Rojo rubí, ribete rojizo, capa más bien alta.
Nariz de media intensidad, perezosa, es un vino que necesita aire y paciencia en copa. Muchos años encerrado. Algo reductivo al principio pero ya con una profundidad que llama la atención. Van apareciendo notas de frutas muy maduras y licorosas, un ligero fondo especiado, maderas nobles, tabaco de pipa, piel curtida y balsámicos. Continúa cambiando, bosque umbrío, trufa negra, carne de caza, piel de naranja. Complejo, distinguido, bestial.
Pero esto no es nada comparado con su paso por boca, donde es un auténtico espectáculo. Lo tiene todo, potencia, acidez, longitud, elegancia, todo perfectamente conjuntado en una maravilla que deja empequeñecido a quien tiene el privilegio de pasar un rato con él. Final eterno, todavía tánico, quedando igualmente esas trazas de caza, especias y frutas licorosas. Persistente.
No tenemos ninguna duda: Castillo Ygay y Vega Sicilia son lo más grande que ha habido en España en tintos, con una serie de añadas que forman parte de la gloria. Este 1942 está en la liga del 59, en la de los mejores vinos tintos de todos los tiempos. Prácticamente perfecto, una fuerza de la naturaleza que nació en la posguerra y salió a la calle en plenos 80. Otra forma de hacer las cosas. Historia y emoción.
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