La menta, las grosellas, la caza, los terciarios y un magnifico tueste dulce hacen de él una autentica maravilla.

Rojo cereza de media capa con ribete teja. Majestuosa nariz llena de quiebros terciarios y con unos cueros que me recuerdan a la piel de rusia, que convierten a este vino en un ejemplo de madurez y elegancia bien llevada, un vino didáctico. Hay frutillos silvestres maduros sobre especias, tostados mentolados, humus, hojarasca y maderas en descomposición, incluso algo que recuerda a lo calizo. Hay matices florales evolucionados que se mezclan con el tueste y las especias dejando un recuerdo perfumado difícilmente descriptible. Con la aireación la fruta roja se convierte en más madura y de signos escarchados. Sale el hinojo, hierbas aromáticas, setas, líquenes y la tierra de semillero. Es como un paseo por un pequeño lindero de un bosque lleno de arboles de hojas caducas en otoño entremezclado con el olor de castañas asadas. En boca es fresco, recto, con los sabores muy compenetrados generando una sensación sedosa entre la menta, lo vegetal, el tabaco y pinceladas de grosellas con un leve matiz amargoso similar al del tabaco y las especias dulces, pero bajo un envoltorio de tueste dulce y vegetal. Posgusto que es una maravillosa experiencia. Acidez perfecta. Este vino ha llegado a una máxima complejidad y del desarrollo máximo en botella, un Rioja excepcional y un regalo para la mente y los sentidos. La menta, las grosellas, la caza, los terciarios y un magnifico tueste dulce hacen de él una autentica maravilla desde cualquier punto de vista.

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