Mi cata n° 500 y vinazo realmente excepcional.

Y con una tremenda emoción empezamos con mi valoración de vinos número 500 en Verema. Corría el mes de Septiembre de 2013 cuando me animé con la primera y aquí estamos, cuatro años y medio compartiendo catas y sobre todo, experiencias. ¡Todo un placer y un privilegio amigos!

Para celebrar el evento nos abrimos este viejuno que teníamos guardado desde Mayo 2015 en nuestra bodega y que trajimos hasta Ecuador. Lo tuvimos en posición vertical por espacio de tres días y lo abrimos cuatro horas antes de su cata. La botella tenía la etiqueta totalmente deteriorada aunque casi por arte de magia mantenía los dígitos 938 de su añada en un pequeño trozo de la etiqueta frontal.  Nivel de líquido justo en el final del cuello. El tapón estaba tintado en tres cuartas partes y al sacarlo con el abridor de lamas se nos partió justo en su base. No obstante conseguimos felizmente retirar un pequeño trozo de corcho que cayó al líquido. Catamos a 18°C.

VISUAL: Increiblemente y tras 80 años mantiene un color rojo picota muy brillante y de capa media con un ribete en tonos fresa con reflejos anaranjados (94).

OLFATIVA: A copa parada presenta aromas balsámicos y a fruta confitada de gran intensidad que se hacen notar a distancia, brutal. Al agitar la copa empieza el espectáculo: intuimos notas de regaliz, mentolados, apuntes viejunos a carne cruda, desván, fúngicos de trufa negra y boletus, frescos herbáceos de hierbabuena, especiados de pimienta y clavo, algo de canela, un toque a duelas envinadas, caja de puros, cuero viejo y un delicioso final dulzón como a caramelos de fresa, hecho un chaval... Bouquet de una elegancia exquisita, intenso y señorial, dando la sensación de ser mucho más joven, como si el tiempo se hubiese detenido para mantener todas estas fragancias vivas. Me dicen que tiene 80 años y no puedo creerlo. Alucinante (96).

GUSTATIVA: En la boca es vicioso de lo rico que está. Ataque imponente, alta acidez, amplitud descomunal que llena todo el velo del paladar de forma exagerada y con unos taninos de porcelana maravillosamente esculpidos. Es el equilibrio hecho vino, armonía absoluta fruto de un ensamblaje colosal. En retronasal nos deja notas de montebajo, algo de fruta en compota (mermelada de moras) y un toque alcohólico como a guindas en licor. La persistencia es una barbaridad, me salen 4 minutos y medio de puro goce y disfrute, relamiéndome sin parar y con ansias del siguiente sorbo. Será el tercer vino al que otorgo un 100 en boca pues creo que ha alcanzado la perfección, está en ese estado mesetario que tanto nos gusta, estabilizado para permanecer en todo lo alto más de un siglo sin inmutarse. Vinazo realmente excepcional alcanzando el grado de emocionante. Me faltan las palabras... Joya que nació y sobrevivió en mitad de una guerra civil y que por si fuera poco pertenece a una añada que se calificó como mala. Afortunadamente esta bodega en los años 30 jugaba en otras ligas (100).

La RCP fue excelente. Uno de esos chollos que pude conseguir por 35 euros. 

MARIDAJE: Nos tomamos esta botella en tres ágapes. El primero fue unas tostadas de foie de canard con mermelada de pera a la pimienta y unas lonchas de una paletilla 5 J´s recién estrenada. Espectacular con el foie y la mermelada, ese toque picantito y graso combinó espectacularmente con los aromas del vino. Con el jamón de bellota sin comentarios. En la segunda ocasión fue un solomillito de cerdo con arroz a la mostaza y la tercera unos filetes de ternera macerados en jugo de papaya con habitas baby. En ambos caso el disfrute fue máximo, este viejuno y los apuntes cárnicos maridaron de forma colosal, armonía en estado puro. Qué gran suerte poder disfrutar de vinazos como estos.

Salud-os!!