Mucho mejor que la última vez

Siete años más tarde. Siete. Y no hay color. Bueno, sí, ahora está más dorado y tiene un pequeño poso. Pese a ello, esta botella nos parece mucho mejor que la de la última vez. Sin rastro de aquellos matices ajerezados, y por contra, con agradables notas de lo que son los riojas blancos hechos. Fruta madura, toques escarchados, mazapán, agua de azahar, canela, madera mojada, desván y piedras.

En boca queda acidez. La madera, estando aún presente se ha integrado. El alcohol no destaca y hay equilibrio de sabores. Por poner una pega (grande e irrefutable), es un blanco que deja registros (salvando las distancias) parecidos a los de aquellos memorables vinos de época que hemos abierto con cuarenta o cincuenta años. El de hoy, sin aquella profundidad ni aquel misterio, por supuesto, nos resulta bastante agradable.

 

Cookies en verema.com

Utilizamos cookies propias y de terceros con finalidades analíticas y para mostrarte publicidad relacionada con tus preferencias a partir de tus hábitos de navegación y tu perfil. Puedes configurar o rechazar las cookies haciendo click en “Configuración de cookies”. También puedes aceptar todas las cookies pulsando el botón “Aceptar”. Para más información puedes visitar nuestra Ver política de cookies.

Aceptar