupenda. Increíble" me dió un beso largo en la boca. Yo también a ella, mostrando mis sentimientos. Ella estaba enamorado de mí, estaba convencido. En este momento deseaba que nunca hubiera estado con Hanna. "Has hecho un gran trabajo Mario, gracias a tí" "¿Y yo?" preguntó el jefe "También te daremos un beso" Atena le dió un beso al jefe en la mejilla "¿Atena. Quienes son estos hombres?" pregunté intrigado "Son de los servicios secretos. No te preocupes todo irá bien" "¿Y qué hacemos con el restaurante?" "Ya lo he comprado del jefe" "¿Y cómo?" preguntó el jefe "Tienes el dinero en tu cuenta. Mi abogado ya ha preparado un contrato, sólo tienes que firmar y puedes olvidarte de ello" "¿Y quién lo va a llevar?" "Eso te preocupa verdad? Lo llevaré yo con la ayuda del mejor sumiller-maitre del planeta" "Quién es? pregunté yo "¡Eres tonto!Tú Mario. ¡ Tú!  ¿Aceptas? "Pues si" no me puede imaginar otra cosa. ¡Vaya sopresa! El momento era demasiado emocionante. El jefe estaba feliz. Podía salir de la pesadilla y tenía seguro que lo dejara en buenas manos. Salimos todos mientras los servicios secretos, la policia y las ambulancias hicieron su trabajo. Atena quería un poco de paz y quería llevarme con ella a un viaje a Tailandia. El restaurante se tenía que reconstruir. Teníamos que restructurar todo y seguramente rehacer la carta de vinos, ya que la mayoría de la bodega eran falsificaciones. Nos espero mucho trabajo. Pero antes tenía que disfrutar de mi trofeo, Atena. Me sentí liberado, más fuerte y muy contento. Tenía el trabajo de mis suenos, con la mujer más bella del mundo y mucha suerte.

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