El renombre que poco a poco va adquiriendo esta bodega y sus ganas por producir caldos de calidad en Sevilla, concretamente en la zona de la Sierra Norte, me ha animado a probar este vino ecológico. Se tienen referencias históricas de la elaboración de vinos de calidad hace unos siglos en esta zona pizarrosa, elaboración que prácticamente desapareció a favor de los destilados hasta que esta bodega se puso manos a la obra.
Color dorado viejo, se muestra algo graso al agitar, impregnando bien la copa y dejando caer unas lágrimas densas. Luminoso.
Nariz discreta, deja caer platano y aromas terciarios. Al abrir la botella se mostró algo cerrado, reducido, pero va ganando con el tiempo aunque en conjunto se mantiene algo tímida.
En boca se muestra glicérico, agradable, seco y untuoso. Retronasal a crianza, melocotón, plátano y algo de tropicales. Quizás el roble se muestre más de lo deseado pero no tanto como para apagar la fruta. Regusto duradero y agradable.
En conjunto es un vino correcto y bueno. Quizás me esperase más de él pero me gusta. Prueba de que en Andalucia también se pueden hacer vinos interesantes más alla de los generosos. ¿Quién diria que en la sartén de Sevilla podrían salir vinos interesantes?.