Amarillo pajizo muy pálido, limpio y brillante.
Cuando lo hemos abierto sólo aparecían notas cítricas, pero como el vino estaba muy frío hemos pensado que era problema de la temperatura. Según se ha ido calentando ya no había dudas, la piel de limón, el pomelo y la lima han sido los aromas predominantes. Aparte de éstos, hierba húmeda y mucha mineralidad.
Boca fresca, nítida y primaria con un paso afilado y una marcada acidez. Se supone que el vino ha estado 14 meses criado en madera, yo no la he notado por ningún lado. Además de las frutas citadas en la fase anterior, aquí ha aparecido un tenue deje ahumado. La mineralidad se ha mantenido muy presente y de forma soberbia.
Final vivo y perfumado. Cada sorbo limpiaba la boca.
Si esta noche lo bebido hubiera sido Albariño, nos habríamos encontrado frente a un magnífico representante de la zona. Un blanco austero, apretado y definido con muchísima tipicidad. Lo que pasa es que he comprado Jura, me apetecía savagnin y cualquier parecido con la realidad ha sido pura coincidencia. Como ir a un restaurante, pedir un cocido madrileño y que nos sirvan un lenguado meunière, eso sí, muy bien cocinado. No puntúo.