Corcho nuevo, de la mejor calidad, en perfecto estado, apenas manchado. De color rubí rojizo de capa media-alta, muy estable, cerrado. Reflejos granatosos y anaranjados, brillante. Hay una buena cantidad de precipitados en la base de la botella. Ribete atejado, mínimo, con marcada diferencia respecto al menisco que se cierra hasta la más absoluta opacidad.
Potentísimo, expresivo y abigarrado al mismo tiempo. Las primeras sensaciones son de una extrema reducción (almizcle, ferruginosos, coágulo). Raya en lo ofensivo al sacar notas de caza y maduración de piezas, faisandaje, descomposición... Un vino desconcertante, complicado, que agradece el ir tomando aire y al que no podemos dejar de prestarle atención ante su carácter cambiante. Va mudando de registros, uno a uno, de forma ordenada sosegándose, descargando parte de su peso inicial y ganando sobre todo en finura. Pasa de notas vegetales, hojas de té y fenugreco, a maderas finas y un envinado de calidad, casi licoroso, con una buena cantidad de frutos rojos maduros. Un vino complejo, tumultuoso, lleno de información.
En boca tiene una estructura que intimida, rocoso, concentrado, dotado de una acidez extrema que le asegura una larguísima vida. Especiado, vigoroso, complejo. Se atisba una profundidad a la que tan sólo podemos llegar a asomarnos, sin llegar a entrar, por el momento... Aquí hay pureza y energía contenida que ira limándose con lo años. Estamos ante otro "sepulturero". Servido a ciegas era evidente que estábamos ante un Castillo Ygay, de los antiguos, pero difícil de ubicarlo. Parecido al de 1964 pero con un plus de contundencia si cabe. Beberlo ahora es un error.
Más información del vino: http://vinosclasicos.blogspot.com.es/2014/11/castillo-ygay-1959-gran-reserva-especial.html