iamvino

Diario de un sumiller #2 el servicio

13:10 Con las cartas en la mano me fui a la primera mesa de 2 comensales. Sentado en ella, un hombre cuarentón con su señora, por lo visto unos 5 años más joven que él. Él estaba serio, mirando su Rolex, vestido en un traje de azul oscuro, clásico, que parecía de seda con botones de color oro reluciendo en todo su esplendor por los focos, Osram del techo. Iluminaban la cara preciosa, impecable, de la señora. Ella era la cosa más bella que había pasado por este restaurante, además con una clase, una elegancia y buen gusto de vestir, que ni Isabel Preysler podría alcanzar. Podría salir perfectamente en la serie "Mujeres Ricas"  y darles 10 vueltas a las protagonistas,  ya que era más culta con rasgos exóticos y una piel ligeramente caramelizada, totalmente natural, nada operada y con el maquillaje justo. Poseía una exuberancia de Mónica Belucci y los labios de la chófer de Bruce Willis en Pulp Fiction. Sólo me faltó que me preguntara "Butch? Qué se siente uno cuando mata a un hombre?" No me quería imaginar lo que pensaría la copa especial de Riedel y el vino que la esperaba en la mesa, antes de desaparecer por su boca, su digestión, su cuerpo... o Díos mío! Me estaba volviendo loco "Eh, perdona?" me dijo la señora "Nos das las cartas por favor?" me pidió. "Por supuesto" le contesté afirmativamente, medio sorprendido y en voz muy alta. Tanto que los demás comensales se asustaron. Jolínes! Qué me había pasado? Cuánto tiempo estaba yo delante de la mesa imaginándome como si fuera el vino en la boca de esta señora? "Compórtate bien" dijo la voz de mi madre y mi padre a su lado continuó "Hijo. No seas gillipollas y céntrate!" Gracias Papa.. Me desperté de mi momento tonto y volví a la realidad. Seguía en mi trabajo. 13.16 Miré, buscando caras conocidas por la sala, llena de comensales pero a falta de personal del restaurante. Dónde estaba Josef, mi asistente cuando lo necesitabas? Y François? Y Linda, la asistente de François? No me lo podía creer. No era serio. Un restaurante de nivel como el nuestro con tantos premios, recomendaciones y demás y ni una persona de nuestro equipo para demuéstralo y dar la cara. Ni un alma. Sólo yo, el sumiller, dividiéndose en 14 para luchar contra fantasmas, servir a los clientes y trabajar por el reconocimiento de ser algo. "Mario! Dónde demonios está la gente, eso parece un restaurante de menú" me gritó el jefe, suficientemente alto para causar algunas carcajadas en la sala entre los clientes. Por dentro, mi estómago estaba girando y botando por todos lados. Qué poca seriedad. Cómo íbamos a vender vinos de más de 1000 € con un jefe que chillaba como un poseso, sin personal en la sala y con tan p0ca profesionalidad. Mi trabajo perdió el sentido, estaba en el lugar equivocado. Me fui de la sala en busca de los tesoros que iba a matar en cuanto me los encontrara. François estaba en la escalera hablando con la chica nueva. Ni él estaba haciendo nada relacionado con la sala, ni ella nada relacionado con la cocina. Los dos charlando como si nada. "Oye! Chicos a trabajar!  Tengo la sala llena de gente. François! Eso es una vergüenza!" les hice sentir mal, pero muy mal. François sentía como su orgullo se fue evaporando como una copa de Glühwein, la pobre chica me daba pena. Ella no sabía que tenía que hacer, ni la responsabilidad que uno tiene en un restaurante como el nuestro. La perdoné con mi mirada, dulce elegante y perfecto como el Sauternes de Chateaux d'Yquem del 1947. Me miró como me quería contar alguna cosa, pero mi cabeza estaba en otro sitio. Nos fuimos corriendo a nuestros puestos del trabajo. 13:23 "Mario! La mesa 4 necesita ayuda con el vino" me dijo François. Me acerqué a mi mesa favorita del día. La mesa más divina de la historia del restaurante, LA GLORIA presenciada por LA DIVA, la mujer rica con cultura y clase. A partir de este momento, la llamé Atena, mi reina. Llegando a la mesa, era evidente que su majestad llevaba los pantalones, también a la hora de escoger el vino. El Lord todavía no había abierto la boca. Atena casí me susurró que estaban interesados en el menú de degustación. Buscaban un vino para acompañarlo. Le hice las preguntas típicas:  si tenían alguna preferencia de blanco, tinto, espumoso etc. o si les podía recomendar algún vino interesante, sorprendente. Con una mirada mágica que pareció un momento de película, subiendo ligeramente la ceja izquierda, seduciéndome con los labios, me dijo que les tenía que sorprender. Sus ojos no dejaban mirar fijamente a los míos. Yo, nervioso, no sabía qué hacer, ni por dónde mirar. Tenso, yo desvié mis ojos hacía el otro lado y tímidamente miré hacía al señor, que con la cabeza abajo, seguramente estaba repasando la mala racha de los valores bursátiles, porque ni se dio cuenta que la señora no estaba por el. Les dije a Atena y a su serviente, que les podía sorprender con un Cabernet Sauvignon de Napa Valley ya que tenía el peso suficiente con una acidez ideal para acompañar todos los platos del menu. Creo que les gustaron mi recomendación, por lo menos My Lord se despertó y mostraba algo de emoción. 13.28 Me di la vuelta para ver como estaba yendo la sala y en un flash, vi a Josef atendiendo a dos mesas. Me fui hacía él, me saludó. Le cogí por el brazo y en voz baja le pregunté donde había estado. Me contestaba de una forma suave que estaba controlando los stocks en la bodega. Yo, no sabía si creerlo o no y por la feina que teníamos, lo dejé pasar. Tenía que bajar a la bodega para buscar el Joseph Phelps, Insignia Napa Valley, 2002 para la mesa divina. Volví a la sala, serví el vino al decantador y lo dejé reposar. De momento el vino me estaba robando el protagonismo, menos mal porque estaba sudando de nuevo. 13.32 Noté que la mesa 2 con cinco comensales estaba disfrutando el vino como si fuera Coca Cola. Claro, tenían pinta de ser suecos o finlandeses, pero sabían lo que estaban bebiendo. La botella de Thermanthia del 2004, no tenía tiempo ni para respirar, estaba triste y el sentimiento de haberse realizado. Con una compañia no española acompañando el plato nacional...de Finlandia: pescado! Uno con Merluza, el otro con Rodaballo a la plancha y los otros 3 con ensaladas varias. La botella estaba vacia. Que era eso? Bueno, The Customer is King, como decían en Nueva York. "Señores, desearían otro vino?" mi pregunta fue respondido por miradas vacias como sus copas, pero más limpias. "Oh I'm sorry, would you like to try another wine?" en mi mejor inglés.  "Yes of course" me contestaron con sonrisas Colgate. "How about La Ermita 1999?" era la mejor recomendación que les podría haber hecho, era el momento triunfal. Nunca había visto yo tantas caras contentas. Fui a la bodega, volví para descorchar, comprobar el corcho por TCA y decantarlo para reposar un buen rato.

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar