Rojo rubí, ribetes rojizos, capa media-alta.
No muy intenso en nariz, un vino complejo, muy complejo, de esos que te va dando poco a poco, cambiante, misterioso, con una tremenda materia que todavía está escondida. Aromas terrosos, de frutas maduras, toques minerales, balsámicos, especias, lácteos, café en grano, tabaco. No explota todavía pero tiene algo que te engancha.
En boca es austero, está cerrado, pero muestra un potencial brutal que simplemente debe ir eclosionando. Todavía algo rústico tiene una magnífica acidez, un paso firme y redondo y un final de gran longitud y prestancia, que deja tras su paso recuerdos terrosos, minerales y especiados, con un tanino firme y a la vez fino. Buena persistencia.
Quien tenga una botella de esta maravilla que lo tenga claro, y es que necesita 8-10 añitos más de guarda, pero compensará sobradamente a quien lo haga pues aquí hay vino, mucho vino. Es una bomba de efectos retardados. Y ahora está realmente bueno. Unos 65 euros, este es un grande de Borgoña relativamente asequible.