Siempre quise emular a los ricos. Por eso, la otra noche, en lugar de abrirme la típica cerveza mientras me desanudaba la corbata, decidí recurrir a este champagne, con el que puede que haya una próxima vez. Lo recordaré más por el rol desempeñado que por lo que me ofreció. Pero he de decir que cumplió perfectamente, pues su trago es refrescante, de carbónico integrado y acidez correcta, con finura. Le preceden unos aromas muy florales, de frutos secos y fruta blanca, manzana amarilla.
Desde luego, es un buen comienzo para una copiosa cena. Incluso el tinto parecía más ansioso que de costumbre.
Beso va, beso viene... trago va, trago viene... En fin, pequeños lujos en la vida de un humilde.