Picota-rubí con borde claro y lágrima en copa. Se aprecia cierta mineralidad. Aromas muy perfumados a zarzamoras, moras, especias, vainilla y aceite de coco. Al inicio paracía un Beaujolais mascando chicle de fresa, pero más tarde evocaba a un CK Eternity. En boca muestra buena fruta y carácter salino con taninos dulces. Un vino que pretende agradar y lo logra.
Salvador, el Maríatinto me parece muy equilibrado en su apuesta: ser un vino para gustar al gran público, pero sin descuidar la calidad. Tiene ya sus propios aficionados. Yo conocía el 2007, algo más potente que el 2010, al grado de recordarme el estilo Priorat, aunque bueno ya sabes que cada año cambian la mezcla de uvas, creando un vino diferente.
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